ANALIZA DIFERENTES TEMAS GENERALMENTE POLÉMICOS DE NUESTRA FE CRISTIANA
PARA MOSTRAR SI TIENEN o NO SUSTENTO BÍBLICO.

"La pregunta principal que nos planteamos hoy es ¿cómo hablar de Dios en nuestro tiempo? ¿Cómo comunicar el Evangelio, para abrir caminos a su verdad salvífica en los corazones de nuestros contemporáneos, a menudo cerrados, y en sus mentes, a veces distraídas por tantos destellos de la sociedad?"... ..."La primera respuesta es que nosotros podemos hablar de Dios porque Dios ha hablado con nosotros. La primera condición del hablar de Dios es, por lo tanto, la escucha de lo que ha dicho el mismo Dios."
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AAA ¿Cómo se debe interpretar la Biblia para llegar a la verdad que ella encierra? "Ante todo tened en cuenta que ninguna profecía de la Escritura vino por voluntad humana", 2Ped 1, 20 ¿Es cierto que en la Iglesia Católica no se estudian las Escrituras?


Hay quienes dicen que en la Iglesia Católica no se estudia la Biblia ni se escucha la Palabra de Dios. Nada mas falso.

En el caso de los fieles rasos, no es cierto que no escuchan o estudian la Palabra de Dios escrita pues en la Eucaristía solamente se proclama EN CADA EUCARISTÍA o MISA DEL DÍA una lectura del Antiguo Testamento o del Nuevo Testamento, mas un Salmo y un Evangelio, y los domingos o días festivos importantes se agrega una lectura adicional siempre del Nuevo Testamento. Y todas estas lecturas son explicadas por el sacerdote en su homilía.
Ello significa, nada mas y nada menos, que POR CADA EUCARISTÍA, en un solo año se proclaman para los fieles DE CADA PARROQUIA, explicadas, cerca de 365 citas diferentes de los evangelios y 365 más de todo el Nuevo Testamento, además de 365 citas de los Salmos y pongamos cerca de 100 más del Antiguo Testamento.

Sumado todo, promediando entre los días en que en la Eucaristía se proclaman solo tres lecturas bíblicas con los días en que se proclaman cuatro, POR CADA EUCARISTÍA EN UNA SOLA PARROQUIA DURANTE UN SOLO AÑO, los fieles de esa parroquia reciben CERCA DE 1.195 CITAS BÍBLICAS CON SU RESPECTIVA EXPLICACIÓN POR PARTE DEL SACERDOTE.
¿Es eso poco? No, de ninguna manera.

Y si eso lo multiplicamos por UN PROMEDIO DE 4 MISAS DIARIAS (promediando las de los días hábiles con las del fin de semana), EN CADA PARROQUIA SE PROCLAMAN Y ENSEÑAN ANUALMENTE CERCA DE 4800 citas bíblicas.

Y ello multiplicado por las cerca de 500.000 parroquias que existen en todo el mundo nos da la impresionante cifra de cerca de 2'400.000.000 (dos mil cuatrocientos millones) de citas bíblicas proclamadas anualmente en la Iglesia, explicadas por los sacerdotes para los fieles. ¿Será que en la Iglesia no se leen ni se enseñan las Escrituras?

Leamos ahora lo que dicen los misioneros del Sagrado Corazón en su página web, acerca de las lecturas que son proclamadas en la Eucaristía:

"La Iglesia, una madre solícita que desea alimentar a sus hijos con la palabra de Dios, desea que los fieles escuchen, en cuanto sea posible, todo el contenido de la Sagrada Biblia.

"Esto requiere su tiempo (pues) al dar de comer a sus hijos la mamá tampoco les pone en la mesa todos los alimentos de la semana, del mes o del año entero. Sabiamente reparte las porciones necesarias cada día y a su tiempo. Por eso la Iglesia ha repartido las lecturas bíblicas en tres ciclos: ciclo A, ciclo B, ciclo C. Vale decir, si usted participa fiel, atenta y devotamente en la Santa Misa dominical durante tres años escuchará prácticamente toda la Biblia." Y explicada en la homilía, agrego yo.

"También escuchará un poco más completamente toda la Biblia en un espacio de dos años si participa en la Santa Misa todos los días de entre semana".

