ANALIZA DIFERENTES TEMAS GENERALMENTE POLÉMICOS DE NUESTRA FE CRISTIANA
PARA MOSTRAR SI TIENEN o NO SUSTENTO BÍBLICO.

"La pregunta principal que nos planteamos hoy es ¿cómo hablar de Dios en nuestro tiempo? ¿Cómo comunicar el Evangelio, para abrir caminos a su verdad salvífica en los corazones de nuestros contemporáneos, a menudo cerrados, y en sus mentes, a veces distraídas por tantos destellos de la sociedad?"... ..."La primera respuesta es que nosotros podemos hablar de Dios porque Dios ha hablado con nosotros. La primera condición del hablar de Dios es, por lo tanto, la escucha de lo que ha dicho el mismo Dios."
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AAA Sacerdocio y Confesión sacramental ¿necesarios para la salvación? ¿porqué confesarnos con otro pecador? Perdón del pecado y de la pena temporal.


Es necesaria la Confesión sacramental al Sacerdote porque el sacrificio de Cristo no perdonó todos los pecados automáticamente desde hace 2000 años. La prueba es que Cristo después de su muerte y resurrección, Jn 20, 1, envió a los dirigentes de su Iglesia única a perdonarlos, 20, 23, lo que no habría hecho si ya no se necesitaba, si ya hubieran quedado perdonados con su muerte. Muchos creen a Jesús tonto, que puede cometer errores tan infantiles siendo Dios y teniendo la sabiduría e infalibilidad de Dios.
¿Porqué confesar los pecados a un pecador igual que nosotros? 
En el AT Dios perdonaba los pecados del pueblo a través del Sumo Sacerdote, su puesto era el Santo, entre los fieles y Dios, Hb 9, 2 (porque era el intercesor) el que una vez al año, después de rociar con sangre el Velo para poder abrirlo y pasar porque lo separaba del Santo de los Santos donde estaba Dios, Ex 26, 33; Hb 9, 3-4, entraba para derramar la sangre de un cordero sin mancha ni defecto sobre el propiciatorio que cubría el Arca donde habitaba Dios, Ex 26, 35; Hb 9, 5, sangre por la que Dios perdonaba los pecados de los fieles presentes en el Templo.

Cuando Cristo murió en la Cruz se rompió el Velo que los separaba, Mt 27, 51, indicando que ya el Santo (el sacerdote) y el Santo de los Santos (Dios) quedarían unidos en el nuevo Sacerdocio de Cristo (no quedan unidos los fieles y Dios porque el pueblo no tenía acceso al Santo, y la ruptura del Velo une solo al Santo -el sacerdote- con el Santo de los Santos -Dios-), para que Dios por la Sangre del Cordero Pascual que es Cristo perdone nuestros pecados. 

Pero siempre haciéndolo a través del Sacerdote porque cuando Cristo sopló sobre los Apóstoles para que recibieran el Espíritu Santo, Jn 20, 23, con el que los envió a perdonar los pecados después de su muerte y resurrección, lo que hizo fue rociarlos con su Sangre derramada en la Cruz, 1Ped 1, 2, hacerlos partícipes de su Sacerdocio, 5, 1ss, para que quedara roto en su interior el velo que los separaba de Dios y pudieran perdonar los pecados eficazmente en su nombre, en su presencia, perdonándolos el mismo Cristo a través de ellos, Gal 2, 20; Tit 1, 5.

Eso mismo sucede de nuevo hoy en el Sacerdote con su conversión y ordenación, por la imposición de manos del Obispo, Tit 1, 5; 2Tim 1, 6, sucesor directo de los Apóstoles y quien tiene su misma autoridad en el Espíritu.
Por ello Jesús dijo a Pedro y los demás Apóstoles que lo que desataran o ataran (decidieran) en la Tierra quedaría desatado o atado en el Cielo al mismo tiempo, porque Cristo en persona está presente en el Sacerdote para perdonar y decidir a través de ellos, Mt 16, 18. 
Y los pecados personales del Sacerdote no le quitan eficacia al perdón sacramental de Cristo porque un acto humano, un pecado, no es superior ni puede eliminar un acto o la voluntad de Dios.

