ANALIZA DIFERENTES TEMAS GENERALMENTE POLÉMICOS DE NUESTRA FE CRISTIANA
PARA MOSTRAR SI TIENEN o NO SUSTENTO BÍBLICO.

"La pregunta principal que nos planteamos hoy es ¿cómo hablar de Dios en nuestro tiempo? ¿Cómo comunicar el Evangelio, para abrir caminos a su verdad salvífica en los corazones de nuestros contemporáneos, a menudo cerrados, y en sus mentes, a veces distraídas por tantos destellos de la sociedad?"... ..."La primera respuesta es que nosotros podemos hablar de Dios porque Dios ha hablado con nosotros. La primera condición del hablar de Dios es, por lo tanto, la escucha de lo que ha dicho el mismo Dios."
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AAA El fin del mundo, el final de los tiempos, el juicio, la segunda venida, el rapto, el Armaguedón


Comentario del autor de este blog en un periódico virtual cristiano, a un artículo y los comentarios de algunos foristas sobre el fin del mundo, el final de los tiempos, el juicio, la segunda venida, el rapto y el Armaguedón:

Solo los que hablan de velar y orar porque nadie sabe la hora ni el día de la venida del Señor aciertan en cuanto a la actitud que debe tener todo creyente ante hechos como el fin del mundo y el rapto en la venida del Señor.

Pero todos asumen que estos eventos del rapto y el fin del mundo son algo físico, material, que vamos a salir disparados por los aires hasta desaparecer entre las nubes, o en el mejor de los casos que desapareceremos en un instante. Y no es así.

El mundo se acaba para cada persona cuando recibe el don de la conversión, es decir cuando recibe la manifestación visible (no emocional ni imaginaria) del Espíritu Santo, a través de quien Jesús viene por segunda vez a nuestra vida, como lo hizo en Pentecostés para los apóstoles y María. El término "mundo" no se refiere a nuestro planeta sino a todo lo que es contrario a Dios en nosotros, en nuestra vida. Se acaba para nosotros el mundo cuando configuramos nuestra vida con la de Cristo, cuando nos unimos a Él.

¿Y como sucede o Dios nos concede la conversión? Cuando lo seguimos en su Iglesia que es la única en la que se transmite el Espíritu Santo. Nos convertimos después que la Iglesia, por medio de los que ya han recibido esa conversión o la presencia visible del Espíritu Santo que hace presente a Cristo ("no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí" dijo Pablo en Gal 2, 20), libra a favor nuestro la batalla del "Armaguedón" contra los espíritus del mal que han esclavizado nuestra alma y nuestro cuerpo (siempre con nuestro consentimiento, aunque no fuera expreso) haciéndonos cometer nuestros pecados y errores.

Por eso dijo Jesús a los apóstoles que a ellos les convenía que El se fuese porque iba a prepararles un lugar pues en la casa del Padre había muchas mansiones. Porque solo después de resucitado podía enviarles su Espíritu ("la Mansión" que el Señor nos ha preparado), para estar presente El mismo por segunda vez entre nosotros a través de ellos, de su Iglesia, la que fundó hace 2000 años.

Y es a través de ellos, los creyentes ya convertidos en su Iglesia (Obispos, sacerdotes, diáconos, laicos comprometidos), en los que ya El se encuentra presente, que Jesús actúa para preparar su segunda venida a nuestra vida, a cada uno de nosotros los que lo seguimos en su Iglesia, quitando con la Palabra que el Señor les da en su predicación los obstáculos que nos impiden avanzar hacia nuestra conversión, para que Jesús viva en nosotros, para convertirnos en alguien semejante en todo a El menos en el pecado, para darnos así la salvación y que la podamos dar a otros.

Con la primera venida del Señor a la Tierra se inauguró "el final de los tiempos" (lo que quiere decir que no debemos esperar nada más allá de lo que nos trajo Jesús, en quien se completó toda la Revelación), tiempos en los que estamos hoy.

Pero la "segunda venida" del Señor es personal, como la vivió cada Apóstol en Pentecostés, no colectiva como muchos creen. Será colectiva al final de la historia. Si no la has vivido es porque no estás en su Iglesia, a través de quien Cristo mismo la concede.

Dice la Palabra que nadie ha subido al Cielo si no quien ha bajado del Cielo. El Cielo no es un lugar sino un estado del alma, como lo ha dicho Juan Pablo II. Si hemos recibido al Señor en su manifestación visible del Espíritu Santo ya ha venido por segunda vez para nosotros y ya estamos en el Cielo.
Este es el "rapto" pues nuestra alma en un proceso de limpieza interior (el purgatorio de que ha hablado Benedicto XVI, el fuego interior), solo propiciado por el Espíritu después de llegarnos visiblemente, mediante un proceso de purificación interior, es "subida" a la presencia de Dios, de la misma manera que en el Antiguo Testamento Moisés debía subir a un monte para hablar con Dios y recibir sus instrucciones y seguirlas. Y de la misma forma en que Jesús subía al monte a orar y conocer la voluntad del Padre que le llegaba en su interior. Esa es la Fe.