"Esto para que no se confunda cuando hablan del ciclo A, B o C. También escuchará que dicen: ciclo de San Mateo (A), ciclo de San Marcos (B) y ciclo de San Lucas (C). ¿Se acuerda que hablamos de un ciclo de tres años? Pues durante cada uno de los años (A-B-C) se lee como texto más importante el Evangelio del evangelista correspondiente.
¿Cuando se lee el Evangelio de San Juan puesto que hay cuatro Evangelios? El Evangelio de San Juan se lee durante el tiempo de Pascua especialmente y eso durante los tres ciclos."

"Aunque no le sea posible participar en la Misa entre semana puede, por lo menos, leer las lecturas bíblicas de las celebraciones eucarísticas diarias de los "Tiempos Fuertes: Adviento - Navidad - Cuaresma - Pascua de Resurrección" y las lecturas bíblicas de las celebraciones eucarísticas entre semana del Tiempo Ordinario. Recuerde "ordinario" significa lo que "ordinariamente" solía hacer o enseñar nuestro Señor Jesucristo."

Pero una de las ventajas de la escucha de la Palabra en la Iglesia que Jesús fundara hace 2000 años, radica no solo en que ese fue el medio eclesial en que la leyeron, estudiaron y enseñaron los apóstoles (el Antiguo Testamento, al menos) y estos a sus discípulos (por las Cartas que les escribían que hoy hacen parte de la Biblia), como se hace hasta hoy en la Iglesia, sino que su estudio y proclamación se aborda relacionando las Escrituras del Antiguo Testamento con las del Nuevo, los hechos de la Antigua Alianza que nos llevó a la Nueva, los del pueblo antiguo que nos lleva a la perfección en la Iglesia de Cristo, que dan el verdadero sentido y aclaran el origen y el porqué de los hechos que hoy debemos vivir y celebrar de nuestra Fe.

Y si alguien desea avanzar un poco mas rápido en el conocimiento bíblico la Iglesia en cada parroquia dicta permanentemente cursos de interpretación bíblica y otros aspectos de la Fe, a los que se suman millones de fieles en todo el mundo.

Pero es bueno y adecuado ir con prudencia en el conocimiento de los temas bíblicos, ya que no son nada fáciles de abordar pues por su complejidad teológica y por haber sido escritos en diferentes épocas de la historia muy diferentes a la nuestra, se requieren una serie de conocimientos al menos básicos para que los que se inician en estas materias puedan entender la Palabra escrita en su verdadero significado, conocimientos en los que se debe progresar sin prisa pero con bases conceptuales firmes para llegar a la verdad que ellos encierran.

Y ello tiene un sentido y un propósito. Una madre -y la Iglesia lo es- no puede darle a sus hijos pequeños la comida de todo el mes en diez días, como cité antes. Hay que darles la ración de comida diaria necesaria para que la digieran bien y les haga provecho, para que los nutra adecuadamente y puedan crecer de acuerdo a su edad. Si les damos la comida de todo el mes a nuestros hijos o lo hacemos con nosotros mismos, terminaremos seguramente con un grave problema de obesidad malsana o al menos con una gran indigestión o en el peor de los casos con un desorden alimenticio de grandes proporciones que en ningún caso nos hará bien a nuestra salud.

Y es lo mismo en cualquiera de las ramas del conocimiento humano. Las facultades de medicina o de cualquier otra ciencia de todo el mundo no ofrecen graduar a sus estudiantes en uno o dos semestres pues aunque se lean en ese tiempo todos los textos necesarios para los estudios de diez años, las universidades saben que unos estudios tomados tan ligeramente, sin la oportunidad de conocerlos gradualmente para ganar en profundidad, sin la madurez intelectual y emocional de la persona para asumir interiormente cada nuevo aspecto de su carrera con unas adecuadas bases en los conocimientos anteriores, y sin la práctica reposada que solo se adquiere con los años, lo necesario para una práctica profesional ética y eficaz, no serán asimilados adecuadamente para hacerlos parte de su interior, por el aspirante a médico u otro profesional, lo que vendrá finalmente en su perjuicio pues no se desempeñará adecuadamente y cometerá errores. Eso aplica para todo aspecto del conocimiento humano.

