ANALIZA DIFERENTES TEMAS GENERALMENTE POLÉMICOS DE NUESTRA FE CRISTIANA
PARA MOSTRAR SI TIENEN o NO SUSTENTO BÍBLICO.

"La pregunta principal que nos planteamos hoy es ¿cómo hablar de Dios en nuestro tiempo? ¿Cómo comunicar el Evangelio, para abrir caminos a su verdad salvífica en los corazones de nuestros contemporáneos, a menudo cerrados, y en sus mentes, a veces distraídas por tantos destellos de la sociedad?"... ..."La primera respuesta es que nosotros podemos hablar de Dios porque Dios ha hablado con nosotros. La primera condición del hablar de Dios es, por lo tanto, la escucha de lo que ha dicho el mismo Dios."
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AAA "Este es mi cuerpo, esta es mi sangre": la Eucaristía ¿símbolo o realidad? ¿tiene antecedentes? ¿Para qué nos sirve?

Muchos contradictores de la Iglesia Católica aducen que la Eucaristía no tiene fundamento bíblico y menos aún haciendo tantas cada día del año. Según los más radicales defensores de esa posición la Pascua de Jesucristo se debería celebrar sólo una vez al año. Los menos radicales dicen que celebrarla una vez al mes es suficiente. Hay otros que dicen que definitivamente eso no es necesario para la salvación.

Repasemos la historia bíblica en este tema para ver quienes tienen razón.


Los antecedentes sacrificiales
Lo que primero debemos tener en cuenta es que desde la segunda generación de seres humanos, Caín con los frutos de la tierra y Abel con las primeras crías nacidas de sus rebaños, ya los hombres le hacen sacrificios a Dios (Gn 4,3-4).

Noé construyó altares a Yahvéh en donde le ofrecía los sacrificios de animales puros, sin defecto, que era una de las características que Dios pedía (Gn 8,20).

Abraham también lo hizo. Incluso Dios le pidió para probar su Fe que sacrificara a Isaac su hijo deteniéndolo cuando iba a hacerlo y proveyéndole el cordero que finalmente fue sacrificado a cambio de Isaac (Gn 22, 13).

Isaac ya adulto también construyó altares a Yahveh (Gn 26, 25).

Así, los patriarcas antes del Exodo muestran que el Altar y el sacrificio de animales a Dios por parte de los creyentes ya era una costumbre cultivada por ellos y nacida de la relación y conocimiento que de Dios tenían. Dios mismo era quien pedía a sus elegidos hacerle sacrificios según su forma y gusto.

Esta costumbre personal o tribal se volvió de todo el pueblo desde el Exodo. Dios les pidió a través de Moisés y Aarón que para preparar su salida de Egipto sacrificaran al anochecer un cordero o un cabrito por casa, sin defecto y sin quebrarle hueso alguno, de menos de un año, el que debían comer asado y con pan sin levadura. Y sin guardar nada para el día siguiente pues lo que sobrara debía quemarse. El pan sin levadura debía comerse también durante los siguientes siete días.
Ésta era la institución de la celebración de la Pascua, el paso de la esclavitud a la libertad del pueblo elegido por la intervención divina (Ex 12).

Y con la sangre del cordero sacrificado usada como señal en sus puertas los judíos se libraban de la muerte, preservándoles Dios la vida al no entrar el Angel exterminador en sus casas (12,13).

Esta ceremonia la celebraba año tras año el pueblo judío en Jerusalén, a donde se traladaban desde todos los lugares de residencia.

En la renovación de la Alianza con el pueblo, después de "los sacrificios de comunión" y la lectura del Libro de la Alianza, la sangre de los animales era rociada al pueblo, con lo que se sellaba su pertenencia a la misma:

«En aquellos días: Moisés fue a comunicar al pueblo todas las palabras y prescripciones del Señor, y el pueblo respondió a una sola voz: “Estamos decididos a poner en práctica todas las palabras que ha dicho el Señor”. Moisés consignó por escrito las palabras del Señor, y a la mañana siguiente, bien temprano, levantó un altar al pie de la montaña y erigió doce piedras en representación de las doce tribus de Israel. Después designó a un grupo de jóvenes israelitas, y ellos ofrecieron holocaustos e inmolaron terneros al Señor, en sacrificio de comunión. Moisés tomó la mitad de la sangre, la puso en unos recipientes, y derramó la otra mitad sobre el altar. Luego tomó el documento de la alianza y lo leyó delante del pueblo, el cual exclamó: “Estamos resueltos a poner en práctica y a obedecer todo lo que el Señor ha dicho”. ENTONCES MOISÉS TOMÓ LA SANGRE y ROCIÓ CON ELLA AL PUEBLO, diciendo: “ÉSTA ES LA SANGRE DE LA ALIANZA QUE AHORA EL SEÑOR HACE CON USTEDES, según lo establecido en estas cláusulas”»", (Ex 24, 5-8).

La sangre era usada para rociar al pueblo porque significaba la vida, porque sin ella nadie podía vivir. Al recibir la sangre de la Alianza y ser fiel a ella el pueblo recibía la vida, la vida eterna, la vida de Dios.


La Eucaristía
Y fue en medio de ésta celebración que Jesús instituyó la Eucaristía:

"Mientras comían, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen y coman; ESTO ES MI CUERPO.» Después tomó una copa, dio gracias y se la pasó diciendo: «Beban todos de ella: ESTO ES MI SANGRE, LA SANGRE DE LA ALIANZA, que es derramada por muchos, para el perdón de sus pecados", (Mt 26,26-28).


Cuando Jesús dijo a sus Apóstoles con la Copa Eucarística en la mano que "ESTA COPA ES EL NUEVO PACTO EN MI SANGRE", 1Co 11, 25b, quiso decir que LA EUCARISTÍA (y no solo la sangre derramada en la Cruz en forma independiente de ella), CONFORMAN LO CENTRAL y LO FUNDAMENTAL DE LA FE CRISTIANA, su renovación permanente por parte de nosotros, lo que nos hace partícipes, portadores de la Nueva Alianza porque LLEVA A NUESTRO INTERIOR EL SACRIFICIO DE JESÚS EN EL GÓLGOTA y ES A TRAVÉS DE LA CUAL LA MUERTE DE JESUS EN LA CRUZ SE CONCRETA EN NOSOTROS y SOMOS ROCIADOS CON LA SANGRE QUE CRISTO DERRAMÓ EN ELLA, PARA HACER PARTE DE ESTE NUEVO PACTO, TAL COMO LO HIZO MOISÉS EN EL PACTO ANTIGUO (Ex 24, 7-8).

"Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en recuerdo mío", en recuerdo suyo porque la muerte y resurrección de Cristo está realizándose de nuevo, la misma que sucedió en la Cruz, en cada Eucaristía, por que el sacerdote está participando de su mismo Sacerdocio por que ha recibido antes la unción sacerdotal que el mismo Jesús recibió en su Bautismo, la que dio también a la Iglesia desde Pentecostés hasta hoy: el Espíritu Santo.

"pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis (la vivimos en nuestro interior y por eso la anunciamos) la muerte del Señor, hasta que venga", porque anuncia y realiza de nuevo su muerte en nosotros cuantas veces la bebemos, hasta que nuestra voluntad humana muera definitivamente por efecto de la comunión, "hasta que venga", hasta que nuestra muerte sea definitivamente vencida, 1Cor 15, 26, y resucite en nosotros por la manifestación visible de su Espíritu, Hch 2, 1ss) y podamos comenzar a hacer la voluntad de Dios. Por ello dijo Pablo "con Cristo estoy crucificado, ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mi", Gal 2, 20.

POR ELLO TODA EUCARISTÍA QUE SE CELEBRA ES REALMENTE UNA SOLA CELEBRACIÓN QUE HA COMENZADO CON LA QUE ESTABLECIÓ JESÚS CON LOS APÓSTOLES y CON SU SANGRE y SU CUERPO SACRIFICADOS EN LA CRUZ, POR LO QUE CADA EUCARISTÍA A LA QUE ASISTIMOS ES LA PROLONGACIÓN EN EL TIEMPO DEL SACRIFICIO DE CRISTO EN LA CRUZ, y SIGNIFICA LA ACEPTACIÓN POR PARTE NUESTRA, HOY, DE LA ALIANZA QUE CRISTO HIZO EN LA CRUZ PARA NOSOTROS, DE SU RENOVACIÓN PARA LOS FIELES DE CADA ÉPOCA DESPUÉS DE SU SACRIFICIO EN LA CRUZ. POR ELLO QUIEN NO ASISTE A LA EUCARISTÍA, NO RENUEVA ESA ALIANZA SELLADA CON TODOS LOS HOMBRES CON LA SANGRE QUE CRISTO DERRAMÓ HACE DOS MIL AÑOS EN LA CRUZ.

Y es la Copa de la Nueva Alianza porque cuando Jesús la establece se estaba cumpliendo allí la promesa hecha por Dios en Jer 31,31: "Llegarán los días —oráculo del Señor— en que estableceré una nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Judá" (a la que pertenece Cristo).

Por ello en la Eucaristía, que nos hace partícipes del sacrificio de Cristo en la Cruz, se continúa pero mejorada también la Alianza Antigua de Moisés, la que fue sellada por Moisés y Aarón con la sangre de un cordero sacrificado, lo que dice Éx 24,8: "Entonces Moisés tomó la sangre con la que roció el pueblo, diciendo: «Esta es la sangre de la Alianza que Yaveh ha hecho con ustedes, conforme a todos estos compromisos.»". Solo que ahora el Cordero es Jesús, el mismo Hijo de Dios que se entrega por nosotros.

Por ello al decirles Jesús a los Apóstoles que debían hacer lo que El estaba celebrando que consistía en pasar su Cuerpo y su Sangre a las especies del pan y el vino y compartirlo con sus discípulos, los miembros de su Iglesia, les estaba diciendo que debían realizar, con su mismo sacerdocio como ya lo dijimos, ese mismo hecho que es hacer nuevamente su sacrificio, su muerte en la Cruz, Renovar la Alianza permanentemente en el tiempo.

Ello a la manera de los sacrificios de corderos que realizaban los sacerdotes anteriores del Antiguo Testamento para expiar los pecados del pueblo, pero ahora el Cordero sería el mismo Cristo, y el sacerdocio ya sería el mismo de Cristo, pues estarían haciendo lo que Cristo hizo como Sumo Sacerdote bajo la guía, presencia y manifestación del Espíritu Santo por El recibida en su Bautismo: pasar a las especies su Cuerpo y su Sangre, y darla a los fieles como alimento espiritual, lo que los apóstoles solo hicieron después de Pentecostés, después de la manifestación visible del Espíritu a ellos.

Por ello al comer su Cuerpo y beber su Sangre Eucarística somos lavados poco a poco de nuestros pecados por la muerte de Cristo que la Eucaristía lleva contenida en las especies, hasta que el Señor venga y resucite en nosotros, hasta que se nos manifieste visiblemente: "anunciáis la muerte del Señor hasta que venga", como cité arriba.

Nótese que en la Última Cena Jesús es quien se ofrece como Cordero sin mancha o defecto al decir que ese Pan es su Cuerpo y el Vino su Sangre, sacrificio que se consumará al día siguiente en la Cruz en el Monte Calvario.

Por ser la Copa de la Alianza la Eucaristía es que cuando Jesús le pide al Padre que aparte de El esa Copa antes de la crucifixión, y suda sangre, Dios le hace aparecer y le muestra una Copa real, para mostrarle la Eucaristía en que El mismo se convertirá con su sacrificio. Y por ello, porque necesita que su Hijo sea Eucaristía, es que no le evita la crucifixión, le muestra la Copa y le envía los ángeles a consolarlo. Juan 17, 1-11.