No se puede entender entonces, como lo hacen los no católicos tan alegremente, que por la rotura del velo ya fue eliminado el Sacerdocio y que los fieles tendríamos acceso directo a Dios sin ellos porque eso no es lo que significa ese hecho. 
Pues así como en el AT solo el sacerdote podía interceder por los fieles pero debía acceder a una presencia de Dos que no tenía, hoy también es el Sacerdote cristiano quien sigue intercediendo por nosotros pero ya por haberse roto el velo en ellos por la muerte y resurrección de Cristo que han recibido como experiencia real y visible con el Espíritu Santo, lo hacen en la presencia interior de Cristo, ya teniendo acceso directo a Dios estando siempre en el Santuario, en el Santo de los Santos. Ya han entrado en el Cielo con Cristo.

Y a través de ellos, escuchando y creyendo su predicación, Mc 16, 15-16, que es la misma de Cristo, Lc 10, 16; Jn 17, 20-23, y recibiendo los sacramentos establecidos por Jesús, Mt 26, 26; Jn 20, 23; etc., es que poco a poco somos apacentados por ellos, 1Ped 5, 1ss, pero es Cristo quien hace de Mediador en ellos, hasta convertirnos recibiendo también nosotros su Espíritu visiblemente como en Pentecostés, cuando quedará roto el velo que nos separa de El y así estar también nosotros unidos directamente a Cristo y participar de su sacerdocio común de los fieles.

Los evangélicos dicen que ya están unidos a Cristo y salvados por su sacrificio pero sin nunca vivir la experiencia real de recibirlo visiblemente como los Apóstoles en Pentecostés que nos lo comunica , lo que es un error gravísimo pues creen tener acceso directo a Dios sin nunca tenerlo en realidad, y por ello rechazan a la Iglesia Católica y el Sacerdocio que sigue siendo el único medio establecido y dicho por Jesús desde hace dos mil años para unirnos a El. 

Es el Sacerdote quien nos comunica la muerte y resurrección de Cristo porque la llevan en su interior, Is 66, 19. Como en el AT, no podemos acceder a Dios sin ellos.

Con la Confesión sacramental concretamos nuestro arrepentimiento y es la única forma en que se realiza el perdón de pecados de Dios en nosotros ayudándonos a convertirnos porque nos allana el camino hacia El. 

Muchas veces postergamos (o rechazamos) la confesión sacramental (como lo hacen los no católicos) para no tener que reconocer ante Cristo y sus sacerdotes que hemos sido malos administradores o reyes de nuestra vida, que la hemos gobernado mal, para no reconocer que hemos fallado y que solo Cristo, conduciéndola El en persona, es que ella tendrá sentido y verdadera realización y perfección. Es falta de humildad en el fondo. Por ello el confesarnos es un acto de humildad y reconocimiento de la majestad de Cristo sobre nosotros, nuestro deseo de que El sea quien gobierne nuestra vida, algo de suma importancia para nuestra conversión porque Cristo viene y reina sólo donde lo desean y le permiten ser Rey.

Perdón del pecado y de la pena temporal:
Nuestros pecados tienen un doble aspecto, el pecado en si, que según su gravedad obstaculiza en mayor o menor medida nuestra conversión, Mt 12, 32, y entrada al Cielo, Ap 21, 27, y una pena temporal que debemos pagar por el acto cometido. Dios nos perdona el pecado en la confesión sacramental pero no nos exime de reparar el daño causado, Ex 34, 6-7.

Esta pena temporal es perdonada en su totalidad solo con la indulgencia plenaria, la que ganamos al visitar los santuarios definidos por la Santa Sede en cada ciudad y país y adicionalmente  comulgando, confesándonos, orando por las intenciones del Papa, haciendo una obra de caridad con un necesitado y tener la intención sincera de dejar el apego al pecado (no se cobra por dar la indulgencia como dijo Lutero).


El Purgatorio es para quienes al momento de morir ya han sido perdonados de sus pecados por Dios y por eso están ya salvados, pero les falta pagar aun lo que no repararon durante su vida.