Por ello mismo es que a los niños y jóvenes es necesario desde temprana edad también prepararles para la universidad con unos estudios de educación básica primaria y secundaria que los hagan aptos para recibir y asumir todos los conocimientos y la práctica que se les entregará en la universidad. Si ponemos a un joven de 10 años en la universidad para estudiar una carrera sin haber tenido la preparación de los estudios anteriores, y sin estar preparado ni intelectual ni emocionalmente para ello, nos garantizará su fracaso como estudiante y como profesional, aunque intelectualmente por tener buenas capacidades llegue a entender algunas cosas o casi todas las de su carrera. Debe estar listo y haber seguido una preparación inicial y un desarrollo intelectual y emocional para asumir adecuadamente los conocimientos que se le darán.

Lo mismo pasa con la Palabra de Dios. No podremos digerir adecuadamente y por lo tanto no nos hace bien a nuestra salud espiritual y mental si con lo que nos debemos alimentar de la Palabra de Dios en un año, lo hacemos en un mes o tres meses. O si lo que debemos aprender y asumir en uno o en cinco años lo aprendemos en 15 días o seis meses. O si no nos tomamos la molestia de aprender y tener unos conocimientos básicos iniciales que nos preparen mejor para entender y asumir en su verdadera perspectiva los conocimientos que nos son dados.

Si te quieres aprender toda la Biblia en 6 meses, solo(a) y sin ayuda de los que saben y tienen la autoridad del Espíritu, terminas indigestado(a) y con grandes errores, que es la indigestión o el desorden alimenticio en materia espiritual.

En la Iglesia Católica se enseñan o proclaman las Escrituras poco a poco como lo hizo el Señor, ya que solo en cerca de tres años (lo que duró la vida pública y la enseñanza de la Nueva Alianza por parte de Jesús) de misa al menos dominical cada creyente recorre los cuatro Evangelios y toda la Palabra de Dios incluyendo el Antiguo y el resto del Nuevo Testamento.

Y ello garantiza que esa Palabra y la Eucaristía al menos semanal actuarán en el creyente para que cuando esté preparado para ello interiormente, viva la Fe como la vivieron los apóstoles al manifestárseles visiblemente el Espíritu Santo, que es el momento en que vemos tangiblemente (no emocional, ni sentimental, ni intelectualmente como lo asumen muchos grupos) el fruto de nuestra Fe. Las Escrituras, mas que asumirlas como un conocimiento o disciplina meramente intelectual, se deben escuchar cuando son proclamadas en la asamblea o comunidad eclesial, ya que solo de esa forma tienen el poder del Espíritu de transformarnos para convertirnos a Cristo. La Palabra de Dios no se puede asumir solo racionalmente (con nuestra razón) tratando de llevar a la práctica con nuestras propias fuerzas lo que dice, sino que debemos permitir que nos transforme espiritualmente, con la Gracia que ella trae y que cambia nuestro interior, cuando creemos a lo que de ella se proclama en la Iglesia (Jn 17, 20, Lc 10, 13-16).
( ver: http://lasverdadesreveladasenlabiblia.blogspot.com/2010/08/lo-que-dios-nos-revelo-en-pentecostes.html )

¿Y quiere decir todo lo anterior que no se debe estudiar la Escritura privadamente? De ninguna forma. La Iglesia no se cansa de recomendar, en comunión con Ella, el estudio personal de la Biblia para crecer en el conocimiento del Señor. 

Pero para ello se deben tener en cuenta algunas cosas importantes para hacerlo con el provecho adecuado.

El estudio de la Escritura requiere unos conocimientos al menos básicos en la cultura, el sistema político y religioso, el idioma y la gramática de los escritores bíblicos, pues fue inspirada por Dios pero usando palabras humanas a través de autores que vivieron en épocas precisas de nuestra historia diferentes a la nuestra, por lo que es necesario profundizar en el estudio de su realidad, en sus contextos en cada aspecto, para llegar a descubrir lo que Dios quiso decir con las palabras que esas personas usaron. No podemos interpretar palabras y hechos que antes significaban una cosa determinada con los criterios y significados que tenemos hoy.

Por ello, como es quizás muy difícil que todos podamos realizar esos estudios, debemos acudir a la interpretación que hacen en cada homilía los sacerdotes, que si han realizado esos estudios, los que a su vez los han recibido de sus obispos y sacerdotes mas antiguos, quienes también los realizaron en su momento y han desarrollado una experiencia y mayor autoridad en su interpretación.

