ANALIZA DIFERENTES TEMAS GENERALMENTE POLÉMICOS DE NUESTRA FE CRISTIANA
PARA MOSTRAR SI TIENEN o NO SUSTENTO BÍBLICO.

"La pregunta principal que nos planteamos hoy es ¿cómo hablar de Dios en nuestro tiempo? ¿Cómo comunicar el Evangelio, para abrir caminos a su verdad salvífica en los corazones de nuestros contemporáneos, a menudo cerrados, y en sus mentes, a veces distraídas por tantos destellos de la sociedad?"... ..."La primera respuesta es que nosotros podemos hablar de Dios porque Dios ha hablado con nosotros. La primera condición del hablar de Dios es, por lo tanto, la escucha de lo que ha dicho el mismo Dios."
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AAA La Resurrección ¿un hecho único ó un proceso que comienza durante nuestra vida?

Generalmente se encuentran muchas diferencias conceptuales entre muchos de los creyentes de cualquier denominación y muchas confusiones acerca de lo que consiste en verdad la resurrección. Por ello hemos visto necesario analizar en detalle cada uno de sus componentes a la luz de la palabra de Dios escrita y del Magisterio de la Iglesia.

¿Que dice el catecismo de la Iglesia Católica (CIC), rector de nuestra doctrina, acerca de "¿qué es resucitar?": "en la muerte, separación del alma y el cuerpo, el cuerpo del hombre cae en la corrupción, mientras que su alma va al encuentro con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado", CIC 997.

Dice que después de la muerte física resucitar es ir nuestra alma al encuentro con Dios, para esperar reunirse con el cuerpo antes del fin del mundo para el Juicio final, cuando llegue la resurrección de los cuerpos. Eso quiere decir que la resurrección -en su primera etapa digamos- ya la experimentamos al reunirnos con Dios en el Cielo enseguida de nuestra muerte física, y esperamos la última resurrección, la de los cuerpos, en el fin del mundo.

Pero el CIC dice en su item 1002: "si es verdad que Cristo nos resucitará en "el último día", también lo es, en cierto modo, que nosotros ya hemos resucitado con Cristo (con "nosotros" se refiere a los creyentes aquí y ahora en la tierra). En efecto, gracias al Espíritu Santo, la vida cristiana en la tierra es, desde ahora, una participación en la muerte y en la resurrección de Cristo: «sepultados con Él en el bautismo, con Él también habéis resucitado por la fe en la acción de Dios, que le resucitó de entre los muertos [...] Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios» (Col 2, 12; 3, 1)”.

Como podemos deducir de estos textos, habla la Iglesia de tres momentos que dice que son resurrección, claramente definidos y separados en el tiempo: la resurrección por la fe en Cristo cuando nos convertimos durante nuestra vida       -que supongamos sucede hoy un 15 de abril de 2012-, la de la muerte física -que supongamos ocurre en abril de 2040- y la de la unión del alma de nuevo con el cuerpo -supongamos también que suceda dentro de 300 millones de años, los científicos con fe como el astrofísico y Pbro. Manuel Carreira lo sitúan en cerca de 500 millones de años cuando el Sol por su proceso natural como estrella se agigante y absorba por la gravedad a la Tierra. Obviamente que el señor lo puede ejecutar cuando guste y de ese día y hora solo El sabe, pero doy una fecha probable en el tiempo para que nos demos cuenta de que son tres hechos claramente diferentes en tiempo y lugar-.

Partiendo de esa base de la existencia de esos tres hechos, exploremos la Biblia, el Catecismo que la explica y otros documentos u opiniones de personas autorizadas de fe acerca de este tema tan importante para la vida de cada creyente, ya que por estar en juego nuestra propia salvación es importante asumirlo y entenderlo correctamente.

