ANALIZA DIFERENTES TEMAS GENERALMENTE POLÉMICOS DE NUESTRA FE CRISTIANA
PARA MOSTRAR SI TIENEN o NO SUSTENTO BÍBLICO.

"La pregunta principal que nos planteamos hoy es ¿cómo hablar de Dios en nuestro tiempo? ¿Cómo comunicar el Evangelio, para abrir caminos a su verdad salvífica en los corazones de nuestros contemporáneos, a menudo cerrados, y en sus mentes, a veces distraídas por tantos destellos de la sociedad?"... ..."La primera respuesta es que nosotros podemos hablar de Dios porque Dios ha hablado con nosotros. La primera condición del hablar de Dios es, por lo tanto, la escucha de lo que ha dicho el mismo Dios."
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AAA ¿Es cierto que la Iglesia ha apoyado gobiernos que se han considerado como violadores de DDHH o de genocidas? Hitler y Pío XII. Nazi. Tercer Reich. Pinochet. Franco. Videla.


Muchas personas, especialmente desde sectores no creyentes de la sociedad, y desde sectores protestantes que tratan de pescar en río revuelto, han manifestado, muchas veces públicamente, que la Iglesia ha apoyado regímenes que hoy son considerados como nocivos algunos, y como nefastos otros, en la historia política de los diferentes países y continentes, en el pasado reciente o ya lejano.

A esas acusaciones es necesario contestar que la Iglesia ha sido siempre y es hoy muy respetuosa de la libertad que tienen los pueblos de elegir los partidos, las ideologías y las personas que en cada momento histórico de su desarrollo desee elegir. La Iglesia no elige los gobernantes de cada país sino sus mismos pueblos.

La Iglesia, la que nunca ha participado en actividades políticas partidistas o electorales, nunca ha elegido, ni ha ayudado a elegir, ni ha apoyado ningún régimen o tipo de idelogía, ni a candidato alguno desde los inicios de su existencia hasta hoy y nunca lo hará.
Los gobernantes o dictadores que en la historia han sido y serán en el futuro, son solo producto de las circunstancias y el acontecer político, cultural y social de cada nación, o a la legítima decisión mayoritaria del pueblo expresada en las urnas, eventos a los que ha sido y es ajeno la Iglesia Católica.

Y mucho menos si su fin ha sido el de dañar a los pueblos o disminuirles sus libertades, muchas veces alcanzadas con grandes sacrificios en vidas humanas.

Pero la Iglesia, por respetar las decisiones de cada pueblo al elegir a sus gobernantes, y aun en casos en que son producto de las vías de hecho que la misma sociedad no condena para reeplazarlos, debe cumplir, con ellos pero aún así al margen de ellos, ya sea que sean fieles al mandato que les ha sido dado por el pueblo o no, con su labor evangelizadora y social en beneficio de los pueblos a los que sirve.

El hecho de que la Iglesia, por sus deberes protocolarios que como nación legalmente constituida deba cumplir por medio de sus representantes diplomáticos ante cada país, deba participar o haya participado en actos públicos o en cruces de correpondencia con los gobernantes o los gobiernos cuestionados por sus pueblos o por la opinión internacional, ello no significa en manera alguna que se identifique ni política, ni ideológicamente con el gobierno de turno ni que los apoye en su gestión.

Precisamente para evitar esas acusaciones y para mantener su independencia de cualquier gobierno, régimen o estado, en ningún momento de su historia, salvo contadas excepciones la Iglesia ha participado en cargos o funciones gubernamentales, que es la única forma en que se podría entender que los apoya expresamente. Por ello la Iglesia tiene como disciplina la prohibición a sus sacerdotes y obispos de participar en política partidista o actividades electorales de cualquier clase, o en funciones de gobierno, en cualquier país, por lo que quienes deseen hacerlo así deben retirarse de sus cargos y de su función pastoral o retirarse definitivamente de la Iglesia, para asumir a título solo personal ese tipo de actividades, las que la Iglesia considera incompatibles con la misión evangelizadora que el mismo Jesucristo le ha confiado.

Y muchas veces en la historia, cuando algunos gobiernos se han excedido en sus funciones y han cometido actos abiertamente ilegítimos de corrupción, de recorte de las libertades o atropello de los derechos humanos de sus ciudadanos, los ha denunciado y condenado públicamente o ha actuado decididamente, en público o en privado, para contrarrestarlos.

