ANALIZA DIFERENTES TEMAS GENERALMENTE POLÉMICOS DE NUESTRA FE CRISTIANA
PARA MOSTRAR SI TIENEN o NO SUSTENTO BÍBLICO.

"La pregunta principal que nos planteamos hoy es ¿cómo hablar de Dios en nuestro tiempo? ¿Cómo comunicar el Evangelio, para abrir caminos a su verdad salvífica en los corazones de nuestros contemporáneos, a menudo cerrados, y en sus mentes, a veces distraídas por tantos destellos de la sociedad?"... ..."La primera respuesta es que nosotros podemos hablar de Dios porque Dios ha hablado con nosotros. La primera condición del hablar de Dios es, por lo tanto, la escucha de lo que ha dicho el mismo Dios."
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AAA El Purgatorio ¿existe y es bíblico? ¿es necesario para la fe y la salvación? Las oraciones por los muertos ¿son necesarias y bíblicas?


Lo que dicen nuestros hermanos separados acerca del Purgatorio:

En medios protestantes se dice que el Purgatorio es anti bíblico y anti cristiano, primero porque "ese término o palabra no aparece en la Biblia".

Lo primero que hay que contestar es que hay muchos términos que usamos hoy y que aunque no están en la Biblia representan misterios bíblicos que si son reales, que si existen, pues están contenidos conceptual o figuradamente en la Biblia, aunque no en las palabras de hoy.
Y eso sucede porque la Biblia fue escrita en lenguajes diferentes al nuestro (arameo, hebreo y griego) y usando palabras de una época histórica precisa en el que esos hechos o realidades se nombraban de esa manera específica, muy diferente a como las podamos nombrar hoy.

La Biblia, en últimas, es un relato de hechos precisos en un momento determinado de nuestra historia que están como congelados en el tiempo, es decir, ese relato narra hechos que ya no varían y solo se podía hacer en el lenguaje de esa época determinada, el que también era fijo.

A medida que el tiempo fue pasando los hechos relatados no se podían ir variando pues se hubiera alterado la verdad bíblica, pero las lenguas por ser vivas si evolucionan y cambian, por lo que las personas en general y los fieles en particular en cada tiempo van usando palabras que antes no se usaban para nombrar esas mismas realidades bíblicas o hechos de la vida común. Eso no es de ninguna manera ilegítimo. Es una realidad palpable de la dinámica del lenguaje humano en cualquier actividad a través del tiempo.

Incluso cuando un buen linguista está traduciendo un texto ya sea de la Biblia o de cualquier otro escrito, digamos unos 600 años después de haber sucedido lo narrado, debe tener en cuenta el usar las palabras en la nueva lengua y cultura, y en su época actual, que mejor reflejen la situación descrita en el texto original, para que la traducción sea lo mas fiel a éste, y cuando sea leída el lector traiga a su mente y entienda sin dificultad las situaciones o conceptos narrados 600 años atrás.

Por todo ello muchos términos que hoy usamos para nombrar esas realidades bíblicas no tienen que estar en ella. Lo importante es que se encuentre en la Biblia la realidad que ellas, las palabras de hoy o de ayer, enuncian o contienen.

Por ello palabras como "Anunciación", "Trinidad", "Penitencia", "Purgatorio", "Reconciliación", "Sacramento", etc., pueden no estar en la Biblia porque son palabras que no se usaban en los tiempos de los escritos bíblicos, pero esos términos de hoy si reflejan conceptos y realidades que si están y han estado en la Biblia.

En segundo lugar dicen que el Purgatorio no es bíblico porque eso vendría a ser como "una segunda oportunidad después de la muerte PARA LOS CONDENADOS", lo que no es de ninguna manera cierto. El Purgatorio, como lo cree la Iglesia Católica, no es una segunda oportunidad para quienes ya están condenados, sino que es un proceso de purificación PARA QUIENES "YA ESTÁN SALVADOS" PERO MURIERON CON ALGUNOS PECADOS NO MORTALES. Pues hay pecados que por ser leves si son perdonados en el mas allá porque no causan la condenación: "Toda iniquidad es pecado, pero hay pecados que no conducen a la muerte", 1Jn 5, 17; léase también Mt 12, 32.