Y vayamos en orden, comencemos por explorar el primer suceso de que habla la Iglesia desde Jesús, el del nuevo nacimiento, el de la conversión a Cristo:

1- por nuestra conversión a la vida nueva:
Dice el CIC en su item 654: "hay un doble aspecto en el misterio pascual: por su muerte nos libera del pecado, por su resurrección nos abre el acceso a una vida nueva. Esta es, en primer lugar, la justificación -producto de la conversión segunda acá en la Tierra- que nos devuelve a la gracia de Dios (cf. Rm 4, 25), "a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos, así también vosotros vivamos una vida nueva" (Rom 6, 4)”.
La vida nueva en Cristo está íntimamente conectada con su resurrección, es producto de ella.

Dice el CIC además: "en su pascua -de resurrección-, Cristo abrió a todos los hombres ¡¡¡las fuentes del bautismo!!!, desde entonces, es posible 'nacer del agua y del Espíritu' para entrar en el reino de Dios" (CIC 225).
Aquí la Iglesia relaciona la resurrección de Cristo con el bautismo.

El Papa Benedicto XVI dijo: "pero hay otra muerte, que ha costado a Cristo la lucha más dura, es más, el precio de la cruz: es la muerte espiritual, el pecado, que amenaza arruinar la existencia del hombre. Cristo ha muerto para vencer esta muerte, y su resurrección no es el regreso a la vida precedente, sino la apertura a una realidad nueva, a una "nueva tierra", finalmente reconciliada con el cielo de Dios".
Dice claramente nuestro amado Papa que la resurrección de Cristo sucedió para vencer nuestra propia muerte interior por el pecado y llevarnos a una vida nueva.

Leamos lo que dijo Mons. D. Casimiro lópez llorente, obispo de segorbe-castellón en la homilía de resurrección: "los cristianos, por nuestro bautismo, participamos ya del misterio pascual de la muerte y resurrección del Señor. "ya habéis resucitado con Cristo"(Col 3, 1), nos recuerda san Pablo en su carta a los fieles de Colosa. ¡¡¡No dice que vayamos a resucitar al final de los tiempos!!!. ¡¡¡Pablo hace hincapié en que ya ahora hemos resucitado con Cristo.!!! Porque en nuestro bautismo hemos sido sumergidos en las aguas y hemos salido de ellas renacidos a la vida nueva del Resucitado: el ser sumergidos es símbolo de la muerte del hombre viejo, del hombre terreno al estilo de Adán, y el salir de las aguas es el símbolo del renacimiento a la vida del hombre nuevo (cfr. Rom 6, 3-4)"
Ahora Mons. López separa claramente la resurrección de los cuerpos en el último día, de nuestra resurrección interior aquí en la Tierra diciendo que esta ya se ha cumplido en los colosenses a los que escribe Pablo.

El CIC dice nuevamente: "el bautismo, cuyo signo original y pleno es la inmersión, significa eficazmente la bajada del cristiano al sepulcro muriendo al pecado con Cristo para una vida nueva" (628).

Completemos la frase de san Pablo citada arriba: "los que fuimos sumergidos por el bautismo en Cristo Jesús fuimos sumergidos con El para participar de su muerte. Pues, por el bautismo fuimos sepultados junto con Cristo para compartir su muerte, Rom 6, 3-5.
Y siempre como hemos visto se relaciona el bautismo con la resurrección de Cristo. ¿pero cual bautismo? Indaguemos un poco más.

Jesús nos da una pista cuando dice a Nicodemo: «te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el reino de Dios.» Nicodemo le preguntó: «¿cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?». Jesús le respondió: «te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios»"(Jn 3, 3-5).

Y ello necesariamente nos recuerda las palabras de Juan el Bautista: "yo, en verdad, los bautizo a ustedes con agua para arrepentimiento, pero aquél que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de calzarle las sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego", Mt 3, 11.