Pero muchas veces los enemigos de la Iglesia citan cartas o textos de entrevistas de las épocas en que esos gobiernos no eran cuestionados o no habían mostrado sus verdaderos objetivos, o simples elementos protocolarios, sacándolas de su contexto real, para tratar de hacer verlo como un sistemático apoyo de la Iglesia a ese régimen.

Y muchas otras veces, por el solo hecho de convivir en el mismo territorio, se achacan a la Iglesia supuestos apoyos o ser un factor determinante para determinadas actividades de las autoridades civiles o militares, solo porque supuestamente esas actividades, según el criterio del personaje de turno, convendrían a la Iglesia, o peor aún porque alguno de los funcionarios o persona particular involucrada en los hechos, es un fiel católico, como si ese creyente particular representara a la Iglesia.

En el caso del nazismo, que por su crueldad demostrada es el más emblemático de los regímenes con el que se le acusa de complacencia a la Iglesia, muchos desconocen que cuando apenas era un partido político recién llegado al poder, el Papa Pío XI, con la participación decisiva en su redacción de su Secretario de Estado, Eugenio Paccelli, quien después se llamaría Pío XII, publicó en 1.937 una Encíclica llamada "con ardiente preocupación" alertando al mundo acerca de los peligros del nazismo y la peligrosidad e inestabilidad de su líder Adolfo Hitler.


Para ilustrar mejor el contexto de las relaciones de la época con Alemania y la verdadera actitud del Papa Pio XII ante el régimen nazi, reproduzco en su totalidad la entrevista concedida en abril de 2007 a Zenit por el jesuita Peter Gumpel, profundo conocedor del tema, de la cual resalto con mayúsculas algunos apartes por considerarlos de sumo interés, agregando con el mismo fin algunos corchetes [] explicativos:

Setenta años de la encíclica contra el nazismo «Mit Brennender Sorge» de Pio XI, un llamamiento profético
4 abril 2007 (ZENIT.org)

EL 21 DE MARZO DE 1.937, Domingo de Ramos, en todas las iglesias de Alemania se leyó la encíclica del Papa Pío XI «Mit Brennender Sorge» (Con ardiente preocupación). ES LA MAS DURA CRÍTICA QUE LA SANTA SEDE HAYA EXPRESADO JAMÁS RESPECTO A UN RÉGIMEN POLÍTICO.

A la distancia de setenta años, AQUELLA ENCÍCLICA CONFIRMA TODO LO QUE LA SANTA SEDE PENSABA SOBRE LA NATURALEZA y PELIGROS DEL NAZISMO. Es también profético el pasaje en el que explica que LA SEPARACIÓN DE LA FE y LA MORAL LLEVA A LA DECADENCIA y LA GUERRA.

Para profundizar la historia, naturaleza y enseñanzas que se sacan de la «Mit Brennender Sorge», Zenit ha entrevistado al jesuita Peter Gumpel, cuyo conocimiento histórico de las relaciones entre Alemania y la Santa Sede es decisiva.

El padre Gumpel ha explicado a Zenit que, tras la Primera Guerra Mundial, la Santa Sede realizó esfuerzos para realizar un concordato con Alemania, pero todos los intentos fracasaron. Hubo concordatos con algunos estados alemanes como Baviera, Prusia y Baden pero no con Alemania como tal.

El 30 de enero de 1933, Adolf Hitler tomó el poder, y ya en abril ofreció por iniciativa suya un Concordato a la Santa sede, cuyas cláusulas eran muy favorables a la Iglesia.

En Roma, la Santa Sede no creía ni se fiaba de Hitler, pero se encontraba en la difícil situación de no poder rechazarlo, porque se trataba de un Concordato muy favorable.

Por tanto, la Santa Sede, aún no fiándose para nada de Hitler, firmó el Concordato. En la Curia romana sin embargo todos sabían que Hitler no observaría ni respetaría el concordato. A pocas semanas de la conclusión del concordato, el cardenal Eugenio Pacelli, futuro Pío XII, secretario de Estado, a la pregunta del diplomático británico: «¿Respetará Hitler el concordato?», respondió: «Absolutamente no, podemos sólo esperar que no viole todas las cláusulas a la vez».

Y en efecto, inmediatamente después de la firma, empezó la persecución de los católicos. Para defender a los católicos, LA SANTA SEDE ENVIÓ AL GOBIERNO MAS DE 50 PROTESTAS (cuyos textos se encuentran en el libro «Der Notenwechsel Zwischen Dem hailigen Stuhl Und Der Deitchen Reichsregierung» («El intercambio de notas diplomáticas entre la Santa Sede y el Gobierno del Reichstag – de la Ratificación de Concordato del Reich hasta la encíclica “Mit Brennender Sorge”»). (Matthias- Grunewald- Verlag – Mainz 1965).