Pero además la Biblia no se puede estudiar por sectores (de allí viene el apelativo de "sectario" dado a grupos que así lo hacen), tomando aisladamente unos textos pero sin relacionarlos con otros que en la misma Biblia hablan del mismo tema o los contrarían, pues se puede llegar a conclusiones parciales que no son mas que simples errores.

O no se puede tomar de la Biblia solo los textos y personajes que me gustan (lo mismo, por "sectores", de sectario) y dejar de lado olímpicamente otros textos bíblicos porque no ratifican lo que yo creo (como por ejemplo hizo Lutero al desechar los Libros deuterocanónicos a pesar de que los usaban los judíos desde el año 250 a.C. y los usaron Jesús y los apóstoles).

La Biblia es toda ella, SIN QUITARLE NADA, LA PALABRA DE DIOS, que muestra una Fe QUE ES UN TODO, UNIVERSAL (no un sector o parte de ella), completa, íntegra, total. Al aceptarla por sectores le estoy diciendo a DIOS QUE ESOS SECTORES o TEXTOS QUE RECHAZO NO SON SU PALABRA, LO QUE NO ES CIERTO PUES EN LA BIBLIA APARECEN, y le digo de esa forma que yo tengo una mejor Fe que la de El, la que yo he armado de retazos (quitando lo que no me gusta y añadiendo lo que me gusta) y termino por eso con una fe personal, sectaria, incompleta y equivocada, diferente a la que Dios y su Hijo Jesucristo por medio del Espíritu Santo, crearon para nosotros.

La Fe es Universal, ES UN TODO, completa, pues contiene un todo que está reflejado en su mayor parte en la Biblia, pero se debe estudiar, profundizar e interpretar para llegar a la verdad que está escondida en ella, y si yo estudio y acepto solo sectores de ella sin profundizar en todo lo que los textos completos significan y dicen, llego a errores que lo que hacen es apartarme mas de la Fe verdadera, de la de Cristo. TODO LO QUE LA BIBLIA NARRA ES PARTE DE LA FE DE DIOS y DE SU HIJO JESUCRISTO y SI DESECHO ALGO YA NO ES LA FE DE DIOS y DE CRISTO SINO LA MIA, LA QUE HE INVENTADO ARMÁNDOLA CON RETAZOS DE LA DE EL, INCLUYÉNDOLE OTROS MÍOS.

Y las verdades de la fe cristiana que están escritas en la Biblia no quedaron dichas solo con palabras que literalmente expliquen esas verdades, como para pretender que todo lo que se afirma como cierto de la fe deba estar escrito literalmente, pues el mismo Jesús dijo en la Biblia que El hablaba en parábolas (Mt 13, 10-13), en narraciones o en hechos reales narrados pero que también contienen verdades reveladas que no están explicadas directamente en ellas, sino que el mismo Jesús o los apóstoles y sus sucesores posteriormente las explicaron (por ejemplo en la parábola de la semilla y la palabra en el camino que cae sobre zarzas, piedras o en tierra buena). Por ello yo no puedo dejar de lado la enseñanza de lo que los mismos hechos narran o cuentan porque también son Palabra de Dios y contienen verdades que no están dichas directamente con el significado directo que las palabras tienen sino que los hechos narrados permiten sugerir e interpretar.

Por otra parte, la verdadera FE de Cristo (no la que yo me invento a mi medida) no fue revelada toda por Jesucristo ya que El mismo dijo a sus apóstoles que cuando llegara el Espíritu de la Verdad (el que les llegó visiblemente en Pentecostés) El los llevaría "a la verdad completa", Jn 16, 12 (esta es una de las verdades que dijo Jesus que muchos rechazan siendo también palabra de Dios), LO QUE SIGNIFICA QUE TODA LA VERDAD NO FUE DICHA POR JESÚS y POR LO TANTO NO ESTÁ TODA EN LA BIBLIA, y QUE DEBEMOS LLEGAR A ESA MISMA EXPERIENCIA DE MANIFESTACIÓN VISIBLE DEL ESPÍRITU PARA CONOCER TODA LA VERDAD DE LA FE CRISTIANA y PARA VIVIR EN SU PLENITUD ESA VERDAD, ESA ÚNICA FE CRISTIANA.

