ANALIZA DIFERENTES TEMAS GENERALMENTE POLÉMICOS DE NUESTRA FE CRISTIANA
PARA MOSTRAR SI TIENEN o NO SUSTENTO BÍBLICO.

"La pregunta principal que nos planteamos hoy es ¿cómo hablar de Dios en nuestro tiempo? ¿Cómo comunicar el Evangelio, para abrir caminos a su verdad salvífica en los corazones de nuestros contemporáneos, a menudo cerrados, y en sus mentes, a veces distraídas por tantos destellos de la sociedad?"... ..."La primera respuesta es que nosotros podemos hablar de Dios porque Dios ha hablado con nosotros. La primera condición del hablar de Dios es, por lo tanto, la escucha de lo que ha dicho el mismo Dios."
<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>

AAA ¿Tienen los Santos que ser omnipresentes, omniscientes y omnipotentes como Dios para escuchar nuestras oraciones y realizar milagros? Intercesión. "Ustedes harán las cosas que yo hago y mayores aún", Jn 14:12.

                                                 

La Iglesia Católica nunca ha enseñado que los Santos sean omnipresentes, omniscientes y todopoderosos como Dios. y en realidad no necesitan serlo para cumplir la misión que la Iglesia les atribuye de interceder con milagros y con la oración por los fieles de la Iglesia.

En cuanto a la omnipresencia, hay que afirmar rotundamente que los Santos no pueden estar en todas partes al tiempo como si puede estarlo y lo está Dios siempre. Solo que en el Cielo disfrutando de la resurrección ya sus cuerpos no están sujetos a las leyes de la materia como cuando vivían en la Tierra, sino a las del Espíritu. Y de acuerdo a las leyes del Espíritu si pueden ser transportados por Éste a cualquier punto de la Tierra en un instante.

Eso lo muestra la Biblia en las apariciones de Jesús a los discípulos después de muerto y resucitado, 1Cor 15, 3-5, que aparecía y desaparecía en un instante, Lc 24, 34, incluso en sitios cerrados, Jn 20, 19ss, y podía aparecer en sitios muy distantes después, Mt 28, 16.

Algunos me han contestado que eso lo hacía Jesús por ser Dios, pero que no lo pueden hacer los Santos porque son seres humanos. Recordemos que Jesús le había dicho a los miembros de su Iglesia única que ellos harían las cosas que El hacía y mayores aún, Jn 14, 12, por lo que si Jesús venía a la Tierra y hacía milagros, Jn 21, 1-14, y hablaba con los discípulos después de su muerte, los Santos después de morir físicamente también lo pueden hacer porque han recibido la misma vida eterna de Cristo, no ninguna otra, lo que el mismo Jesús dijo, que el que creía en El tendría vida eterna, que aunque muriera viviría para siempre –porque convertirnos y acceder a la vida eterna consiste en llegar a  ser como Cristo, en reproducir su imagen en nosotros como lo dice Rom 8, 29, lo que significa tener su misma vida eterna y sus mismas facultades.
   
Y la demostración bíblica de que esta cualidad si la pueden tener seres humanos que han recibido el Espíritu es mostrada en el episodio bíblico en que el Apóstol Felipe es transportado por el Espíritu Santo a otra ciudad –Azoto- en un instante después de bautizar al eunuco etíope en el desierto, Hch 8, 39-40.

Algunos me dirán que eso fue mientras estaba vivo, no después de morir. Todo lo que Dios realizaba en los discípulos del Nuevo Testamento es figura o anuncio, o adelanto si se quiere, de lo que podremos vivir en plenitud en el Cielo después de nuestra muerte física. 
Y aunque eso lo negáramos, esa cualidad o don también fue mostrado a través de personas santas después de su muerte física, por ejemplo cuando Moisés estuvo presente junto a Jesús delante de los Apóstoles Pedro, Juan y Santiago en la Transfiguración, Lc 9, 28-36 –también estuvo Elías pero no lo menciono porque me van a decir que él no murió físicamente porque fue llevado a los Cielos sin experimentar la muerte física, lo que en realidad no cambia en nada el hecho de que si estuvo en la Transfiguración es porque estaba vivo en el Cielo como Jesús lo prometió a todos los Santos -el hecho de no pasar por la muerte solo es una concesión especial que no cambia el hecho de fondo, que está vivo en el Cielo-, lo que dijo expresamente también de Abraham, Isaac y Jacob en Lc 20, 37-.
Que la presencia de Moisés y Elías en la Transfiguración era muy real lo demuestra que Pedro le propuso al Señor que hicieran tres tiendas para que pasaran la noche con ellos, lo que significa que su apariencia era la de unas personas comunes y corrientes, con un cuerpo físico que podía ser tocado -aunuqe no dice el texto que lo hicieron- como el de Jesús después de su resurrección, Jn 20, 11-18, episodio que también despeja cualquier duda de que no fueran ellos en realidad. Lo aclaro porque muchos dicen para negar que estén vivos en el Cielo que era solo una visión, que no estaban en realidad allí, lo que no dice el texto.    