Es a éste milagro en el que la persona y la esencia de Jesús pasa a las especies del Pan y del Vino lo que nosotros llamamos "Transubstanciación". El pan y el vino dejan de ser solo pan y vino para ser el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Se convierten en otra sustancia, en la del Señor, por la invocación que hace el sacerdote del Espíritu Santo, el mismo que recibió Jesús en su Bautismo. El Pan y el Vino no son un símbolo ni una representación del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, SON REALMENTE EL CUERPO y LA SANGRE DE CRISTO, como El mismo lo dijo: "TOMAD y COMED, ESTE ES MI CUERPO, QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS". "TOMAD y BEBED, ESTA ES MI SANGRE, QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS". EN NINGUNA PARTE DE LA BIBLIA DICE QUE EL PAN y EL VINO SON UNA REPRESENTACIÓN DEL CUERPO y LA SANGRE DE CRISTO, DICE JESÚS QUE EL PAN y EL VINO SON SU CUERPO y SU SANGRE.

Jesús le pide a la totalidad de su única Iglesia, representada toda su universalidad en los Doce Apóstoles, que coman su Cuerpo que ya se encuentra en el Pan, de la misma forma que los judíos debían comer el cordero pascual sacrificado en homenaje a Dios.

Y como a los corderos pascuales a Jesús no le es roto ningún hueso en la Cruz (Jn 21,32-33), para identificarlo como continuación del rito antiguo de los sacrificios de corderos a quienes no se les podía romper ningún hueso para que fueran aptos para el sacrificio. De la misma forma que debían ser mansos (dóciles), de un año, sin defecto o sin mancha (sin pecado), y de color blanco (puros), requisitos todos que cumple Jesús. Por ello El mismo dijo que venía a cumplir la Ley y los Profetas, y no a abolirla, porque El con su sacrificio se ofreció como Cordero sin mancha por nuestros pecados.

Y al tomar su sangre y "untar" (comer y beber) con ella sus cuerpos (los creyentes son llamados "puertas" en la Biblia, Sal 24, lo mismo que llama "puertas del infierno" a los no creyentes, Mt 18,16b) ya no solo les preserva su vida física como al pueblo judío al manchar con la sangre de los corderos las puertas de sus casas, sino que se las da en abundancia, sirviéndole la sangre del nuevo Cordero de señal o signo a Dios (y a los demás) de que allí se encuentra la vida eterna en Cristo.

Así se los dijo Jesús: "De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él" (Jn 6, 53-56).

Nótese que el párrafo dice "tiene vida eterna", no dice "tendrá" sino "tiene". La vida eterna se tiene ya al comulgar con la Eucaristía, hasta llegar a nuestra conversión, cuando se tiene en mayor plenitud.

Y nótese también que esa vida eterna es la del mismo Cristo, es decir, que por la Eucaristía pasamos de la vida natural con la que nacimos a tener la vida de Cristo, a ser como El. Eso quiere decir que la Eucaristía no es un alimento común que nos da la vida natural volviéndose tejidos y huesos en nosotros, sino que por el contrario hace que nosotros nos convirtamos a Cristo porque nos transfiere la vida eterna de Cristo.
Muchos evangélicos dicen que cuando Jesús criticó a los judíos en Mt 15,17 porque criticaban a sus discípulos porque consumían alimentos sin lavarse las manos, al decirles "¿No comprendéis que todo lo que entra en la boca pasa al vientre y luego se echa al excusado?", esa cita demostraría según ellos que la Eucaristía no tiene ese poder que los católicos le atribuimos. Repito que los evangélicos usan lo que habla Jesús de alimentos comunes, atribyéndoselo a la Eucaristía como si fuera un alimento común, cuando El mismo habló del valor de su Cuerpo y su Sangre para transferirnos su mismo ser, para comunicarnos unión con El cuando dijo que cada vez que lo comiéramos El permanecía en nosotros (Jn 6, 56) y como dijo Pablo, que el Pan que la Iglesia parte y la Copa que la Iglesia bendice nos dan la comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, nos hacen uno con Jesús. Ese es uno de los grandes errores evangélicos, atribuir a lo pagano lo que es para lo cristiano y viceversa, para dar a entender una idea falsa de la verdad.


Y les dice Jesús a los discípulos de su Iglesia: "hagan ésto en conmemoración mía"(Lc 22, 19), lo que equivale a pedirles que participen de su mismo sacerdocio santo, que los ha hecho sacerdotes como El y que en adelante vivan o experimenten este misterio de la transubstanciación de la misma manera en que El lo ha celebrado, así como pidió el Padre a los judíos al instituir la Pascua judía: "lo celebrarán en una fiesta en honor a Yahveh, éste rito es para siempre" (Ex 12,14), aunque a ellos si les dijo que la celebraran anualmente. La Pascua antigua se hace nueva y eterna en el sacrificio ya incruento del nuevo Cordero Pascual provisto por el Padre en su Hijo Jesucristo, como lo proveyó a Abraham cuando iba a sacrificar a Isaac.

Nótese que Jesús no puso límites al número de veces que se debía celebrar la Eucaristía ni hasta cuando hacerlo pues en la misión que dio a los discípulos antes de elevarse a los cielos solo les dijo: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo"(Mt 28, 16-20), es decir, hasta que el último de los hombres que no lo aman se convierta, o hasta la desaparición física del mundo, los cuales no han sucedido. Y una de las formas principalísimas de "bautizar" a los fieles es con la Eucaristía (también la predicación, los demás sacramentos, etc.).

Jesús les dice después de darle el Pan y el Vino de su Cuerpo y su Sangre: «Y les digo que desde ahora no volveré a beber del fruto de la vid, hasta el día en que lo beba nuevo con ustedes en el Reino de mi Padre.»(Mt 26, 29)

Si habla de beberlo después de su muerte ya anunciada es porque se refiere a después de la resurrección, que ya es "el Reino de mi Padre", sacrificio y resurrección que le dan un sentido y un contenido nuevo a la nueva Pascua de la Eucaristía, lo que hizo con los apóstoles: "Mientras estaba comiendo con ellos, les mandó que no se ausentasen de Jerusalén , sino que aguardasen la Promesa del Padre..."(Hch 1, 4).
Así como la Pascua y el sacrificio antiguo tienen su centro en Jerusalén, la nueva Pascua Eucarística para recibir en algún momento de nuestro caminar la manifestación visible del Espíritu Santo que nos convierte en otro Cristo, deberá ser recibida en la Jerusalén Celeste, la ciudad que es figura de la Iglesia de Cristo. Fuera de la Iglesia no es posible recibir esa manifestación visible que nos entrega la salvación.
Por ello cuando alguien deja de ir a la Iglesia lo que hace realmente es interrumpir el camino ya recorrido espiritualmente hacia su conversión, truncando de esa forma la manifestación visible del Espíritu Santo.