A las que se refirió Jesús antes de su Ascención:
"en una ocasión, mientras estaba comiendo con ellos, les recomendó que no se alejaran de Jerusalén y esperaran la promesa del Padre: «la promesa, les dijo, que yo les he anunciado. Porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días»…”, “...pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la Tierra» (Hch 1, 4-7).
Aquí ya Jesús se refiere exclusivamente a Pentecostés como el hecho en el que se recibe el bautismo en Espíritu del que habló también Juan.

Lo dijo el mismo Pedro a los presentes a la llegada del Espíritu: "a este Jesús, Dios lo resucitó, y todos nosotros somos testigos. Exaltado por el poder de Dios, Él recibió del Padre el Espíritu Santo prometido, y lo ha comunicado "como ustedes ven y oyen" (Hch 2, 32-33).

Desde ese momento los apóstoles fueron bautizados en Espíritu por Jesús y vivieron así la transformación o "conversión" interior a Cristo, reproduciendo en ellos su misma imagen (Rom 8, 28-30), la que nos mostró Jesús de si mismo en su propio Bautismo (Mt 3, 16-17).

Si Jesús dijo que hay que "renacer" de lo alto, y que esa es "la vida nueva", y que es lo que debemos vivir para entrar en el reino de Dios y nacer "del agua y del Espíritu", y que ese es el Bautismo en Espíritu de que habló Juan, el que Jesús les anunció y sucedió en Pentecostés en donde los apóstoles reciben de lo alto el Espíritu Santo, simbolizado en toda la tradición (Ex 17,3-7) como el Agua Viva que nos quita la sed para siempre, de lo que habló el mismo Jesús (Jn 4,5-42), es porque Pentecostés es el bautismo que nos transmite la muerte y resurrección de nuestro señor Jesucristo, como lo dicen los textos bíblicos (1Ped 1, 2) y el Magisterio, durante nuestra vida terrenal, que es el único espacio de vida donde podemos recibirla o alcanzarla siguiéndolo en la Iglesia. Es la salvación o justificación por la conversión verdadera o "segunda" de que habla el CIC.

Y toman sentido las palabras del CIC: "ya por el bautismo, el cristiano participa de la muerte y resurrección de nuestro Señor".
Nótese que no se habla en estos párrafos del rito del bautismo, sino del bautismo en Espíritu del que hablaron Juan y Jesús, Hch 1, 5, Pentecostés, el que de todas formas es consecuencia del rito, pero son dos hechos diferentes en la vida de cada cristiano, uno cuando la inicia y otro cuando llega a la plenitud. Por el rito en el que recibimos la semilla que germinó hasta nuestra conversión a recibir el Espíritu en plenitud en nuestro pentecostés personal.

San Pablo reveló esa condición interior de haber muerto con Cristo y llevarlo resucitado en su interior cuando dijo: "con Cristo estoy crucificado, y ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mi" (Gal 2, 20).

Dejando claro que fue por su Espíritu:
«habiendo, pues, recibido de la fe nuestra justificación, estamos en paz con Dios, por nuestro señor Jesucristo, por quien hemos obtenido también, mediante la fe, el acceso a esta gracia en la cual nos hallamos, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado (Rom 5,1-2.5-8).

Pablo quedó "lleno del Espíritu Santo", expresión muy usada para significar que se ha recibido como en Pentecostés, en Damasco después de la imposición de manos de Ananías, un miembro de la Iglesia ya inspirado.

Pedro lo explicó también en su momento: "también ustedes, como piedras vivas, se han edificado y pasan a ser un templo espiritual, una comunidad santa de sacerdotes que ofrecen sacrificios espirituales agradables a Dios por medio de Cristo Jesús".

Al comunicarnos el Espíritu como en Pentecostés Jesús nos comunica su resurrección, morimos a nuestra voluntad humana pecadora, y ya purificados recibimos el "bautismo en Espíritu" para seguir la voluntad que directamente El nos comunique, la voluntad de Cristo. Esa es la nueva vida en el Espíritu, el nuevo nacimiento, la resurrección primera.

