Recientemente la Corte
Constitucional de Colombia emitió un fallo que concedió la adopción de la hija
biológica de una mujer lesbiana a su pareja homosexual, con la que convive hace
varios años. Ello de nuevo ha traído al primer plano el tema, por lo que creo
necesario tratarlo con más profundidad que en ocasiones anteriores, analizando
cada uno de los abundantes aportes que de parte y parte se han hecho, y los
aspectos que considero se deben tener en cuenta que no han salido a la luz
pública en el debate.
Lo primero que debo aclarar por
honestidad con mis lectores, como ya lo saben quienes me conocen, es que soy creyente. Normalmente los partidarios
de la homosexualidad, cuando creyentes y heterosexuales abordamos el tema,
somos etiquetados per-se de homofóbicos o
fanáticos religiosos o perseguidores de la comunidad LGBT. No es así. Eso no es más
que una estrategia descalificatoria de los adversarios con el ánimo de
posicionar mejor la propia ideología o los propios argumentos. El que tengamos
unos valores y posiciones diferentes a los homosexuales no nos hace homofóbicos
porque solo lo es quien discrimina o niega sus derechos como persona a un
homosexual, por su sola condición.
Por ejemplo: si estoy necesitando a un especialista
en banquetes para una fiesta que debo dar y no contrato al mejor oferente por
ser homosexual le estoy violando su derecho individual al trabajo. Lo mismo si
le niego un cupo al joven que es gay en el Colegio donde soy rector le estoy
negando su derecho individual a la educación. Si le hago "bulling" con mis amigos a alguien por su condición de homosexual en la fiesta a la que asisto le estoy
violando su derecho al buen nombre y a la dignidad y el respeto que como persona o ser humano se
merece.
Pero por opinar acerca de la homosexualidad
y sus desventajas, y por estar en contra del matrimonio gay y de que adopten hijos, y que no se enseñe la homosexualidad como un modelo de vida a nuestros niños como se hace ya en muchos lugares y en instancias gubernamentales, no estoy discriminando a nadie ni significa que tenga algo contra las personas homosexuales como tal, a las que respetamos en sus decisiones y en su opción personal de vida, pero simplemente no estoy ni tengo que estar de acuerdo con ella, de la misma manera que no lo estoy por ejemplo con los que practican la cacería por placer por considerarla nociva o inconveniente para la humanidad. Estoy ejerciendo mi derecho a opinar y
dar las razones que considero válidas para oponerme. Si la Constitución garantiza
la libertad de opinión aún en contra de actividades ya aprobadas y reguladas
por la ley, con más razón se puede opinar de la conveniencia o no de aprobar
algo que no estaba o no está en la legislación. Erradamente se invoca muchas veces por parte de la comunidad gay su derecho a expresarse para negarlo en la práctica a los partidarios de la familia heterosexual como único modelo válido.
Estoy seguro de que nadie de los que
defiende a la familia como núcleo de la sociedad y los valores que la definen realiza
actos discriminatorios contra los gays. Porque creemos y sabemos que ellos
tienen individualmente los mismos derechos constitucionales de cualquier otra
persona, a la educación, al trabajo, a la libre empresa, a la libre escogencia
de su domicilio, a la libre movilización en todo el territorio, a establecer relaciones comerciales o convivir con otros
adultos con que libremente lo acuerden, y es nuestro deber respetarlos.
Pero otra cosa muy diferente es que
exijan un supuesto derecho a que el Estado les reconozca como familia y el
poder adoptar niños porque esos ni están reconocidos en la ley o la
Constitución actualmente pues se define la familia como la formada sólo por un
hombre y una mujer, y por ello no les corresponde legalmente exigirlos porque solo son beneficios -mas que derechos- reconocidos expresamente para las parejas heterosexuales -ni el tener una familia ni la adopción o el tener hijos son derechos exigibles de los adultos pues sólo los niños tienen >derecho< a tener una familia, y con papá y mamá para garantizar su pleno desarrollo, como ya veremos-, las que son
un grupo de población de características muy diferentes a las parejas homosexuales.
El Derecho en todos los casos nace para proteger o propiciar los
comportamientos moralmente sanos y benéficos para la sociedad de un grupo o conjunto de
población de las mismas características, y para combatir las conductas que no le
convienen a la sociedad porque violan los derechos de otros ciudadanos -por ejemplo el robo, la extorsión, etc- o de la sociedad entera porque va contra sus principios naturales.