Y la celebró también con los discípulos de Emaús: "Y entró para quedarse con ellos.Sentados a la mesa, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron"(Lc 24,30-32)(sólo con la Eucaristía podemos reconocer a Jesús en la realidad que vivamos).

Y era lo que celebraban los apóstoles y discípulos desde los inicios de la Iglesia, tal como lo comenta Lucas en Hechos de los Apóstoles en lo que parece ser una descripción exacta de una Eucaristía de hoy: "Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones."(2,42). Recordemos que "la enseñanza de los apóstoles" comprende la narración de los hechos de Jesús(citas del Antiguo Testamento leídas que hablaban de Jesús y Evangelio o narración de los hechos de su vida, que en ese entonces se hacía de forma oral pues no existía aún el Nuevo Testamento escrito), la enseñanza o predicación como tal (homilía), la comunión de bienes(colecta para repartir entre los pobres de la comunidad), LA FRACCIÓN DEL PAN (rito eucarístico) y las oraciones que de principio a fin de la ceremonia se hacen.

Así lo reconoce Pablo a los Corintios, que eran miembros de la única y Católica Iglesia, al hablar de la celebración asidua de la Eucaristía entre los fieles desde los inicios del cristianismo: "La copa de bendición que bendecimos ¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo? Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan" (1Co 10, 16-17).

Pan y Copa que son su Cuerpo y su Sangre y forman un solo Cuerpo en la Iglesia. La unidad sobrenatural y universalidad de la Iglesia se dan por la comunión en Cristo en la Eucaristía, por la que "hasta que venga" llegamos a ser como El, hijos amados del Padre.

También en Hch 20,7 se habla de la Eucaristía, mostrando claramente que la celebraba la Iglesia primitiva principalmente el día domingo, cuando celebramos los cristianos la resurrección del Señor: "El primer día de la semana, estando nosotros reunidos para la fracción del pan".


El significado de la muerte de Jesús en la Cruz

Hay quienes dicen que si Jesús murió en una Cruz para salvarnos ya no es necesario mas nada adicional para completar esa salvación o para que seamos salvos, lo que es cierto en parte, pues si bien dispone lo necesario para nuestra salvación de una vez para siempre, DEBEMOS TAMBIÉN VIVIR ESE MISTERIO DE SU MUERTE EN LA CRUZ EN NOSOTROS, EN NUESTRO INTERIOR, para así llegar a la salvación que El alcanzó para nosotros por medio de su Cruz. Si no fuera así ¿para que celebraban los Apóstoles y sus discípulos la Eucaristía?

Me explico. Jesús murió y resucitó y al hacerlo dispuso de una vez y para siempre el que nos pudiéramos salvar, pero eso no quiere decir que es una salvación automática a la que accedemos de inmediato y sin ningún requisito adicional, pues ella no se da como por arte de magia desde la Cruz para quien la pida, sino que debemos RECIBIRLA física y espiritualmente en nuestro interior, y debemos recibirla como lo muestra la Biblia que lo hicieron los discípulos que allí aparecen: siguiendo a Cristo en la misma y única Iglesia en que El dejó su Espíritu Santo manifestado desde Pentecostés para guiarla, practicando lo que ellos practicaron, que es a través de quienes Jesús actúa y nos concede la salvación, por lo que la recibimos en la Eucaristía.

Así lo muestra la Biblia que lo hicieron los discípulos de los apóstoles en los relatos del Nuevo Testamento, por la acción evangelizadora de los apóstoles, de esa única Iglesia unida universalmente por el Espíritu Santo recibido visiblemente desde Pentecostés, por lo que también esos discípulos que siguieron a Jesús a través de ellos, practicando con ellos lo que practicaban: la "fracción del pan", "las oraciones", la "comunión" y escuchando la "enseñanza de los apóstoles", fue por lo que esos discípulos de esa misma Iglesia también recibieron esa manifestación visible del mismo Espíritu narrada en Hch 10 y 11, la misma que los apóstoles habían vivido antes.
Nadie puede dar de lo que no ha recibido antes. Y el Espíritu solo se transmite de quien lo ha recibido a quien es su discípulo directo, por lo que fuera de ese único Cuerpo que es la única Iglesia de Cristo no se puede dar esa transmisión de la manifestación visible del Espíritu Santo.

Y así ha sucedido en nuestra Iglesia desde entonces pues esa manifestación visible del Espíritu a nuestra vida es cuando recibimos la misma Cruz de la obediencia a Dios en la que murió Jesús (El se subió a la Cruz por obediencia al Padre: "aparta de mi esta Copa pero que se haga tu voluntad y no la mía", Mc 14, 36) pues ya el Espíritu que guiaba a Jesús nos da sus mandamientos en nuestra vida diaria como lo hizo con Jesús después de su Bautismo, y solo en ese momento, siguiendo expresamente sus mandatos, morimos a nuestra voluntad humana. Y si ya dejamos de hacer nuestra voluntad (por eso "morimos" interiormente como El lo hizo en la Cruz) para hacer la voluntad de Dios, lo que significa que El vive en nosotros, que ha resucitado en nosotros.

Por eso Pablo dijo a los romanos que "si morimos con una muerte semejante a la suya, también resucitaremos con una resurrección semejante", (6, 5). Lo mismo que dijo a Timoteo en su segunda epístola (2, 12): "Si con El morimos, viviremos con El". Por ello fue que el mismo Jesús dijo que "quien salve su vida (quien quiera seguir haciendo su voluntad humana), la perderá, pero quien pierda su vida por mí (quien deje de hacer su voluntad humana para hacer la de Cristo), la salvará", Lc 9, 22ss)

Pongo un ejemplo mas práctico para aclarar un poco más como debemos "aplicarnos" la muerte de Cristo en nosotros:

La penicilina se inventó hace casi 200 años pero aún hoy si alguien no se aplica las dosis o número de inyecciones de penicilina que formule el médico cuando tenemos una infección, pues nos terminamos muriendo, la infección nos mata.