Jesús habló mucho de el: “créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en Espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es Espíritu, y los que adoran, deben adorar en Espíritu y verdad”.

Leamos ahora un resumen de lo dicho por el Papa san Juan Pablo II en un documento de 1.986 llamado "los efectos salvíficos de la resurrección":

Dice que Cristo resucitado es “principio y fuente de una vida nueva para todos los hombres” (Jn 17, 1-2.20; 14, 19), "los creyentes" (Ef 2, 4-5; 1Ped 1, 3).

Y dice nuestro amado Papa que esa vida nueva es "según el Espíritu", y que ella concede la filiación adoptiva de hijo de Dios, ya no de esclavo, a quien la recibe (Gal 4, 4-5; 8, 14). Es la libertad de la esclavitud del pecado, pero llega ¡¡¡¡al convertirnos!!!! en hijos por la presencia real y viva del Espíritu Santo.

Y dice que por la presencia de ese Espíritu en nosotros desde nuestra vida terrenal, desde nuestra conversión o justificación, es que resucitamos en el fin del mundo:

'Si el espíritu de aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos ¡¡¡¡habita en vosotros!!!! (lo que solo sucede desde la conversión o Pentecostés personal), aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos ¡¡¡¡dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros!!!!' (Rom 8, 11) (ello quiere decir que quien lo recibe desde acá, es quien puede resucitar en el mas allá).

Todo ello concuerda con lo que hemos citado antes.

Es preciso destacar que los apóstoles llegaron a su pentecostés personal después de ser elegidos por Jesús (primera conversión, la llegada a la Iglesia) y seguirlo como miembros de esa Iglesia que Jesus formó hace dos mil años durante tres años seguidos por lo que por su palabra viva y los sacramentos que les estableció fueron muriendo y siendo poco a poco purificados y preparados interiormente para recibir el Espíritu Santo (conversión segunda o justificación) pues Dios no habita en donde hay mancha alguna. Y solo después de su muerte y resurrección les envió su Espíritu, por lo que las contiene, es el Espíritu de Cristo ya resucitado que nos comunica su resurrección.

Y solo los miembros de la Iglesia única que lo recibieron hace dos mil años de forma visible lo pueden transmitir desde Pentecostés hasta hoy, y solo a sus propios discípulos, a los que a su vez siguen a Cristo con ellos, en su misma Comunidad o Iglesia, y así en sucesión continua hasta hoy. Porque solo quien ha sido bautizado en Espíritu puede bautizar con ese mismo Espíritu a quien es su discípulo en Cristo, porque sólos e recibe por creer a su predicación, como lo dijo Jesus en Mc 16, 15-16 y Jn 17, 20-23.

Y por el Espíritu Santo que ha recibido solo la Iglesia única que Jesús fundó hace dos mil años con Pedro y los demás apóstoles, en la que ha crecido y se ha mantenido su unidad universal y la Sucesión Apostólica hasta hoy, es que sus miembros y dirigentes pueden llegar a la verdad completa del Evangelio que solo revela el Espíritu Santo cuando nos llega, como lo dijo Jesús: “cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa: pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. El me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mio. Por eso he dicho: recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros” (Jn 16,13-15). Por ello la verdad superior y completa del cristianismo solo la tiene la Iglesia que El en persona formó. Y esa verdad no es sólo un cuerpo doctrinal racional sino que e suna persona. Primero debemos llegara  ser como Cristo para recibir de Él en persona el contenido doctrinal.

De esta forma queda demostrado en que consiste nuestra conversión verdadera o segunda, con la que Jesús nos comunica por primera vez su muerte en la cruz y su resurrección.


2- la resurrección al morir físicamente:

Jesús dijo a Marta antes de resucitar a Lázaro: "yo soy la resurrección y la vida; quien cree en mi aunque haya muerto vivirá. Y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás". (Jn 11, 25-26)
Si Jesús dijo esto es porque es cierto, porque El es la verdad, el camino y la vida, y ya ello muestra que si hay resurrección enseguida de nuestra muerte física, que no morimos en realidad a pesar de nuestra muerte física porque seguimos viviendo en nuestro espíritu o alma.