A pesar de las protestas oficiales de la Santa Sede, LOS ATROPELLOS NAZIS SE HICIERON CADA VEZ MAS INCESANTES EN LA EDUCACIÓN, EN LA PRENSA, CON LA PRISIÓN DE SACERDOTES, etc., hasta el punto de que en 1936 la Conferencia Episcopal Alemana pidió una intervención pública. [hubo una campaña pública sacando a la luz en los periódicos oficiales algunos pocos casos reales de pederastia, los que combinaron con muchos casos de falsas acusaciones para desprestigiar entre la población a la Iglesia y buscar la salida de los fieles -no se porque me recuerda campañas parecidas de algunos medios hoy- para con ello apresar a decenas de sacerdotes, de los que solo pudieron condenar a seis]

Se esperaba a los obispos alemanes para la visita ‘ad limina’ en 1938, pero la fecha fue anticipada un año y fueron convocados a Roma en 1937. En aquella ocasión, todos los prelados estaban de acuerdo en pedir que la Santa Sede publicara un documento público de condena del nazismo.

El padre Gumpel ha revelado a Zenit que «el cardenal de Munich, Michael von Faulhaber escribió con todo secreto el texto de la encíclica, lo escribió todo a mano para no dictarlo a nadie y mantener el secreto».

«A este texto, que sirvió de base para la encíclica, SE AÑADIERON LAS INTERVENCIONES DEL SECRETARIO DE ESTADO, EUGENIO PACCELLI, y DURANTE SIETE SEMANAS SE PREPARÓ UN TEXTO CON PASAJES TODAVÍA MAS FUERTES y EXPLÍCITOS DE LOS INDICADOS POR Von Faulhaber» añadió el sacerdote jesuita.

El texto definitivo de la encíclica fue firmado por el Papa Pío XI el 14 de marzo de 1937. Mediante valija diplomática, algunos ejemplares impresos fueron enviados al nuncio en Berlín, quien a su vez los pasó al obispo de Berlín y desde allí correos secretos los entregaron a todos los obispos alemanes.

Sin saberlo la Gestapo, el texto fue impreso en doce imprentas. Muchos obispos hicieron imprimir algunos centenares de miles de ejemplares

Con todo secreto, los textos fueron distribuidos a todos los párrocos, a los capellanes, a los conventos y LA ENCÍCLICA FUE LEÍDA EN TODAS LAS IGLESIAS ALEMANAS EL DIA 21 DE MARZO DE 1937 [2 años y medio antes de iniciarse la segunda guerra mundial].

«Yo tenía 14 años y estaba en la catedral de Berlín cuando en la homilía fue leído el texto de la encíclica --recuerda el padre Gumpel a Zenit como si fuera hoy--. La iglesia estaba repleta y la reacción general fue de convencida aprobación».

EL LENGUAJE ERA CLARO y EXPLÍCITO. HITLER ESTABA ENGAÑANDO A LOS ALEMANES y A LA COMUNIDAD INTERNACIONAL. LA ENCÍCLICA AFIRMABA QUE EL JEFE NAZI ERA PÉRFIDO, NO FIABLE, PELIGROSO, ALGUIEN QUE QUERÍA SUSTITUIR A DIOS.

Relata el padre jesuita que «la reacción de los católicos fue entusiasta», mientras que «la reacción de Hitler fue furibunda». Se cuenta que Hitler durante tres días estaba tan fuera de sí que no quiso ver ni recibir a nadie.

La Gestapo fue informada el sábado por la tarde por un empleado de una imprenta que la encíclica había sido impresa, pero ya era demasiado tarde para detener el asunto, y no se atrevieron a entrar en las iglesias porque esto habría suscitado una revuelta.

Aunque el domingo por la mañana ante las iglesias había guardias de la Gestapo, para ver si la gente tenía un texto impreso en la mano, y si alguien era sorprendido en posesión de un texto impreso era denunciado y arrestado. Las doce imprentas fueron confiscadas sin ningún reembolso y algunas personas acabaron en prisión

La comunidad internacional reaccionó de manera entusiasta. Las comunidades judías estaban contentísimas porque aquella encíclica era la más dura condena del racismo. Todos los periódicos judíos del mundo manifestaron entusiasmo por todo lo que había hecho la Santa Sede.