Si las parejas gays no tienen las mismas características de las
heterosexuales no pueden exigir los mismos derechos o beneficios que han sido reconocidos
para estas porque son un grupo de población diferente. Es como si un sordomudo exigiera el derecho a
trabajar como locutor de radio siendo que no presenta las mismas
características de quienes ejercen esa actividad. Ninguna ley ni tribunal le puede conceder eso porque no es apto para ello.
Ha dicho pública y repetidas
veces y desde hace varios años el valiente y muy equilibrado Procurador General
de la Nación, Dr. Alejandro Ordoñez -el que es acusado injustamente de
perseguir a los gays por defender el ordenamiento jurídico ante los jueces que
han querido casarlos y reconocer la unión como matrimonio y la adopción de niños sin que la Constitución
lo permita- que lo que defienden los
homosexuales, transgeneristas, transexuales y demás personas no heterosexuales
es una ideología.
Es totalmente cierto. Es la ideología de género, según la
cual ya no somos hombre y mujer con unas características naturales, físicas, afectivas,
emocionales y mentales diferenciadas y que están de acuerdo con el sexo
biológico correspondiente, sino que cada quien puede escoger y formar su
orientación sexual a su gusto y placer en forma independiente de su genitalidad
y emocionalidad natural.
Eso significa la creación artificial o no natural,
ideológica, contraria a la naturaleza humana, de otros sexos y tipos de
sexualidad, lo que es opuesto, como ha dicho también el Dr, Ordóñez, a una
realidad natural palpable en nuestras sociedades desde su formación.
El derecho consuetudinario de
todos los pueblos del mundo civilizado sin excepción ha reconocido desde
tiempos antiguos esta realidad de la heterosexualidad de la naturaleza humana y la complementariedad biológica,
emocional, mental, afectiva, de caracteres y roles de los dos sexos como base
de la familia y de la sociedad, en la que los hijos pueden ser formados de la
mejor forma posible sin importar su condición socio económica, garantizándoles
su equilibrado crecimiento emocional, mental, afectivo, familiar, profesional y
social porque lo toman de forma natural y muchas veces imperceptiblemente de un
hogar formado por papá y mamá biológicos, o adoptantes cuando los biológicos faltan.
Sólo en los últimos tiempos han
surgido las "familias" homosexuales, con graves consecuencias para los niños
criados por ellas: “el hijo de una pareja homosexual pierde todo referente de
lo que es el carácter masculino -si tiene dos mamás- o el carácter femenino -si tiene dos papás-. Y esto es muy grave
porque el niño tendrá serias dificultades de comprensión y de relación a partir
de la adolescencia.” (ver estudio completo en link incluido mas abajo).
Todo niño tiene derecho al modelo
de hogar heterosexual porque ningún otro puede transmitirles o imprimirles en
su ser las características e identidad óptimas que propicien su desarrollo
pleno en todos los aspectos de su personalidad.
Especialmente los niños que han
sido abandonados y esperan ser adoptados tienen este derecho y se les debe garantizar porque ya han
sufrido las graves consecuencias que les ha traído la desintegración de su
hogar original y el abandono de sus padres biológicos, pues
ningún otro tipo de ambiente le puede garantizar su pleno desarrollo e incluso
ayudarle a solucionar las consecuencias de su abandono, las que ya pueda
padecer o se le presenten en el futuro.
La adopción es un derecho del
niño que necesita para su adecuado desarrollo un padre y una madre, aunque no
sean los biológicos porque lo abandonaron. La adopción no es un derecho de los
adultos para satisfacer sus deseos de aparentar ser una familia. Y menos si son gays porque no pueden ofrecer las condiciones
necesarias para el pleno y adecuado desarrollo del niño(a) o niños(as)
adoptados.