El CIC # 997 lo define claramente:

"¿qué es resucitar?"
"en la muerte, separación del alma y el cuerpo, el cuerpo del hombre cae en la corrupción, mientras que su alma va al encuentro con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado".

Nótese que dice que "en la muerte" la resurrección es "ir nuestra alma al encuentro con Dios". Es decir que por el simple paso de la vida terrenal a la vida en el mas allá el alma no está en el Cielo, no mora con Dios aún, no ha resucitado, porque la resurrección consiste en que se una a Dios, lo que experimentamos desde acá por la conversión verdadera. Y quiere decir también que el alma no necesita "morir" para resucitar porque para hacerlo solo necesita estar unida a Cristo. Y esa unión con Cristo es algo adicional a la sola inmortalidad, al solo vivir en el más allá.

Ello nos lleva a concluir que no es cierto que los Santos estén en el Cielo "por la sola inmortalidad del alma, porque el alma es eterna". Los Santos están en el Cielo porque en el mas allá se han unido a Cristo y por eso han resucitado. Incluso porque desde su conversión durante su vida en la tierra ya se habían unido a Cristo como lo vimos en el primer análisis. Y ya resucitadas las almas esperan la reunión con el cuerpo glorificado, la que ocurrirá si acaso dentro de 500 millones de años, tiempo en que calculan los científicos de fe como el astrofísico y Pbro. Manuel Carreira que por su curso natural sería el fin del mundo físico, por la absorción de la tierra por el Sol cuando este crezca demasiado. Es obvio que aunque solo el señor conoce el dia y la hora y puede adelantarla para cuando desee, también es posible esperar que el permita que la creación cumpla su curso natural.

¿Y como llegamos a esa resurrección después de nuestra muerte física? El CIC 1005 lo dice claramente: "para resucitar con cristo, es necesario morir con Cristo (por la conversión anterior a la muerte mostrada en el item anterior con la que debemos llegar a la muerte física), es necesario "dejar este cuerpo para ir a morar cerca del Señor" (2Cor 5,8).

Dice que para resucitar es necesario morir con Cristo (por la conversión antes de nuestra muerte física) y así poder dejar este cuerpo para ir a morar con el Señor. No dice el texto que únicamente tiene que unirse el alma al cuerpo en el fin del mundo para resucitar, posición que algunos defienden pero es errada porque en el fin del mundo todos seremos resucitados físicamente pero sólo somos salvados los que hayamos muerto unidos con Cristo. Dios solo ratificará el estado en que nos encontremos desde nuestra muerte física en la Tierra.

Y de la resurrección inmediata a nuestra muerte física habló Jesús a los saduceos: «en este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casan. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de dios al ser hijos de la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: "Dios de Abrahám, Dios de Isaac, Dios de Jacob". Dios no es un Dios de muertos sino de vivos, porque para el todos están vivos", Lc 20, 27ss.

Abraham, Isaac y Jacob no han vivido la resurrección de sus cuerpos del último día en el fin del mundo, pero Jesús dice que ya están resucitados, que son hijos de la resurrección y por eso están vivos.

Y dice el Padre Alberto Colunga, uno de los mas importantes teólogos, co-autor de la versión de la biblia nacar-colunga comentada, al interpretar el pasaje anterior :

"no se enseña que los resucitados serán de naturaleza angélica o espiritual, sino que serán "como" los ángeles sin sus funciones (angélicas). No será una resurrección con cuerpos como hasta ahora, sino renovados, "gloriosos", "espiritualizados" (1Cor 15,35ss). ¡¡¡¡¡si no, no habría resurrección sino simple inmortalidad!!!!!!. Pero el texto ¡¡¡¡prueba la existencia de la resurrección.!!!!"