«SIN EMBARGO -recuerda Gumpel con amargura-, EN 1938, A PESAR DE QUE EL PONTÍFICE HABÍA DECLARADO QUE HITLER NO ERA DE FIAR, EN LA CONFERENCIA DE MUNICH INGLATERRA, FRANCIA e ITALIA HICIERON UN ACUERDO CON EL RÉGIMEN NAZI». [si hubieran escuchado a la Iglesia quizás se habría evitado la guerra mas destructora y sangrienta en la historia de la humanidad]


¿Cuáles son las partes más significativas de la encíclica?, ha preguntado Zenit al padre Gumpel. Responde que «se trata de un documento cuyo valor va más allá de la contingencia histórica, hay partes que asumen un significado profético y de gran actualidad».

«La Mit Brennendere Sorge -añade- tiene un valor no sólo simbólico, está basada en principios de la ley natural y de la fe, es profética también para la situación de hoy y tiene un valor permanente. SI UNO NO SE ATIENE A LA LEY NATURAL, NI A LA FE, CAE EN LA DECADENCIA y LA HISTORIA HA PROBADO AMPLIAMENTE QUE ESTO CREA DISTURBIOS CONTINUOS EN EL ORDEN INTERNACIONAL».

En la primera parte de la encíclica se hace una historia del Concordato y se subrayan las continuas violaciones respecto a la Iglesia Católica y sus fieles.

Hay una parte de la «Mit Brenneder Sorge» que denuncia el neopaganismo nazi. «Quien con indeterminación panteísta identifica a Dios con el universo, materializando a Dios en el mundo y deificando el mundo en Dios, lo que no pertenece a los verdaderos creyentes».

LA ENCÍCLICA CONDENA LA CONCEPCIÓN RACIAL DEL NAZISMO, QUE «DIVINIZA CON CULTO IDOLÁTRICO» LA TIERRA y LA SANGRE y «PERVIERTE y FALSIFICA EL ORDEN CREADO e IMPUESTO POR DIOS»

El documento pontificio subraya «EL ERROR DE HABLAR DE UN DIOS NACIONAL, DE UNA RELIGIÓN NACIONAL y EL INTENTO DE APRISIONAR EN LOS LÍMITES DE UN SOLO PUEBLO, EN LA ESTRECHEZ ÉTNICA DE UNA SOLA RAZA, a Dios creador del mundo ante cuya grandeza las naciones son pequeñas como gotas de un cuenco de agua». [quizás estos dos párrafos hubieran evitado, si hubieran sido escuchados en su momento, el exterminio de 6 millones de judíos inocentes]

Es muy fuerte la denuncia de la encíclica respecto al intento de Hitler de erguirse como Dios de Alemania.

La encíclica recuerda a quien para defender la religión católica «está sufriendo violencia tan ilegal como inhumana», y habla claramente de «tentaciones satánicas para hacer salir de la iglesia a los fieles». EXPLICITA TAMBIÉN LA CONDENA DE QUIEN INTENTA CONSTRUIR «UNA IGLESIA ALEMANA NACIONAL». [Esto explica el que Hitler viera a la Iglesia como un enemigo natural de sus propósitos]

El padre Gumpel subraya que «LAS FÓRMULAS MAS DURAS CONTRA EL NAZISMO SON DE PACCELLI y HITLER LO SABÍA». DE AQUÍ LA FURIA CONTRA EUGENIO PACCELLI. HITLER CONSIDERABA A PACCELLI SU ENEMIGO NÚMERO UNO y TEMÍA SU PODER MORAL.

Para terminar, Zenit ha preguntado al padre Gumpel: ¿Que piensa de las revelaciones publicadas por el diario italiano «La Repubblica» del 29 de marzo, según el cual LOS DOCUMENTOS DE ARCHIVO DE LA ANTIGUA ALEMANIA DEL ESTE SOSTIENEN QUE PACCELLI ERA EL PEOR ENEMIGO DE LOS NAZIS y QUE QUIEN MONTÓ LA CAMPAÑA DE CALUMNIAS CONTRA PÍO XII FUE LA UNIÓN SOVIÉTICA?».

Gumpel responde que «estas revelaciones no añaden nada a lo que la Santa Sede sabe ya, pero es útil para quienes han pensado y escrito que Pacelli fue nada más y nada menos que el “Papa de Hitler”. Ahora HAY OTROS DOCUMENTOS QUE PRUEBAN CUANTAS FALSEDADES SE HAN DICHO SOBRE PÍO XII. ES EVIDENTE TAMBIÉN LA RESPONSABILIDAD DE LOS SOVIÉTICOS EN LA CAMPAÑA DE CALUMNIAS CONTRA EL PAPA PACCELLI».

ZS07040409