Prueba de que un ambiente
homosexual no es el más conveniente para la formación de un niño es que existen
evidencias científicas y estadísticas, recogidas en estudios muy serios como el
de la revista científica Social
Science Research, que en Junio de 2012 publicó un estudio realizado por nueve
expertos sociales de las principales universidades de Estados Unidos, liderados
por Mark Regnerus, de la Universidad de Texas, en el que se demuestra que los
niños adoptados o criados por parejas homosexuales presentan, en relación a
jóvenes o adultos criados en hogares heterosexuales, un desarrollo muy inferior o problemático
en muchos aspectos cuando son adultos, como mayores niveles de desempleo,
tabaquismo, más problemas de salud física y mental, menores ingresos
económicos, mayor inestabilidad en sus relaciones de pareja, mayor necesidad de
asistencia pública, mayor incidencia de enfermedades de transmisión sexual,
mayor tendencia al suicidio, y mayor
participación en crímenes. Este estudio incluye un análisis de los estudios de
los últimos 10 años sobre el tema, probando que son metodológicamente
deficientes como para que la Asociación Psicológica Americana sustente su
posición en el sentido de que no hay diferencias entre niños adoptados por
parejas gays y niños criados por sus padres biológicos.
Este y otros estudios, y
testimonios de
adultos que han sido criados por parejas gays, han revelado que los
comportamientos deficientes o problemáticos de jóvenes o adultos que han sido
criados en ambientes homosexuales son debidos a problemas como complejos de
inferioridad, baja autoestima, verguenza y un fuerte temor al rechazo al darse
cuenta que pertenece a una “familia” homoparental
con dos papás o dos mamás, siendo que la mayoría de sus amigos, familiares,
compañeros de colegio y en la sociedad tienen papá y mamá. Generalmente esconden
su condición ante los demás y evitan socializarse adecuadamente, creciendo con
grandes desventajas incluso en su educación formal pues presentan un
rendimiento escolar mucho más bajo con respecto a los hijos de padres
heterosexuales. La depresión, la angustia y el miedo, y los intentos de
suicidio son una constante para estos niños.
Leamos por su importancia el
testimonio del profesor de inglés de la Universidad Estatal de California,
Robert Oscar López, quien fue criado por su mamá biológica y su pareja
lesbiana, desde los dos hasta los 19 años, después de separarse la madre del
padre biológico al nacer él:
Periodista: “Según su experiencia, ¿Cuál es la situación real
de los niños que se encuentran viviendo en una
familia de padres del mismo sexo?
Robert Oscar López: “Estos niños tienen sobre sus
hombros mucha más presión que nadie, porque son forzados a mantener en secreto
las cosas negativas que suceden en su casa: a menudo tienen que seguir un
guión. Se les priva del derecho a manifestar sentirse enojados o sufrir por la
falta de un padre, porque muy a menudo cuando expresan este sentimiento se
encuentran con que deben lidiar con la ira y la oposición de los miembros de la
familia, incluso psicólogos pro gay, profesores pro gay y la comunidad LGBT.
Estos niños, sin embargo, son únicos en su sufrimiento, porque en su caso la
pérdida de la conexión más importante -con uno de los padres-, fue causada por
las mismas personas que dicen amarle más que a cualquier otra persona y que,
sin embargo, les roban una parte de sí mismos. Además, mi madre y su amante
eran una pareja muy inusual, ya que su relación continuó durante años, pero por
lo general las parejas lesbianas tienen un 80% más de probabilidades de
divorciarse que las parejas heterosexuales, y esto es claramente visible en los
países escandinavos, donde las uniones homosexuales han sido durante mucho tiempo
una realidad. Para parejas de hombres homosexuales se habla que tienen un 20%
más de divorcios que las parejas heterosexuales, pero se silencia que es normal
en las parejas de hombre homosexuales el vivir ‘abiertos’ a tener relaciones
sexuales con otros hombres. Sé que es políticamente incorrecto decirlo, pero
estoy convencido de que este no es un entorno adecuado para criar a un niño.”
Y afirma el profesor López: "¿Realmente
necesitamos a un científico para decirnos y saber que todo niño tiene derecho a
una madre y un padre? ¿O que nos confirmen que todos los niños tienen, por
naturaleza, derecho a una madre y un padre?. Yo soy hijo de madres lesbianas.
Este fue mi drama. Conceder a una pareja gay el poder casarse para que juntos
sean felices no es razón suficiente para impedir a un niño tener una madre y un
padre y decirle que debe ser feliz sin ellos".