Notemos que dice el Padre Colunga que la resurrección después de la muerte no es debida a la sola inmortalidad del alma, sino a una glorificación que es un hecho adicional por la unión con Cristo como dice el CIC. Por ello es falso lo que dicen muchos de que el alma no tiene necesidad de resucitar porque es inmortal.
No tiene nada que ver lo uno con lo otro. Toda alma es inmortal y pasa de la vida terrenal a la vida en el más allá, pero solo las almas de los que murieron con Cristo se unen a Cristo después de la muerte, y por eso solo ellas resucitan en verdad. Quienes afirman esa idea de que por la sola inmortalidad del alma llegamos al Cielo no se dan cuenta que eso equivale a decir que sin la fe de Cristo podemos llegar al Cielo, que por la sola inmortalidad del alma vivimos eternamente en el Cielo y eso es negar todo el fundamento del cristianismo prque por “Cielo” se debe entender la presencia de Dios y quienes no murieron con Cristo no pueden gozar de la presencia del Padre en el mas allá.

Esto lo confirma el CIC al decir en el item 1681:
"el sentido cristiano de la muerte es revelado ¡¡¡¡a la luz del misterio pascual de la muerte y resurrección de Cristo!!!, ¡¡¡en quien radica nuestra única esperanza!!!. El cristiano que muere en Cristo Jesús "¡¡¡sale de este cuerpo para vivir con el Señor!!!!!" (2Cor 5,8). Es ese "vivir con el señor" en el mas allá lo que es la resurrección después de nuestra muerte física.

Destaco que al decir aquí el CIC que el sentido cristiano de la muerte solo se puede entender "a la luz de la muerte y resurrección de Cristo" y que El es "nuestra única esperanza" eso quiere decir que solo por su muerte y resurrección experimentada desde acá podemos vivir la eternidad con El, resucitados en el mas allá, en el Cielo que es la presencia de Dios. Eso no lo proporciona la sola inmortalidad del alma.

Y esta resurrección inmediata a la muerte física también la mostró Jesús cuando dijo al buen ladrón que lo reconoció como el Mesías y pidió tenerlo en cuenta cuando estuviera en su reino: "yo te aseguro que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso" (Lc 23, 43).
Notemos que Jesús dijo: "hoy mismo" estarás "conmigo" en el Cielo. Eso es como hemos visto la resurrección después de nuestra muerte física, estar en el Cielo nuestra alma unida a Cristo, viviendo en su presencia a la espera de la reunión con el cuerpo en el fin del mundo.

Y continúa diciendo Juan Pablo II en su documento "el valor salvífico de la resurrección" citado antes, que la resurrección “es un proceso (no un hecho único) de admisión a "la vida nueva", a la "vida eterna", ¡¡¡que dura hasta el final de los tiempos"!!!

Es decir, que no se realiza solo en el fin del mundo con el acto único de la resurrección de los cuerpos, sino que es un proceso que comienza durante nuestra vida terrenal con nuestra conversión al recibir el bautismo en Espíritu, pasa por nuestra muerte física y la unión inmediata de nuestra alma con Cristo en el Cielo, y se prolonga hasta el fin del mundo con la resurrección de los cuerpos, donde finalmente termina, llega a su plenitud y fin.

Y continúa diciendo Juan Pablo II que “gracias a ese proceso se va formando ¡¡¡a lo largo de los siglos!!! Una nueva humanidad: el pueblo de los creyentes reunidos en la Iglesia, verdadera comunidad de la resurrección”*

Lo que quiere decir que con los que han muerto y morirán en la amistad con Cristo a lo largo de los siglos, los Santos y todos los demás creyentes que se convirtieron durante su paso por la tierra, se conforma en el Cielo la nueva humanidad resucitada que está a la espera de la reunión con sus cuerpos en el fin del mundo.