Así mismo funciona el cristianismo pues fue "inventado" hace 2000 años cuando Jesús murió por nosotros en la Cruz, pero si no seguimos a Cristo como lo hicieron los discípulos de los apóstoles en la única Iglesia que El formó precisamente hace 2000 años para que continuara su labor, y nunca comemos su Cuerpo y su Sangre para aplicarnos su sacrificio en nosotros, pues nunca nos aplicamos las dosis o las inyecciones de cristianismo necesarias para recibir en algún momento de nuestra vida la manifestación visible del mismo Espíritu que los Apóstoles habían recibido. La Iglesia es el médico espiritual a través de la cual podemos aplicarnos esa medicina.

Por eso es necesario aclarar que el cristianismo no es una superstición o es magia como para que nos llegue a través de un Libro cuando lo leemos pero sin contacto ninguno con Jesús hombre, Jesús persona, como estuvieron en contacto con El los apóstoles, y los discípulos de los apóstoles a través de ellos después de Pentecostés, persona-Dios que por el Espíritu recibido está presente en la Iglesia donde El dijo que estaría y a través de la cual la misma Biblia muestra que Jesús actúa después de su Ascención.

En la Eucaristía, en la que el Señor actúa a través de la Iglesia, nos aplicamos la dosis necesaria de "cristianomicina" por medio del Cuerpo, la Sangre y la Palabra del Señor, para que en algún momento nosotros vivamos también esa manifestación visible (no imaginada ni sentida emocionalmente) del Espíritu que el Señor dejó en ella, que es la salvación y la única manera de hacer la voluntad de Dios en nuestra vida.

La voluntad de Dios para nuestra vida en concreto no es algo exterior que extractamos de un Libro, el que interpretamos a nuestro gusto para que nos sea mas fácil de cumplir omitiendo lo que no nos gusta, y la cumplimos cuando tenemos ganas de hacerlo, siempre por nuestras propias fuerzas humanas. La voluntad de Dios es algo interior por el Espíritu que se nos manifiesta y que se hace uno con nosotros y nos guía explícitamente desde entonces, lo que no se vive fuera de la Iglesia única de Cristo.

Así, queda demostrado que la misma Biblia tiene muchas referencias, las que no podemos desconocer olímpicamente, a la Eucaristía (las que no tocamos todas aquí), que es el acto central de las celebraciones cristianas pues es Ella la que nos permite recibir física y espiritualmente el Cuerpo y la Sangre del Señor y nos ayuda a convertirnos, a experimentar en nosotros su muerte en la Cruz.

Si Jesús al morir en la Cruz sacrificó su humanidad, es decir lo que lo separaba de Dios, y luego resucitó, la Eucaristía, que nace y se celebra después de la muerte y resurrección del Señor y por eso las contiene, tiene el poder de darnos la fuerza de renunciar o sacrificar en nosotros lo que de nuestra humanidad y nuestra voluntad nos separa de Dios (eso es morir), para que sea Cristo quien viva en nosotros.

La Eucaristía, por ser el Cuerpo y la Sangre de Cristo tiene el poder de ayudarnos a morir a nuestro hombre viejo, a nuestra voluntad y pecados humanos (orgullo, soberbia, idolatría por las cosas del mundo, etc.) para que resucite en nosotros Cristo, para que seamos como El, uno con El y con el Padre que lo envió.


Los primeros cristianos celebraban la Eucaristía

Durante el central episodio de Pentecostés, después de hablar Pedro a los presentes, cuenta Hechos de los Apóstoles que "los que recibieron su palabra se hicieron bautizar; y ese día SE UNIERON A ELLOS ALREDEDOR DE TRES MIL", lo que significa que si hay que unirse o hacer parte integrante de la Iglesia única apostólica.

Y enseguida dice que "Y TODOS SE REUNÍAN ASIDUAMENTE (en asamblea) PARA ESCUCHAR LA ENSEÑANZA DE LOS APOSTOLES...", que recordaban los hechos y palabras de Jesús y los jefes de la Iglesia Universal los explicaban y enseñaban, como hacen el Papa y los Obispos y los sacerdotes hoy en cada homilía.

"y PARTICIPAR EN LA VIDA COMÚN...", que es la colecta de dinero o bienes repartidos a los más pobres, como hacen los párrocos hoy.

"EN LA FRACCIÓN DEL PAN...", la Eucaristía, la que Jesús les pidió celebrar.

Y "EN LAS ORACIONES...", siempre la Iglesia fue orante, Hch 2, 41-42, lo que demuestra también que lo que hacían en sus reuniones o asambleas tenía la misma estructura de una Eucaristía de hoy, por ser la misma Iglesia.

Ello demuestra irrefutablemente que Jesús si fundó en Pedro y los demás apóstoles una Iglesia o Religión única QUE CELEBRABA LA EUCARISTÍA DESDE EL PRINCIPIO, de la misma manera que Dios antes había fundado la Religión Judía al darle al pueblo a través de Moisés los ritos, fiestas y sacrificios que debía celebrar en la Tienda o el Templo, IGLESIA o RELIGIÓN A LA QUE ES NECESARIO UNIRSE o PERTENECER.

Y enseguida dice: "Y EL SEÑOR AGREGABA A LA COMUNIDAD (a la Iglesia) A LOS QUE SE HABÍAN DE SALVAR", lo que dice aún mas claramente que PARA ACCEDER A LA SALVACIÓN SE DEBE SER PARTE DE LA ÚNICA IGLESIA FORMADA POR EL MISMO CRISTO EN PEDRO y LOS DEMÁS APÓSTOLES HACE 2000 AÑOS, y SEGUIR A CRISTO EN ELLA, PARA QUE EN UN FUTURO (por eso dice "a los que se habían de salvar") PODAMOS ACCEDER A LA SALVACIÓN.


Los símbolos o hechos bíblicos que son figura o anticipación de la Eucaristía:
Pero no solo hay referencias directas a la Eucaristía, sino que hay hechos o citas de valor o lenguaje simbólico que hablan verdaderamente o anuncian la Eucaristía.