También muchos de ellos, como el
mismo Robert Oscar López lo reconoce, copiaron naturalmente, por simple
observación e imitación, y en gran medida por inducción de sus padres que no
pueden ir en contra de su propio estilo de vida, el modelo de homosexualidad o
bisexualidad de sus dos “padres” o dos “madres”, cuando no han sido muchas
veces sodomizados por los mismos adoptantes. Es escandaloso el caso muy conocido
en las redes sociales de un
niño adoptado por madres lesbianas al que desde los 8 años de edad lo
sometieron sus dos mamás a un tratamiento con hormonas para cambiarle de sexo
porque según ellas quería ser niña como ellas y lo complacieron.
Por el hecho de que se presenten
deficiencias formativas, actitudes o conductas en alguno de los padres que
generen la homosexualidad de un hijo no justifica decir que el ambiente
homosexual es más sano o más adecuado. Si una pareja heterosexual tiene
problemas de cualquier índole es posible tratarlos para solucionarlos sin que
salgan afectados los hijos. Pero eso es imposible en una pareja homosexual porque
aunque no presenten problemas o
dificultades en su relación siempre llevarán al niño a tener problemas en
muchos aspectos de su desarrollo y a
imitar el comportamiento homosexual porque son metidos en ese ambiente desde
muy tierna edad.
Los defensores de la adopción de niños por parejas gay esgrimen también varios argumentos para justificar el que la ley los apruebe. Veamos algunos de ellos:
Algunos dicen que la inmensa mayoría de criminales, adictos y “todo tipo de indeseables” nacen en hogares heterosexuales, y que por ello no importaría si los criados por gays tengan ese tipo de problemas pues en las hetero se presentan. Si analizamos las estadísticas, una ínfima parte de la población mundial se dedica a actividades oscuras o criminales. Y las causas de esa criminalidad muchas veces obedecen a factores externos a la misma relación de pareja o del hogar, como la pobreza, las migraciones, el desplazamiento forzado, la desigualdad social, la falta de empleo y educación, etc., por lo que no se puede argumentar que se deba a factores propios del hogar, aunque en algunos pocos casos pueda ser así, para justificar entregar niños a la crianza de parejas gay.
También se aduce que si muchos padres heterosexuales son alcohólicos o drogadictos y por ello maltratan a los hijos causándoles graves problemas psicológicos y ello no es impedimento para criarlos, concluyen que si se presenten en los niños criados por parejas gay no sería impedimento para ellas criar a sus propios hijos que les entreguen en adopción. Este argumento no es válido tampoco porque los casos de daño psicológico en hijos de familias heterosexuales son la excepción y no la regla general pues sólo una ínfima parte de los hogares cae en este tipo de comportamientos, mientras las consecuencias psicológicas de los hijos criados por parejas gay son inevitables y presentes en todos los hijos criados en medio de relaciones de este tipo, sin excepción.
También argumentan los miembros del lobby gay que si desde siempre ha habido y hay familias
diferentes a la tradicional heterosexual, conformadas por madres
solteras, por abuelas que crían a sus nietos, por familias extendidas como tias
y abuelas que crían niños ante la ausencia de alguno o de ambos padres, etc., eso justificaría la adopción de hijos en parejas gay por ser simplemente "otro" tipo de familia "disfuncional" como aquellas.
Este argumento no puede justificar ni justifica en alguna forma la adopción de
niños por parejas gays por la sencilla razón de que la disolución de esas
familias y la crianza de niños sin el concurso de alguno o ninguno de sus
padres se debe a factores externos no regulables por el Estado, el que no puede
obligar a los padres biológicos que deseen separarse a mantener el hogar para
que sus hijos no sufran la ausencia de sus padres, ni puede obligar a tías y abuelas a no atenderlos por ser los que la misma ley contempla como obligados a ello.
Y de ninguna forma el
ambiente de estas familias monoparentales es equiparable al que pueden proporcionar las
parejas gay porque en las familias atípicas de personas heterosexuales no se
dan ejemplos o modelos de homosexualidad que puedan ser copiados por el niño, ni
se sufren las consecuencias de ello, como el temor, angustia o depresión y hasta tendencia al suicidio por el
rechazo social que sienten los niños que crecen en ambientes gay; o por saberse diferentes al resto de la sociedad. El desarrollo
educacional, emocional, mental y social de los niños criados en familias atípicas presenta índices
muy semejantes a los de las familias heterosexuales, lo que no sucede con las parejas gay como ya vimos.