¿Puede darse que algún Santo tenga el don de la ubicuidad que es estar presente en dos sitios al mismo tiempo?
Es necesario aclarar primero que el don de la ubicuidad no significa ser omnipresentes como Dios. Hay que distinguir un concepto del otro. Omnipresente solo es Dios porque solo El puede estar en todas partes del Universo entero al mismo tiempo. El don de la ubicuidad solo implica poder estar en dos sitios a la vez.

Aunque ninguna persona aunque esté ya en el Cielo deja de ser eso siempre, una persona y siempre la misma persona, en singular, si es cierto que ya tiene un cuerpo glorioso como ya dijimos antes, que no está sometido a las leyes de la materia sino a las del Espíritu, y que por ese don concedido por Dios a los Santos de ser trasladados de un punto a cualquier otro de la Tierra en solo un instante, si pueden tener, por la rapidez en que pueden ser transportados, de un sitio a otro en un instante, el don de la ubicuidad.
De algunos Santos -el Padre Pio por ejemplo- se cuenta que aun mientras vivían en la Tierra han experimentado estar en dos sitios distantes a la vez a la misma hora, lo que ha sido avalado por testigos en ambos sitios, pero asumamos que eso sería de forma excepcional concedido a algunos Santos excepcionales, y es posible porque para Dios nada es imposible. Porque si en El somos, nos movemos y existimos durante nuestra vida natural como lo dice Hch 17, 28, cuando vivimos la vida en el Espíritu también estamos ya sujetos a leyes superiores que tendremos en plenitud en el mas allá.
De todas formas esto solo lo anoto a manera de comentario pero como no es comprobable bíblicamente sino como parte de la revelación personal hecha por el Espíritu a quienes lo reciben al convertirse, ni es necesario ni vale la pena entrar en esta discusión. Con saber que pueden estar en la Tierra e interceder actuando en favor nuestro, lo que si demuestra la Biblia fehacientemente, ya es suficiente.  


Tampoco los Santos son omniscientes como Dios, que puedan escuchar todo lo que se dice en la Tierra ni necesitan hacerlo. Los santos escuchan solo lo que el Espíritu del Señor, el que si es omnipresente y omnisciente y por eso todo lo ve y todo lo escucha, les revela o comunica de lo que necesitan saber de acuerdo a la misión que vayan a cumplir para servir al Señor. Uno de los componentes de la fe cristiana es recibir la luz y los dones del Espíritu Santo desde que lo recibimos visiblemente como en Pentecostés, lo que está mostrado muchas veces en la Biblia.

Para poner solo unos pocos ejemplos, porque el Espíritu se lo reveló Jesús le pudo decir a la samaritana su historia de varios maridos cuando Jesús le pidió de beber junto al pozo de Jacob, Jn 4, 17-18, por lo que ella lo reconoció como el Mesías, lo que demostraba que era cierto.

O cuando le dijo a Natanael, sin nunca antes haberle conocido personalmente, que le había "visto" debajo de la higuera y que era un hombre con un corazón sin engaño, Jn 1, 47-49. Le había sido revelado por el Espíritu tanto un episodio real en el que no estuvo físicamente presente Jesús, como un estado interior de otra persona que solo por la acción del Espíritu podía ver.

También por este don Pedro supo que Ananias y Zafira hacian fraude con el dinero del lote, Hch 5, 1-5, lo que se demostró que era cierto porque murieron en el acto, pues de lo contrario no habrían muerto, porque no significaría un pecado contra el Espíritu presente en los Apóstoles, que fue por lo que murieron.

Y así hay otros pasajes que narran este conocimiento por parte de los creyentes de cosas que no se pueden saber a simple vista, con las solas cualidades humanas, sino que el Espíritu se las comunica y revela directamente. Y como los creyentes ni al morir físicamente nos separamos de Cristo una vez unidos a El, esa cualidad o don permanece en el mas allá.

Entonces los Santos solo saben lo que el Espíritu les comunica de acuerdo a lo que necesitan saber para cumplir su misión evangelizadora y de intercesión, tal como sucedía cuando las realizaban en la Tierra. El Espíritu les participa en un grado menor de su omnisciencia porque llegan a saber lo que necesitan saber, y que de otra manera, si no lo hubieran recibido desde que estaban en la Tierra, nunca podrían conocer, pero eso no significa que son omniscientes como Dios.

Por ello los Santos no escuchan ni tienen que escuchar todo lo que se dice en la Tierra como lo hace Dios, ni siquiera deben escuchar todo lo que se les pide, pues escuchan solamente aquellas oraciones que el Espíritu les revela o hace escuchar porque serán concedidas, de todas las que les hacen los fieles desde la Tierra.
Y ellos pueden atender solo una oración por vez, pero como pueden ir de un sitio a otro en forma instantánea como ya lo vimos arriba, pueden atender muchas peticiones en instantes.  Pero no todas las oraciones requieren que el Santo a quien se le haya hecho se desplace a un sitio, pues muchas son para pedirles oración por alguien.