La multiplicación de los panes:
"«Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron." (Jn 6,4-13).

En la segunda multiplicación de los panes "Jesús, tomando los siete panes y dando gracias, los partió e iba dándolos a sus discípulos para que los sirvieran" (Mc 8, 8ss).

Nótese la similitud entre la institución de la Eucaristía y los eventos de la multiplicación de los panes en la bendición o acción de gracias, con lo que el mismo Jesús quiere relacionarlas.

Jesús multiplica los panes y los peces como signo de que multiplicará el Pan de su Cuerpo y de su Sangre para todos los que lo siguen en su única Iglesia. Jesús se nos da multiplicado en el pan para que nosotros seamos alimentados y crezcamos en nuestra Fe (mucha gente creyó más en él por el milagro). Aquí está significada la multiplicación de la Eucaristía. Jesús se ha multiplicado para nosotros en la Eucaristía celebrada ya diariamente, como vivencia perpetua de sus palabras "hagan esto en conmemoración mía", para que seamos alimentados y crezcamos en nuestra Fe.

Por eso junto a los panes en el milagro de la multiplicación hay peces, símbolo de los creyentes. La Eucaristía nos edifica y nos convierte en verdaderos creyentes al darnos a Jesús y que podamos ser como El mismo fue (lo seguimos interiormente, por eso El es "el Camino, la Verdad y la Vida", porque lo seguimos con nuestro ser, no exteriormente).

Por ello la Eucaristía no es un simple recuerdo de lo que hizo Jesús (que es como entendemos el término conmemorar hoy y como lo celebran muchos grupos no católicos). Ni es un símbolo que "representa" algo que sucedió en el pasado. Cuando la Iglesia la celebra es el mismo misterio de la muerte y resurrección de Jesús el que volvemos a vivir realmente.

Jesús camina sobre las aguas
Al Jesús caminar sobre las aguas del mar de Galilea (el mar es representación de la muerte en la Biblia) nos muestra que la Eucaristía, donde comemos su Cuerpo, no nos deja hundir en la muerte, nos mantiene a flote, vivos en El.

El Maná:
"La gente de Israel llamó a este alimento: maná. Era como la semilla del cilantro, blanco, y su gusto se parecía al de una torta de miel" (Ex 16,31). "Los hijos de Israel comieron maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a una tierra poblada" (16,35).

Durante toda la travesía del pueblo en el Exodo los israelitas estuvieron acompañados del maná. Y bien sabemos que el Exodo de Israel es figura de nuestro propio recorrido de Fe, de nuestra propia historia de salvación. Por ello debemos hacer todos lo que esa historia significa para nuestra vida.
Al llegar a la Iglesia emprendemos un camino guiados por el profeta que tiene comunicación con nuestro Dios (el Clero), y somos alimentados con el nuevo Maná o Pan bajado del Cielo que es Jesús Eucaristía, hasta llegar a la Tierra Prometida de nuestra conversión, que es Jesús mismo. Para que tengamos la vida eterna de Jesús en nosotros, para que seamos como El.

Así lo afirmó Jesús en este pasaje: "Los judíos le decían: "Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: les dio de comer el pan bajado del cielo». Jesús respondió: «Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da vida al mundo». Ellos le dijeron: «Señor, dános siempre de ese pan». Jesús les respondió: «Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed." (Jn 6, 35ss).

Así, el maná es una figura clara que anunciaba o anticipaba la Eucaristía.


Elías es alimentado milagrosamente:
"Dios le dijo a Elías: "Vete de aquí hacia el oriente y escóndete junto al torrente Carit, que queda cerca del Jordán. Bebe del torrente y yo mandaré a los cuervos que te lleven allí la comida." Elías hizo lo que le mandó el Señor, y fue a vivir junto al torrente Carit, que queda cerca del Jordán. Los cuervos le llevaban pan por la mañana y carne por la tarde, y bebía del torrente" (1Re 17,3-6).

Esta alimentación milagrosa de Elías desde el cielo, con pan y carne, es considerada como un anuncio o anticipación de la Eucaristía.

Nótese que frecuentemente en la Biblia es usada la imagen del torrente para mostrar que los que hacemos su voluntad y amamos a Dios, el pueblo de Israel y los creyentes de su Iglesia, el nuevo pueblo santo, somos como árboles plantados junto a corrientes de agua que dan fruto a su tiempo: "En las márgenes del torrente, desde principio a fin, crecerán toda clase de árboles frutales; su follaje no se secará, tendrán frutas en cualquier estación: Producirán todos los meses gracias a esa agua que viene del santuario. La gente se alimentará con sus frutas y sus hojas les servirán de remedio" (Ez 47, 12).

Nótese también que ésta cita habla explícitamente del "Santuario", del Templo, del Altar, desde donde la Eucaristía corre como un torrente que lava, alimenta y hace dar frutos abundantes a quienes la toman.

Y en Isaías 66, 12 el profeta anunció: "Pues Yahvé lo asegura: Yo voy a hacer correr hacia ella, como un río, la paz, y como un torrente que lo inunda todo, la gloria de las naciones. Ustedes serán como niños de pecho llevados en brazos y acariciados sobre las rodillas".

Es la Eucaristía, en su Palabra, su Cuerpo y su Sangre, la que nos inunda de la paz de Cristo.



Toda la vida de Jesús fue una inmensa y dispersa Eucaristía:
Si hacemos un recorrido por los actos que realizó Jesús durante su vida, y los Apóstoles (después de Jesús elevarse a los cielos) tenemos que concluir que toda su vida fue una inmensa y dispersa Eucaristía. Si reuniéramos todos esos actos en un solo sitio, por ejemplo un Templo, veríamos la Liturgia Eucarística de la Iglesia.