Y porque haya muchos niños abandonados no significa que a todo el que esté dispuesto a recibirlos hay que complacerlo si ello perjudica tan gravemente al adoptado y le viola su derecho fundamental a un hogar con papá y mamá que le proporcionen el desarrollo más adecuado y su felicidad presente y futura. El que “pueda" eventualmente enfrentar dificultades en un hogar heterosexual no significa que se justifique dejarlo en donde con toda seguridad si tendrá problemas graves y peores.
Entonces, no se trata sólo de que
cualquier pareja homosexual sólo por ser estable afectiva o financieramente,
por tener un buen nivel profesional, social o económico, y por desear un hijo y
estar dispuestos a darle amor y cariño -el que practican, naturalmente- está en
condiciones de brindarle el ambiente adecuado para el pleno desarrollo del niño
que adopten, porque eso es una distorsión de la verdad, ya que no hay en ese
tipo de relaciones la complementariedad natural
necesaria para el pleno y equilibrado desarrollo y crecimiento del niño
que es inherente solo a la familia heterosexual.
En el caso de niños abandonados
que esperan ser adoptados si es un deber del Estado regular y decidir entregarlos a unos
padres adoptivos que le provean al niño las mejores condiciones posibles para
su pleno desarrollo en todos los aspectos, no solo para garantizarles su
alimentación, educación, vestido y un trato cordial, pues si fuera sólo ese el objetivo
se cumpliría si el Estado les provee esos elementos o condiciones hasta ser
adultos en los mismos hogares públicos donde residen, sin entregarlos nunca en
adopción. Si solo eso es necesario, y no el padre y la madre que le brinden un
hogar donde sabemos que se pueda desarrollar plenamente para corregir la
ausencia de sus padres biológicos y las consecuencias del abandono, sería mejor
no ofrecerlos en adopción nunca y que el Estado supla sus necesidades básicas. Si se les ha entregado siempre en adopción a
parejas heterosexuales es porque tradicionalmente se ha considerado de suma
importancia para su bienestar y desarrollo que tengan una madre y un padre,
aunque no sean los biológicos, para reversar o prevenir consecuencias peores. Pero
no se puede agravar casi irreversiblemente su situación metiéndolos en un ambiente
que en vez de mejorar sus condiciones ya de por si graves y difíciles de
superar, las empeore con graves consecuencias para el adoptado, para la familia
tradicional y para la sociedad.
El Derecho o la legislación de
los diferentes estados protege a los heterosexuales que deseen formar una
familia por ser una realidad natural, no creada ideológicamente, pre-existente
y reconocida como óptima para la concepción y formación de los hijos y por ser
la base de la civilización, la supervivencia de la raza humana y el correcto
desarrollo en su seno de los individuos en ella concebidos desde la antigüedad,
desde antes de surgir el Derecho moderno.
Cualquier tipo de “familia” diferente
va en contra de la dignidad de las mismas personas gay -se sabe, dicho por muchos de ellos mismos a los especialistas, que las relaciones de estas personas son de tipo
neurótico y el aprobar su situación es darles el mensaje de que ese estado les conviene-, como de la sociedad y la civilización en su conjunto pues
va en contravía de los objetivos a los que como especie naturalmente tendemos, pues
las “familias” gay no pueden generarlos o favorecerlos.
En Colombia -y en muchos otros
países- está consagrado en el artículo 42 de la Constitución que la familia es
la conformada por un hombre y una mujer. Ello ya de por si es motivo suficiente
para demostrar que cualquier intento de aprobar un tipo de “familia” diferente
y de adopción de un niño por una pareja de una madre o padre biológico gay, o de conceder la adopción de hijos no biológicos, es un abierto "prevaricato por acción" pues está favoreciendo a quienes la ley no le
reconoce esos beneficios o "derechos".
Algunos aducen también para justificar
su aprobación, que si no se reconoce a
las parejas gays el status de matrimonio o familia y no se les permite la adopción d ehijos entonces no se les permite “el
libre desarrollo de la personalidad”, y que se les estaría discriminando “por
su orientación sexual”, lo que prohíbe la Carta.
Estos principios no pueden ser
invocados en defensa de una “familia” gay
porque son de tipo individual y no familiar. Si una persona decide
individualmente ser gay y convivir con otro u otra igualmente gay nadie se lo impide. Ni
el no reconocer su relación como una familia implica que esté siendo discriminado
en sus derechos fundamentales que son individuales, como al trabajo, a la
educación, etc. Ya vimos que el tener una familia no es un derecho. Por ello no
hay discriminación alguna.