Y es personal pues por eso dijo el Señor que "uno sería tomado y otro dejado" si había dos en un sitio. Los que reciben la Palabra del Señor en su corazón cuando la escuchan son los que son tomados y les llega el Espíritu Santo de forma visible, y los que la rechazan en su corazón endurecido son dejados y nunca les llega. Por ello dijo el Señor: "el que cree en El no es juzgado; el que no cree, ya está juzgado", (Jn 3, 18). Este es el Juicio y se da durante nuestra vida acá en la Tierra. El Juicio particular  enseguida de nuestra muerte y el final sólo ratificarán lo que hayamos elegido durante nuestra vida.

Y la conversión verdadera es un Don de Dios que nos entrega y recibimos cuando El desee, no es algo que yo pueda obtener solo porque lo pido y cuando lo pido, ni leyendo la Biblia fuera de la Iglesia, pues ustedes mismos reconocen que nadie sabe el día ni la hora ¿entonces porque decimos que con solo decir que recibo al Señor en mi corazón ya lo recibimos? Ni que el Señor fuera nuestra secretaria para obedecernos cuando le pedimos o exigimos algo.

San Agustín nos habló del Cielo al decir: "Él, cuando bajó a nosotros, no dejó el cielo; tampoco nos ha dejado a nosotros, al volver al cielo. Él mismo asegura que no dejó el cielo mientras estaba con nosotros, pues que afirma: "Nadie ha subido al cielo sino aquel que ha bajado del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo". Esto lo dice en razón de la unidad que existe entre él, nuestra cabeza, y nosotros, su cuerpo. Y nadie, excepto él, podría decirlo, ya que nosotros estamos identificados con él, en virtud de que él, por nuestra causa, se hizo Hijo del hombre, y nosotros, por él, hemos sido hechos hijos de Dios.".

Y eso es lo que revela el Nuevo Testamento, que Jesús predicó a los apóstoles y después de resucitar les envió su Espíritu, que era la resurrección para ellos también (aquí en la Tierra ya estaban en el Cielo por el Espíritu recibido).
Y ellos predicaron a sus discípulos a quienes también les dieron su Espíritu, lo que comprueba que solo en Ella se transmite como ha sucedido en sucesión continua hasta hoy.

Eso mismo había dicho Jesús al orar: "Padre te pido no solo por estos (los Doce) sino por los que por su palabra creerán en mí" (Jn 17, 20).
Solo se puede creer en Jesús, desde los Apóstoles hasta hoy y para siempre, y recibir la manifestación visible del Espíritu que es la conversión, a través de la Iglesia que Jesús fundó, no de la Biblia pues en ese entonces ni siquiera existía el Nuevo Testamento, lo que demuestra que las conversiones que en ella aparecen no se dieron por ella, de lo que habló Jesús al decir "Vosotros investigáis las escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí" (Jn 5, 39), queriendo decir que hay que seguirlo a El en persona, no en las Escrituras.

Cuando seguimos a Jesús en la Biblia y fuera de su Iglesia seguimos las ideas de Jesús que quedaron escritas, pero no a la persona de Jesús, al que solo podemos seguir en la Iglesia en la que El dijo que estaría "todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20).

Y agregó a Juan 17, 20: "para que todos sean uno como tu y yo somos uno" , lo que significa que su Iglesia es solo una en toda la Tierra como lo es la Iglesia Católica, lo que también está mostrado en el Nuevo Testamento pues todas las iglesias locales (Hebreos, Antioquía, ROMA, Corinto, Gálatas, etc.) fueron fundadas por los mismos apóstoles o sus discípulos pues a todas las visitaban, les escribían, les enviaban delegados, les hacían colectas o se reunían para solucionarle sus problemas, lo que demuestra su unidad universal.

¿Como puede ser entonces la Iglesia de Cristo una de las 28 o 30 mil congregaciones de reciente fundación y diferentes e independientes entre si (las que ninguna ha sido fundada por El) si El dijo que era una sola?

El mismo Pablo dijo a Timoteo: "Para que sepas como portarte en la Casa de Dios que es la Iglesia, columna y fundamento de la verdad" (Tim 4, 15). No dijo que la Biblia sino la Iglesia, una y universal, la única que fundó Cristo, es la columna y fundamento de la única Fe cristiana verdadera.

Por todo ello es que te invito a seguir a Cristo en su única Iglesia y en algún momento de esa experiencia religiosa El te dará la manifestación visible de su Espíritu y desde ese momento estarás en el Cielo, tendrás en ti la vida eterna y serás salvo, habrás salido del mundo. Fuera de la Iglesia no es posible. Por eso el Señor nos llama a dejar los prejuicios y a seguirlo en Ella. Un abrazo en el Señor a todos.