Leamos lo que dice el Catecismo:

1030. "Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo" 1031. "La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados".

Así que no es cierto que el Purgatorio lo puedan vivir los condenados ni que sea una segunda oportunidad para ellos pues una vez condenados ya nadie puede salir de esa condición o estado. El Purgatorio es un proceso de purificación final para los que ya estando salvados por haber muerto en la gracia y amistad de Dios pero con algunos pecados leves, deben ser purificados de ellos para llegar al Cielo, a la presencia plena de Dios.

Así lo dice Ap 20, 27, al hablar de la Jerusalén celeste:

"nada manchado (profano) entrará en ella". Por ello los que mueran con pecados leves deberán ser purificados para entrar al Cielo.


Toda la vida cristiana es un permanente purgatorio o limpieza de pecados
El purgatorio no es un lugar en el mas allá, es un proceso o estado del alma, es un fuego interior como lo aclaró Benedicto XVI en una homilía:

Por eso Jesús es llamado por Juan "el Cordero que quita los pecados del mundo", lo que significa que debemos vivir una purificación de nuestros pecados, para lo que vino Cristo, como lo ratifica Apocalipsis en la cita anterior.

Pablo también lo dijo en Ef 5, 25, al comparar a la Iglesia y a Cristo con unos esposos:

"Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, PARA SANTIFICARLA. EL LA PURIFICÓ CON EL BAUTISMO DEL AGUA y LA PALABRA, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada".

Ello muestra claramente que por la Palabra y el Bautismo somos poco a poco purificados, somos limpiados o purgados, para que Jesús pueda habitar en nosotros.

Por ello, toda la vida cristiana es un proceso de purificación (un purgatorio, una expiación de pecados, un limpiarnos interiormente) necesario para llegar a la fe pues ni Dios ni Jesús habitan en un alma que no esté limpia de pecados, que es el propósito final y principal de la fe, como dice Ap 3, 20-22:



"Yo reprendo y corrijo a los que amo (para purificarnos). Vamos, anímate y conviértete. Mira que estoy a la puerta y llamo: si uno escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y comeré con él y él conmigo. Al vencedor (sobre sus pecados) lo sentaré junto a mí en mi trono, del mismo modo que yo, después de vencer, me senté junto a mi Padre en su trono".

Por ello dijo Pablo que:

"la fe viene por la predicación y la predicación por la Palabra de Cristo", Rm 10,8.
La Palabra nos corrige para limpiarnos y llevarnos a la fe, que es el encuentro personal con El.

Eso fue lo que vivieron los apóstoles durante los tres años que Jesús les predicó para quitarles lo que dentro de ellos les impedía seguirle, sus pecados o sus razonamientos de acuerdo a sus costumbres, preparando de esa manera su interior para que pudieran recibir la manifestación visible del Espíritu que recibieron en Pentecostés, que es la fe.

Y fue lo mismo que vivieron los discípulos de los apóstoles posteriormente a través de los mismos apóstoles, hasta que Jesús habitó también en ellos por medio del Espíritu que también se les manifestó visiblemente en Hch 6, 1ss.

Pablo lo dijo claramente en 1Cor 15, 51ss:

"Les voy a revelar un misterio: No todos vamos a morir, pero todos seremos transformados. En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene la trompeta final, porque esto sucederá, y los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados (para resucitar es necesario ser TODOS transformados, aquí se refiere al instante final en que se da la resurrección, cuando el último pecado ha sido vencido en nosotros). Lo que es corruptible (por nuestros pecados) debe revestirse de la incorruptibilidad (purificarse para recibir a Cristo, el incorruptible) y lo que es mortal (por el pecado) debe revestirse de la inmortalidad (de Cristo). Cuando lo que es corruptible se revista de la incorruptibilidad y lo que es mortal se revista de la inmortalidad (poco a poco se eliminen sus pecados de su interior para revestirse de Cristo, quien no mora o habita donde no hay pureza), entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: La muerte ha sido vencida" (el instante de la resurrección, después de vivir el proceso de vencer la muerte que nuestros pecados han introducido en nosotros).