Los derechos individuales al
libre desarrollo de la personalidad y a no ser discriminados por su orientación
sexual llegan hasta donde los derechos de otros individuos y los de la sociedad
entera se vulneran, y la “familia” gay es contraria a la definida en la Carta
como la única permitida en la sociedad, y es contraria a la naturaleza y a la
historia humana que le da fundamento, y la adopción de niñosvulnera los derechos de éstos a tener una familia con papá y mamá que les transmitan las características que como ya vimos son los que los hacen felices y plenos, por lo que esos no son argumentos válidos.
Tampoco se vulnera el libre desarrollo de la personalidad de un ladrón de
bancos porque no se le da aprobación jurídica a su labor, porque ésta va en
contra de otros individuos y los valores y principios naturales que nos rigen. Y
no se le discrimina por no permitir que la ejerza libremente. El que ser gay no
sea un delito no significa que el concederles protección jurídica como familia
y el que adopten hijos no le cause grandes prejuicios a esos niños, a las
familias heterosexuales se verán disminuidas y puestas en igualdad de condiciones con otro tipo de relaciones muy diferentes, y a la sociedad entera que corre graves riesgos de no desarrollarse y no permanecer, a corto, mediano y largo plazo.
Por todo ello creemos que se ha
equivocado de forma grave la Corte al conceder una tutela que desconoce el ordenamiento
jurídico vigente y el derecho de una niña a crecer en un ambiente sano que le
permita su pleno y equilibrado desarrollo. Ha sobrepasado los límites de su
función de guardián de la Constitución concediendo protección jurídica a
conductas que violan abiertamente el cumplimiento de la misma Carta. Por cuenta del lobby gay y de la simpatía ideológica que le prodigan
unos pocos magistrados ya no es el Congreso de la República en representación
del pueblo el que hace y decide qué Constitución y qué leyes nos rigen, sino
que son unos 8 o 10 señores los que en un recinto que con el tiempo se ha
vuelto más oscuro que luminoso pues se descubren y hacen públicos entre sus
escritorios y pasillos sobornos, pensiones multimillonarias, componendas, tráfico de influencias, puertas
giratorias y muchas cosas más, los que deciden que costumbres y qué tipo de
sociedad ajena a nuestros valores más preciados debemos tener la inmensa mayoría
de los colombianos. La dictadura de los jueces es más nociva que la de los
presidentes, porque ya instalada por el abuso de algunas de sus atribuciones
legales termina engendrándose una bestia o monstruo con miles de cabezas que a cambio de
cualquier dictadorzuelo es casi imposible de tumbar, pues aunque se "corte" una de sus cabezas siempre quedarán las restantes que cumplan su fatal labor de "devorar" o destruir a la familia y a la sociedad. Pusieron al ratón a cuidar el apetitoso queso de nuestra ya muy maltratada y mordisqueada realidad por parte de sus mismos antecesores.
Que Dios nos guarde para que nuestros descendientes puedan ser engendrados de forma natural en hogares formados como producto de un verdadero amor y no de relaciones malsanas y antinaturales, y que no tengan que descubrir de adultos que fueron creados y guardados en laboratorios y bancos de óvulos y semen, a pedido de sus dos mamás o papás, porque la familia natural y heterosexual, ante la abrumadora realidad de que escaseaban -cada pareja gay son dos familias y muchos hijos biológicos menos que no tendrán, lo que se multiplica al doble o más según el número de hijos no biológicos que adopten, por lo que UNA SOLA PAREJA GAY puede significar, si dejan de tener dos hijos cada uno y adoptan como pareja otros dos que serán educados como gays, al menos OCHO FAMILIAS MENOS en la sociedad-, llevó a la Corte en algún momento del futuro a decidir en una confortable, mullida y muy "acaramelada" oficina, que la única "familia" válida y permitida era la homosexual.
Y si a ello le sumamos tantos otros factores que atentan contra la vida humana como el aborto -de los niños engendrados heterosexualmente-, la planificación familiar -que solo es usada por heterosexuales-, la pobreza o escasez -que impide tener varios hijos-, el panorama es mucho mas desalentador. Aunque nos parezca muy lejano para allá apuntan sin duda las decisiones que hoy están tomando los magistrados, y que aceptan, defienden o propagan muchos.