Veamos y clasifiquemos algunos tipos de actos que Jesús hizo:

1. Jesús hace lecturas del Antiguo Testamento que lo anuncian a El, en las sinagogas (Lc 4, 17ss)
2. Jesús canta y recita salmos con los discípulos y en la Cruz, "en tus manos encomiendo mi Espíritu" (Lc 23,46; Sal 31,6).
3. Jesús con su propia vida pública proclama los evangelios o el Nuevo Testamento (Ver evangelios).
4. Jesús nos enseña a orar y ora por los discípulos de su Iglesia (Mt 6,5s, Jn 17,20-26).
5. Jesús enseña a los apóstoles y demás discípulos la doctrina cristiana (ver evangelios).
6. Jesús establece la Eucaristía ofreciéndose como Cordero para que contenga el misterio de su muerte y resurrección y nos pueda ser transmitido a nosotros al tomarla (Mt 26,26-28, ya vimos arriba cuáles otros actos y palabras suyos están relacionados con éste rito).
7. Jesús le ofrece y da su paz a sus apóstoles siempre q se reúne con ellos (Jn 14, 27)

Hasta aquí ya podemos ver que éstos actos de Jesús unidos conforman la Eucaristía como tal:

0. Oraciones
1. Lectura del Antiguo Testamento
2. Canto o Lectura del Salmo responsorial
3. Lectura de una Epístola y del Evangelio
4. Oraciones
5. Homilía
6. Eucaristía
7. Saludo de paz
8. Oraciones

Pero Jesús hizo otros actos como los milagros, que realizó muchos, de nueve clases:

1. Curación de ciegos (Mc 10, 46-52; Mt 20, 29-34; Lc 18, 35-43; Mt 9, 27-30)
2. Curación de paralíticos, mancos, tullidos o cojos y elevación de su dignidad(con los ciegos estaban condenados a la mendicidad) (Mt 4, 23; 9, 2-8; Lc 7, 1-10).
3. Curación de leprosos y reintegración a la comunidad (debían vivir apartados)(Mc 1, 40-45; Lc 5, 12-16; Mt 8,3)
4. Curación de sordos y mudos y elevación de su dignidad (Mc 7, 31-37).
5. Expulsión de demonios (Lc 4, 31-37; 8, 26-39)
6. Conversión del agua en vino (Jn 2, 1-11).
7. Transfiguración (Lc 9, 28-36).
8. Resurrección de muertos (Mt 9, 18-25) y la suya propia.
9. Apariciones a sus discípulos (Hch 28, 9-10; Jn 20, 11-18)
10. Elevación a los cielos (Hch 1,9-11).

¿Y qué tienen que ver éstos milagros con la Eucaristía de hoy? Que Jesús los realizó para significar que sus discípulos en la Eucaristía los seguiría haciendo pero ya no físicamente sino espiritualmente. Estos mismos milagros, en su dimensión espiritual, los hace hoy Jesús en la Eucaristía. Veamos:

1. Con la Eucaristía Jesús nos devuelve la vista para ver las realidades espirituales de la Fe cristiana y de la Creación, de lo que naturalmente estamos imposibilitados por el pecado. Así lo mostró a los discípulos de Emaús (Lc 24, 13ss) y al ciego que untó de barro y envió a bañarse a la piscina de Siloé (la piscina es figura de la Iglesia)(Jn 9, 6).

2. Jesús nos saca de nuestra parálisis y limitaciones para poder caminar hacia El y a su servicio.

3. Jesús nos limpia de la lepra de nuestros pecados y nos devuelve la dignidad perdida reintegrándonos a la comunidad de creyentes.

4. Jesús nos da la posibilidad real de hablar en su Nombre prestando nuestros labios a su Palabra.

5. Jesús expulsa de nosotros con su palabra y Sacramentos los demonios que nos han engañado y que impiden nuestro caminar hacia Dios.

6 y 7. Jesús nos da a través de la Eucaristía la conversión de nuestra agua en el vino exquisito de la salvación y nos transfigura en el modelo suyo, en otro Cristo, para que podamos llevar la salvación a los demás.

8, 9 y 10. Jesús de esa forma nos concede su vida eterna haciéndonos morir a nuestra voluntad y resucitando en nuestro interior, manifestándose y guiándonos visible y sensorialmente, elevando nuestro espíritu a los Cielos (al vivir en la resurrección interior de Cristo ya vivimos en el Cielo).

Así, queda demostrado que toda la vida de Jesús tiene como centro y culmen la Eucaristía. Toda su vida histórica fue una Eucaristía de principio a fin. Por eso su Iglesia hace lo mismo al seguir colocando la Eucaristía como el centro de su vida litúrgica y eclesial, en donde los creyentes le encontramos resucitado.

La Eucaristía en su totalidad alimenta y hace crecer a la Iglesia al obrar en los fieles hasta configurarlos con Cristo. Por ello Jesús dijo: "¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre", (Mc 3,33-35).

Jesús llamó a sus discípulos, a la Iglesia, ¡Madre! y ¡hermanos!. Somos hermanos menores de Jesús, somos como El en todo menos en el pecado, gracias a la Eucaristía. Y por eso podemos ser al mismo tiempo su madre al llevarlo en nuestro ser y hacer que en otros nazca Jesucristo, como lo mostró ante Isabel (Lc 1, 39-56).

Y el sacerdote, al estar ya convertido en "otro Cristo", al vivir en su interior la muerte y la resurrección de Jesús en la Iglesia, transmite, mediante la invocación del Espíritu que ha recibido, su propia realidad interior a las especies del pan y el vino para que efectivamente se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y para que su Palabra resuene como si fuera el mismo Jesús el que la pronunciara. Por eso dijo Jesús a sus discípulos: "Y todo lo que pidáis en mi nombre (en su presencia), lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré" (Jn 14, 13).

Al ser discípulos o fieles de la Iglesia Católica experimentamos la misma elección y discipulado que los apóstoles experimentaron en su encuentro y en su compartir con Jesús. Y como ellos, los fieles católicos en su conversión reciben la manifestación visible del Espíritu Santo que los apóstoles experimentaron en Pentecostés.

Por ello la Iglesia no forma académicamente sacerdotes para una predicación sino que los sumerge durante su estadía en el seminario, mediante la Eucaristía y la vida eclesial, en las aguas del bautismo que han recibido, de tal manera que allí muera su voluntad humana y resucite Cristo en ellos. Sin esa transformación interior no es posible ni guiar hacia Cristo a otros ni dar la conversión y mucho menos la salvación a los demás. Por eso la Iglesia es la única que es Sacramento de Salvación sobre la Tierra.