Fijémonos en que san Juan Pablo II llama "comunidad de la resurrección" a la que permanece en el Cielo en espera de reunirse con su cuerpo terrenal, los Santos y todos los que murieron en el pasado en la amistad de Cristo, lo que claramente demuestra que si viven ya la resurrección.

Todo lo anterior muestra y demuestra que la resurrección después de nuestra muerte física es inmediata y es la segunda etapa en la que Cristo nos hace partícipes de su muerte y resurrección.

*ver documento completo de Juan Pablo II, ElValor Salvífico de la Resurrección.


3- la resurrección en el fin del mundo, "el último dia":

Como acerca de esta resurrección hay mucho conocimiento entre los fieles no es necesario profundizar mucho en ella. Solo diré que todos, los salvados y los impíos, ya reunidos con los mismos cuerpos que tuvimos en la tierra, seremos llevados al juicio final cuando Jesús venga nuevamente a la Tierra en la Parusía, y unos resucitaremos para salvación y otros para condenación. Solo insistiré que solo quienes han vivido las dos etapas anteriores del proceso de la resurrección podrán resucitar para salvación en ésta que es la última y definitiva.

Copio los signos que la anuncian, de acuerdo a un artículo publicado en catholic.net:

"¿qué dice la Biblia?:
- no se sabe cuando sucederá y llegará de improviso (Mt 24, 36-41).
- "se predicará este Evangelio del reino en todo el mundo" (Mt 24, 14).
- tribulaciones para la iglesia (Mt 24, 3-26).
- caos en la naturaleza (Mt 24, 29).
- resurrección de los cuerpos (Mt 22, 31; 1cor 15, 35-54).
- vendrá Jesucristo glorioso y nos juzgará (Mt 25, 31-46)."

Un comentario final: algunos hermanos católicos o no me dicen que hay credos que dicen que la resurrección solo es "el último día", porque efectivamente Jesús habló de resucitarnos a la vida eterna el "último dia": "el que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día”(Jn 6, 54).

Lo que muchos dejan de lado es lo que dice el texto en los versículos siguientes: “mi carne es comida verdadera, y mi sangre es bebida verdadera. El que come mi carne y bebe mi sangre ¡¡¡permanece en mi y yo en él!!!.” (55-56).

Eso quiere decir que a la resurrección y a la vida eterna que Jesús menciona a sus discípulos que lo están escuchando se refiere es a que El permanezca en nosotros y nosotros en El durante nuestra vida terrenal, a lo que llegamos si comemos su carne y bebemos su sangre en la Eucaristía durante nuestra vida terrenal.

Y eso quiere decir también, que "el último día" de que habla Jesús en este texto es el de la conversión, porque la muerte interior que vivimos durante nuestra vida terrenal por la muerte de Jesús en la cruz, es "el último dia" de nuestra vida sin Cristo, nuestro último dia en el mundo, en una vida opuesta a Cristo, sin estar El en nosotros y nosotros en El.

Pero también cuando se dice "último día" se puede hablar del último dia de la muerte física terrenal, ya que es nuestro último dia en la Tierra, la que dejamos para vivir con El en el cielo, para resucitar en el mas allá.

Y también se puede hablar como "el último día" el del fin del mundo en el juicio final, en el que resucitamos para unirnos al cuerpo.

Todas las etapas de resurrección tienen su "último dia". Por eso los diferentes credos que se han emitido a lo largo de la historia, aunque se refieran a la de la carne específicamente por ser la que cierra el ciclo resurreccional, en realidad con "ultimo dia" se pueden referir a todas y cada una de esas etapas pues todas tienen su "ultimo dia", a lo que se refirió Jesús con el día que vivimos la conversión acá.
Y refuerza nuestra idea el hecho de que ya vimos que quien no vive la resurrección desde acá desde la tierra por la conversión no podría vivir la de nuestra muerte física ni la del fin del mundo para la salvación definitiva.

Ver documento completo de Juan Pablo II, El Valor Salvífico de la Resurrección.