Y aún la misma Biblia, la verdad que Jesús dijo y está escrita, aun la parte de la verdad cristiana que está en ella, no se puede interpretar sin haber vivido antes esa experiencia de la manifestación visible del Espíritu Santo, ya que en Apocalipsis 6 dice que la Palabra de Dios escrita en el Libro tiene "siete sellos" que solo se pueden abrir con la conversión, con la manifestación visible del Espíritu en nuestra realidad de vida que es la única que nos hace partícipes plenos de la vida de Cristo, de su realidad como persona, que nos hace como El, por lo que si interpreto la Biblia sin haber vivido antes esa experiencia y sin tener la humildad de atender a lo que enseñan quienes ya la han vivido (que es lo que la Biblia muestra que Jesús dejó en los Apóstoles y sus sucesores y ellos hicieron al escribir las Cartas que hacen parte de la Biblia), siempre voy a caer en el error pues siempre que la interpreto sin El, lo hago con mi sola razón, privadamente, que es lo que dijo Pedro en 1Pe 1, 20, QUE TAMBIÉN ES PALABRA DE DIOS, que no se debe hacer, pues Pedro lo sabía ya que él había vivido esa experiencia antes en Pentecostés.

Por todo ello y por muchos textos más es que sabemos quienes no la han vivido pues solo se vive en la Iglesia que Jesús fundó hace 2000 mil años en Pedro y los demás apóstoles y sus sucesores y que es la Iglesia Católica pues ninguna otra tiene ese tiempo de fundada: quienes están fuera de ella porque la rechazan rechazando al mismo tiempo lo que Jesús y los apóstoles y sucesores dicen en su Palabra, eso dice claramente que lo que fuera de la Iglesia se predica y creen no es la verdad completa, que es una fe incompleta, sectaria pues es solo una parte de ella, errada, que NO ALCANZA LA PLENITUD NECESARIA para la salvación. Puede que haya católicos que estén en camino de vivirla, pero estamos seguros de que nadie de fuera de nuestra Iglesia puede vivirla.

SI FUERA DE LA IGLESIA AMAN A JESUS COMO DICEN QUE LO AMAN (y lo que yo creo sinceramente que es cierto pues lo buscan incansablemente lo mismo que nosotros) NO DEBERÍAN CONFORMARSE CON MENOS DE LA VERDAD COMPLETA y DE LA PLENITUD QUE EL DEJÓ EN SU IGLESIA, EN DONDE LLEGA JESÚS A MANIFESTARSE y HACERSE UNO CON CADA FIEL, lo que fuera no se alcanza por rechazar a la Iglesia de la que El mismo dijo que al escucharla le escuchábamos a El y recibiéndola le recibimos a El (Lc 10, 13-16).

El profesor de teología de Bayamón, Puerto Rico y ex-pastor evangélico convertido al catolicismo, Dr. Fernando Casanova, en su programa "Estoy en Casa" de la cadena de televisión EWTN, en la que se dirige a católicos y evangélicos para explicar como a través del estudio de la Biblia y a la guía de algunos amigos, a pesar de la oposición inicial de los fieles de su congregación y de su misma familia, salió de una fe incompleta dividida en cientos de miles de congregaciones independientes, para llegar a la plenitud de la Fe Universal en la Iglesia Católica, dijo en uno de sus capítulos que "no hay una sola palabra en todas las Escrituras, una sola coma o frase, que justamente interpretada, contradiga siquiera en una mínima parte la Fe de la Iglesia Católica".
Para ver su testimonio ir a: http://www.lafecatolica.com/testimonio-conversion-fernando-casanova-esposa-lizeth/1146/

La Fe en Cristo no es algo que se queda en solo teoría o conocimientos racionales o solo en un rito o culto como la Eucaristía a la que vamos muchas veces por obligación para sentirnos bien, sino que es una experiencia que celebramos porque tiene un objetivo concreto que es la de llevarnos a Cristo, llevarnos a la conversión. Fuera de ella no la podemos vivir porque solo escuchando y creyendo la predicación de la Iglesia es que podemos vivirla. Y la conversión recibida por la Fe es algo que se comprueba en la misma existencia terrenal nuestra, cuando el Señor llega personalmente a nuestra vida manifestándose concreta y visiblemente a nosotros (eso es la conversión verdadera, no solo la llegada a la Iglesia), para guiarla y para sacarnos del mundo, de nuestra falta de sentido trascendente, para vivirla en comunión con Dios. Sin vivir esa experiencia real no estamos convertidos en plenitud.