Y hay quienes dicen que "todas las misas son iguales". En la forma tienen razón quienes así se expresan pues si hay una manera específica de hacer siempre la misa pues ello impide que el sacerdote ceda ante la tentación de convertirse en el protagonista de la Misa, que la convierta en un espectáculo, siendo que el único protagonista en la Eucaristía debe ser y es Jesucristo, que llega para darse a nosotros.

Pero en el fondo la Misa dista mucho de ser la misma todos los días. Puedo afirmar con toda seguridad que no hay, ni ha habido, ni habrá dos Eucaristías iguales jamás. Cada Eucaristía es única e irrepetible para avanzar en nuestra conversión. Aunque haya dos misas de contenido igual en oraciones y lecturas, solo con que la asamblea y la homilía sean en algo diferentes eso las hace ya desiguales. Incluso la disposición de la asamblea que recibió una Eucaristía del Ciclo A por ejemplo, será diferente cuando reciba la misma Eucaristía del Ciclo A tres años después.



1. Leamos lo que dicen los misioneros del Sagrado Corazón en su página web, acerca de las lecturas que son proclamadas en la Eucaristía:


"Las lecturas del Año Litúrgico":

"La Iglesia, una madre solicita que desea alimentar a sus hijos con la palabra de Dios, desea que los fieles escuchen, en cuanto sea posible, todo el contenido de la Sagrada Biblia.

"Esto requiere su tiempo (pues) al dar de comer a sus hijos la mamá tampoco les pone en la mesa todos los alimentos de la semana, del mes o del año entero. Sabiamente reparte las porciones necesarias a su tiempo. Por eso la Iglesia ha repartido las lecturas bíblicas en tres ciclos: ciclo A, ciclo B, ciclo C. Vale decir, si usted participa fiel, atenta y devotamente en la Santa Misa dominical durante tres años escuchará prácticamente toda la Biblia." Y explicada en la homilía, agrego yo.

"También escuchará un poco más completamente toda la Biblia en un espacio de dos años si participa en la Santa Misa todos los días de entre semana".

"Esto para que no se confunda cuando hablan del ciclo A, B o C. También escuchará que dicen: ciclo de San Mateo (A), ciclo de San Marcos (B) y ciclo de San Lucas (C). ¿Se acuerda que hablamos de un ciclo de tres años? Pues durante cada uno de los años (A-B-C) se lee como texto más importante el Evangelio del evangelista correspondiente.
¿Cuando se lee el Evangelio de San Juan puesto que hay cuatro Evangelios? El Evangelio de San Juan se lee durante el tiempo de Pascua especialmente y eso durante los tres ciclos."

"Aunque no le sea posible participar en la Misa entre semana puede, por lo menos, leer las lecturas bíblicas de las celebraciones eucarísticas diarias de los "Tiempos Fuertes: Adviento - Navidad - Cuaresma - Pascua de Resurrección" y las lecturas bíblicas de las celebraciones eucarísticas entre semana del Tiempo Ordinario. Recuerde "ordinario" significa lo que "ordinariamente" solía hacer o enseñar nuestro Señor Jesucristo."

Que es el sentido de la Eucaristía, como lo dijimos arriba, recrear o volver a vivir las enseñanzas y la vida de Nuestro Señor para que seamos como El. Nótese la diferencia con los grupos que no hacen Eucaristía (no la hacen porque no viven en su interior la conversión, la unión con Jesús, por lo que no es posible que en sus manos el pan se convierta en su Cuerpo ni el vino en su Sangre, por lo que se dedican a estudiar académicamente la Biblia sin proclamarla ni celebrarla con El. Por ello en un año o menos la dominan de cabo a rabo citando de memoria cualquier versículo pero no han avanzado ni un milímetro en su conversión pues ésta no consiste en hacer lo que dice la Biblia sino en tranformarnos en otro Cristo siguiendo espiritualmente su mismo Camino, el que como persona nos reveló, lo que El vivió (si el vivió la Cruz y la resurrección debemos vivirlas también nosotros en nuestro interior, para poner un ejemplo, y ello se logra no aprendiéndose de memoria la Biblia sino celebrando la Fe en la Iglesia).

2. Cada homilía es diferente cada día y nos permite comprender las lecturas proclamadas actualizándolas y aterrizándolas en nuestra realidad de vida particular (el término homilía viene de "hombre", es decir, hacer llegar al hombre la enseñanza y el Espíritu de la Palabra). El sacerdote ha sido investido de la autoridad de Cristo para hacer, en comunión con su Obispo y con el Papa, la correcta interpretación de la Palabra de Dios de acuerdo con lo que necesita la asamblea presente. Por ello también aunque se hagan miles de misas en todo el mundo con las mismas lecturas y oraciones del día, ya cada una es diferente en algo a las demás por la homilía de cada predicador.

3. Las oraciones realizadas, necesarias para el crecimiento espiritual de los fieles y de la Iglesia toda, son cada día diferentes y de acuerdo a las lecturas proclamadas. La Iglesia ora como lo hizo siempre Jesús para que las lecturas proclamadas y el misterio celebrado operen en los fieles hasta transformarlos en "otro Cristo", que es el fin de nuestra Fe. "Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos" (Lc 22, 31s), dijo Jesús a Pedro, oración en la que todos nosotros debemos vernos reflejados. Y dijo al orar por los Doce: "Padre te ruego no solo por estos sino por los que por su palabra creerán en mí, para que sean uno como tu y yo somos uno", (Jn 17,20). Jesús oró por cada uno de los miembros de su Iglesia de todas las épocas y por que se mantenga su unidad en Ella. Por ello la división que hacen otros grupos es un pecado contra la Iglesia que es el Cuerpo de Cristo, y por lo tanto contra Cristo mismo.

4. El hecho de que cada dia en la Eucaristía se rememore o celebre la vida de un Santo es para proponer que su modelo de vida y de espiritualidad sea seguido por los fieles de acuerdo con las lecturas celebradas. Y para que ese santo nos ayude a vivir lo celebrado su día para avanzar en la conversión.