Como vemos, esa purificación es gradual y todos debemos vivirla para ser transformados.


Los sacerdotes y los fieles debían purificarse para llegar a la presencia de Dios
Y ello tiene sustento bíblico desde el Antiguo Testamento pues los sacerdotes no podían entrar en el Santo de los Santos, A LA PRESENCIA DE DIOS, hasta no cumplir unos ritos muy estrictos de purificación o de expiación de sus pecados, que es el nombre dado al purgatorio en la Biblia (Ex 29,1; 1Cro 23,13), lo que quiere decir que a El no se puede llegar con pecados, sin haberse purificado antes.

Y solo después de ofrecer sacrificios por sus propios pecados y estar limpios, es que podían ofrecer como sacerdotes los sacrificios por la expiación de los pecados del pueblo, los que de hecho también tenían el propósito de limpiar o purificar al pueblo de sus propios pecados.

Y los fieles solo podían acercarse al Templo en donde se daba la presencia de Dios, si eran puros pues si cometían ciertos actos que los hacían impuros no podía asistir, como fue el caso de María que después de nacer Jesús debió esperar 40 días para volver a estar purificada del parto ya que derramó su sangre, y así poder presentar a Jesús en el Templo para consagrarlo a Dios por ser el primogénito (Lc 2, 22).


Los sacramentos nos purifican
En este proceso de purificación que todos debemos vivir para llegar a la Fe verdadera cumple un papel importante primero el Bautismo y luego el Sacramento de la Reconciliación o de la Penitencia, lo que es dicho sabiamente en el Catecismo de la Iglesia Católica, el que transcribo:

"En el momento en que hacemos nuestra primera profesión de Fe, al recibir el santo Bautismo que nos purifica, es tan pleno y tan completo el perdón que recibimos, que no nos queda absolutamente nada por borrar, sea de la falta original, sea de las faltas cometidas por nuestra propia voluntad, ni ninguna pena que sufrir para expiarlas. Sin embargo, la gracia del Bautismo no libra a la persona de todas las debilidades de la naturaleza. Al contrario, todavía nosotros tenemos que combatir los movimientos de la concupiscencia que no cesan de llevarnos al mal".

"En este combate contra la inclinación al mal, ¿quién será lo suficientemente valiente y vigilante para evitar toda herida del pecado? "Si, pues, era necesario que la Iglesia tuviese el poder de perdonar los pecados, también hacía falta que el Bautismo no fuese para ella el único medio de servirse de las llaves del Reino de los cielos que había recibido de Jesucristo; era necesario que fuese capaz de perdonar los pecados a todos los penitentes, incluso si hubieran pecado hasta en el último momento de su vida" (Catech. R. 1, 11, 4)."

Por ello Jesús le dio a sus discípulos antes de ascender a los cielos el poder de perdonar pecados: "Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonéis los pecados les quedan perdonados, a quienes se los retengáis les quedan retenidos", Jn 30, 23.

Y la Eucaristía es la que nos permite tener la fuerza para hacer la voluntad de Dios, para luchar contra nuestros pecados, pues en ella recibimos la Sangre de Jesús derramada en la Cruz, la que nos lava y nos purifica de nuestros pecados, el mismo Cristo que es el Cordero que quita los pecados del mundo.

Desafortunadamente no todos tenemos la suerte y la bendición de purificarnos totalmente antes de morir (por que morimos en un accidente, por ejemplo, o de repente por un problema de salud, o por que no confesó alguien sus últimos pecados antes de morir), por lo que entonces, si alguien muere sin haber vivido ese purgatorio durante su vida (sin estar ya condenado irremediablemente al infierno por tener pecados graves y no haberse arrepentido antes de morir, con quienes ya no es útil la oración), por lo que no va a estar purificado 100% para entrar a la presencia plena de Dios, debe hacerlo durante un tiempo para poder llegar al Cielo, y para ello le ayudan nuestras oraciones pues a la Iglesia le fueron dadas las Llaves del Reino, por la que le fue dado el poder de "atar y desatar" (decidir) en la Tierra con efectos en el Cielo todo lo referente a la Fe cristiana, como lo dijo Jesús a Pedro en Mt 18, 18.