Y si miramos lo que es necesario hacer por parte de los sacerdotes, todos sabemos que en la Iglesia Católica solo se puede llegar a tal posición después de largos estudios en teología y filosofía, nunca inferiores a 5 años pero que pueden extenderse hasta a mas de 10 años, hasta estar suficientemente preparados para guiar una comunidad.

Pero lo mas importante es que durante ese tiempo también el Sacerdote se configura interiormente con Cristo (mediante la práctica y recepción de los sacramentos y la escucha y lectura de la Palabra en la comunidad eclesial de la que es parte el Seminario), para cumplir cabalmente su misión, como fue el deseo del Salvador, por lo que antes de vivir esta experiencia no es ordenado.

Sin esta autoridad de Jesús presente en el sacerdote NINGUNA PREDICACIÓN ES EFICAZ. Es allí donde reside y nace la autoridad y eficacia de quien predica para llevar a la salvación a otros, autoridad que no solo proviene del mandato literal que quedó escrito en la Biblia: "Id por todo el mundo y bautizad a todas las gentes en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo", Mt 18, 19, sino que se concreta en la existencia de cada Sacerdote con la manifestación visible del Señor que se hace interior como en Pentecostés, a partir de la cual comienza a guiar a cada uno de ellos para que el mismo Jesús a través del Sacerdote o fiel convertido llegue a los fieles que siguen a Jesús en su Iglesia: "Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo", Mt 28, 19. El Señor dijo a sus apóstoles, a los miembros de su Iglesia: "El que a ustedes escucha a mi me escucha; el que a ustedes recibe a mi me recibe", Lc 10, 16.

Y el Sacerdote, con esa autoridad y a través de los Sacramentos, especialmente el Bautismo, la Confesión y la Eucaristía, la transmite a los fieles tal como hicieron los apóstoles con sus discípulos después de Pentecostés.

Por ello la Eucaristía no se debe tomar como un fin en si misma (y menos cualquier otro culto no católico por ser ineficaz), en el sentido de que por solo ir y hacer presencia ya estoy convertido o ya tengo la Fe. No. La Eucaristía es solo un medio, el único medio, para que algún día nos convirtamos y lleguemos a tener la Fe, que está dada solo por la presencia del Señor manifestada en nuestras vidas después de nuestra transformación interior por medio de la Palabra y los Sacramentos.

Agregamos como soporte estos y otros aspectos a tener en cuenta dichos en el Catecismo de la Iglesia Católica, debidamente soportado a su vez en la Escritura:

II Inspiración y verdad de la Sagrada Escritura
105 Dios es el autor de la Sagrada Escritura. «Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo».
«La santa madre Iglesia, según la fe de los Apóstoles, reconoce que todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, con todas sus partes, son sagrados y canónicos, en cuanto que, escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor, y como tales han sido confiados a la Iglesia« (DV 11).
106 Dios ha inspirado a los autores humanos de los libros sagrados. «En la composición de los libros sagrados, Dios se valió de hombres elegidos, que usaban de todas sus facultades y talentos; de este modo, obrando Dios en ellos y por ellos, como verdaderos autores, pusieron por escrito todo y sólo lo que Dios quería» (DV 11).
107 Los libros inspirados enseñan la verdad. «Como todo lo que afirman los hagiógrafos, o autores inspirados, lo afirma el Espíritu Santo, se sigue que los libros sagrados enseñan sólidamente, fielmente y sin error la verdad que Dios hizo consignar en dichos libros para salvación nuestra» (DV11).
108 Sin embargo, la fe cristiana no es una «religión del Libro». El cristianismo es la religión de la «Palabra» de Dios, «no de un verbo escrito y mudo, sino del Verbo encarnado y vivo» (San Bernardo de Claraval, Homilia super missus est, 4,11: PL 183, 86B). Para que las Escrituras no queden en letra muerta, es preciso que Cristo, Palabra eterna del Dios vivo, por el Espíritu Santo, nos abra el espíritu a la inteligencia de las mismas (cf. Lc 24, 45).
III El Espíritu Santo, intérprete de la Escritura
109 En la sagrada Escritura, Dios habla al hombre a la manera de los hombres. Por tanto, para interpretar bien la Escritura, es preciso estar atento a lo que los autores humanos quisieron verdaderamente afirmar y a lo que Dios quiso manifestarnos mediante sus palabras (cf. DV 12,1).
110 Para descubrir la intención de los autores sagrados es preciso tener en cuenta las condiciones de su tiempo y de su cultura, los «géneros literarios» usados en aquella época, las maneras de sentir, de hablar y de narrar en aquel tiempo. «Pues la verdad se presenta y se enuncia de modo diverso en obras de diversa índole histórica, en libros proféticos o poéticos, o en otros géneros literarios» (DV 12,2).
111 Pero, dado que la sagrada Escritura es inspirada, hay otro principio de la recta interpretación , no menos importante que el precedente, y sin el cual la Escritura sería letra muerta: «La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Espíritu con que fue escrita» (DV 12,3).
El Concilio Vaticano II señala tres criterios para una interpretación de la Escritura conforme al Espíritu que la inspiró (cf. DV 12,3):
112 1. Prestar una gran atención «al contenido y a la unidad de toda la Escritura». En efecto, por muy diferentes que sean los libros que la componen, la Escritura es una en razón de la unidad del designio de Dios , del que Cristo Jesús es el centro y el corazón, abierto desde su Pascua (cf.Lc 24,25-27. 44-46).
«Por el corazón (cf. Sal 22,15) de Cristo se comprende la sagrada Escritura, la cual hace conocer el corazón de Cristo. Este corazón estaba cerrado antes de la Pasión porque la Escritura era oscura. Pero la Escritura fue abierta después de la Pasión, porque los que en adelante tienen inteligencia de ella consideran y disciernen de qué manera deben ser interpretadas las profecías» (Santo Tomás de Aquino, Expositio in Psalmos, 21,11).
113 2. Leer la Escritura en «la Tradición viva de toda la Iglesia». Según un adagio de los Padres, Sacra Scriptura pincipalius est in corde Ecclesiae quam in materialibus instrumentis scripta («La sagrada Escritura está más en el corazón de la Iglesia que en la materialidad de los libros escritos»). En efecto, la Iglesia encierra en su Tradición la memoria viva de la Palabra de Dios, y el Espíritu Santo le da la interpretación espiritual de la Escritura (...secundum spiritualem sensum quem Spiritus donat Ecclesiae [Orígenes, Homiliae in Leviticum, 5,5]).
114 3. Estar atento «a la analogía de la fe» (cf. Rm 12, 6). Por «analogía de la fe» entendemos la cohesión de las verdades de la fe entre sí y en el proyecto total de la Revelación.
El sentido de la Escritura
115 Según una antigua tradición, se pueden distinguir dos sentidos de la Escritura: el sentido literal y el sentido espiritual; este último se subdivide en sentido alegórico, moral y anagógico. La concordancia profunda de los cuatro sentidos asegura toda su riqueza a la lectura viva de la Escritura en la Iglesia.
116 El sentido literal. Es el sentido significado por las palabras de la Escritura y descubierto por la exégesis que sigue las reglas de la justa interpretación. Omnes sensus (sc. sacrae Scripturae) fundentur super unum litteralem sensum (Santo Tomás de Aquino., S.Th., 1, q.1, a. 10, ad 1). Todos los sentidos de la Sagrada Escritura se fundan sobre el sentido literal.
117 El sentido espiritual. Gracias a la unidad del designio de Dios, no solamente el texto de la Escritura, sino también las realidades y los acontecimientos de que habla pueden ser signos.
  1. El sentido alegórico. Podemos adquirir una comprensión más profunda de los acontecimientos reconociendo su significación en Cristo; así, el paso del mar Rojo es un signo de la victoria de Cristo y por ello del Bautismo (cf. 1 Cor 10, 2).
  2. El sentido moral. Los acontecimientos narrados en la Escritura pueden conducirnos a un obrar justo. Fueron escritos «para nuestra instrucción» (1 Cor 10, 11; cf. Hb 3-4,11).
  3. El sentido anagógico. Podemos ver realidades y acontecimientos en su significación eterna, que nos conduce (en griego: «anagoge») hacia nuestra Patria. Así, la Iglesia en la tierra es signo de la Jerusalén celeste (cf. Ap 21,1- 22,5).