Los santos no son tampoco omnipotentes como Dios por el hecho de que puedan hacer milagros, porque solo hacen los que el Señor les concede hacer por ser necesarios para ayudar a un creyente que los ha invocado en la oración, a quien es enviado, tal como aparece en el Nuevo Testamento que los hacían los Apóstoles. Y a ellos les era pedido por muchos fieles hacer milagros sin pedirlos directamente a Jesús o al Padre. Y ellos los hacían por el poder que habían recibido del Señor, Hch 9, 38-40.
Por eso los Apóstoles podían hacer los milagros que hacía Jesús como sanar enfermos, Hch 3, 1-11, y resucitar muertos, 9, 36-42.
Y después de fallecidos y resucitados pueden hacerlos también porque no han cambiado la condición de ser de Cristo, de estar unidos a El y por eso tienen su mismo poder. Por eso dijo Pablo, como ya lo mencionamos arriba, que "ni la muerte ni la vida nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús.", Rom 8, 38-39.

Y en los casos en que necesitan desplazarse a la Tierra cada Santo con la guía del Espíritu puede decidir cuáles son mas urgentes y atenderlas primero. No todas las oraciones como ya vimos son concedidas ni tienen que ser concedidas de forma automática e instantánea, porque eso depende del grado de conversión del orante y de que Dios decida concederla de acuerdo a la conveniencia de la solicitud para la salvación del fiel, porque Dios no concede oraciones que nos sirvan para perjuicio nuestro, para condenarnos, aunque las pidamos fervorosa e insistentemente –aclaro esto porque hay algunos hermanos separados que con cronómetro en mano hacen necios cálculos de cuanto podían demorar los Santos en atender las oraciones si las concedieran todas para tratar de demostrar que no es posible cumplirlas todas-.

Por el solo hecho de que alguien pida algo a un Santo, o porque oren muchos al mismo tiempo a un Santo o a María para solicitarle algo, eso no quiere decir que el Santo deba trasladarse automáticamente a cada sitio donde lo invocaron, porque en ese caso ya la oración no sería una petición o ruego sino una orden obligatoria y eso no es real. Cada Santo es autónomo para organizar, siempre guiado por el Espíritu, a quien atiende y en qué momento lo hace, y solo lo que debe atender, o lo que es importante que conozcan, le es comunicado.
Los santos son como los Ángeles, colaboradores y servidores de Dios, y solo cumplen sus órdenes. No son reemplazo de Dios ni tienen poderes en el mismo grado que Dios, y todo lo que pueden hacer es porque Dios les ha concedido el poder de hacerlo.

Algunos me han preguntado ¿porqué pedirle a los Santos y no a Dios si El escucha directamente nuestras oraciones y El las puede conceder directamente sin comunicarla a los Santos para que ellos las realicen?
Porque como ya dijimos Dios decidió libremente escoger colaboradores de entre quienes deseen seguirlo para que le ayuden en su misión salvadora, para lo que eligió y formó a los Apóstoles y demás discípulos y los envió con su poder al mundo entero para que el crea en Jesús a través de ellos se salve, Jn 17, 20-23; Mc 16, 15-16.

Pero hay otras razones adicionales. Porque Dios puede saber todo lo que pedimos porque es omnisciente, pero eso no significa que toda oración que oye la conceda, porque solo las concede dependiendo del grado de conversión y del  deseo de seguirle y amarle del orante. Por eso El mismo reveló que escucha la oración de los justos: “la oración del justo es escuchada”, Sant 5, 16,  –también depende de que sea conveniente lo que pedimos para nuestra salvación-.

Por esa condición necesaria de vivir antes en la justicia de Dios para que El escuche nuestra oración es que dijo Jesús a los dirigentes de su Iglesia única, a los Apóstoles y demás discípulos, que lo que pidieran “en su Nombre”, que significa estando ya en su presencia real recibiendo de forma manifestada su Espíritu como fue concedido a los Apóstoles en Pentecostés, El lo haría porque iba al Padre, Jn 14, 13.

Por ello aunque Jesús no tenía pensado ni programado realizar ningún milagro, y se resistía a hacerlo, María lo convenció de convertir el agua en vino en la boda de Caná siendo que los novios y el maestresala no se lo pidieron a Jesús directamente sino a Ella, Jn 2, 1-10, porque Jesús cumple lo que promete, que lo que le pidan sus Santos lo concede. Por eso Maria y los Santos pueden interceder con sus oraciones ante Jesús para que por lo que les pedimos a ellos interceder Jesús nos lo conceda, porque a ellos si les atiende sus peticiones con toda seguridad.

Por ello es necesario pedirle a los Santos que oren por nosotros, tanto a los dirigentes de la Iglesia Católica que aún están con nosotros acá que oran por nosotros y nuestra salvación en la Misa, y a los Santos del Cielo que ya gozan de la plenitud en el mas allá, porque si los convencemos de hacerlo estamos seguros de que a ellos Jesús si los escucha y les concede lo que pidan porque ya son justos, ya viven en su presencia real.