Y ello tiene sustento bíblico pues como ya citamos antes el Apóstol Juan dice en su primera Carta, vers. 5, 17:

"Toda iniquidad es pecado, pero hay pecados que no conducen a la muerte"

Ello quiere decir que si podemos morir con algunos pecados sin que ellos nos signifiquen la condenación o muerte eterna.

Y en Mt 12, 32 dice que "al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará, pero al que la diga contra el Espíritu no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro"

Ello quiere decir que si hay pecados que son perdonados "en este mundo y en el otro", los que no son contra el Espíritu, lo que sustenta claramente el Purgatorio.

Y en 1Ped 3, 19 el primer Papa narra como Jesús después de su resurrección va a predicar a "los espíritus encarcelados", lo que de hecho muestra un estado intermedio entre el Cielo y el Infierno, para quienes ya estando salvados deben todavía perfeccionarse por su Palabra para llegar a la plenitud.

Precisamente en Lc 12, 59 se habla de que Jesús asegura a un discípulo que "no saldrás de la cárcel hasta que hayas pagado hasta el último céntimo", refiriéndose a los pecados contra un hermano, lo que se puede entender como una figura del Purgatorio, pues habla de lo mismo que habló el ejemplo anterior, en el que Jesús predicaba a los "espíritus encarcelados".

En 1Cor 3, 15 también dice que "Mas aquél cuya obra quede abrasada, sufrirá el castigo. El, no obstante, quedará a salvo, pero como quien escapa del fuego."

Nuevamente se habla aquí del fuego purificador del Espíritu para quienes ya estando salvados necesitan purificarse en forma posterior a la muerte.

Para entender el Purgatorio en su profundidad, hay que señalar en qué consiste el pecado y cuáles son sus componentes y consecuencias.

Cada pecado tiene dos componentes, el pecado en si mismo, el que nos es perdonado con la confesión al Sacerdote, y la obligación de reparación que debemos hacer del daño cometido.

Por ejemplo, suponiendo que no hemos cometido ningún otro pecado. Pero un dia robamos algo. Nos arrepentimos de hacerlo y al confesarnos somos perdonados de ese pecado, quedando limpios.

Pero adicionalmente debemos devolver lo robado, compensar el daño que hicimos a la víctima y a la sociedad. Esa obligatoriedad de compensar el daño nos es perdonada al hacer efectiva la compensación. 
Si no lo hacemos debemos ganar unas indulgencias ofrecidas por la Iglesia que es la única forma de ser perdonada esa obligación de reparación sin compensar la falta. 

Si no las ganamos y morimos en ese estado, ya estamos en Gracia de Dios porque todos nuestros pecados fueron perdonados, pero como no compensamos el daño causado debemos hacerlo en el mas allá. El fuego purificador que es el Purgatorio es el que nos limpia de esas cargas o faltas para que podamos pasar al Cielo.     


Jesús y los apóstoles, por peticiones de sus familiares, oran por los muertos a los que resucitan, lo que es figura de quienes no lo han logrado en el mas allá pero necesitan las oraciones de la Iglesia para llegar a la resurrección:
El sacerdote cumple desde la antigüedad una función de intercesión entre los hombres y Dios (Hb 7, 27). Y Jesús fue declarado el Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza ("el que vive para siempre para interceder por los que lo aman", 7, 25), sacerdocio del que participan en mayor grado los sacerdotes por su ordenación (1Ped 2,5) y en menor grado los fieles (2,9), pues somos toda la Iglesia un reino de sacerdotes (Ap 1,5).

Y Jesús dijo que sus discípulos harían las mismas cosas que El hacía y mayores aún (Jn 14, 12). Y si Jesús oró para sacar a Lázaro y a la hija de Jairo de sus tumbas para llevarlos de nuevo a su presencia, por ello lo pudieron hacer también posteriormente los apóstoles con otros muertos, y obviamente lo podemos hacer también los creyentes de hoy, especialmente los sacerdotes, que son nuestros intercesores entre Jesús y nosotros, entre el más acá y el más allá, para ayudar a llegar a nuestros seres queridos que han fallecido a la vida eterna en plenitud, a quienes aún no han podido hacerlo porque los pecados que les quedan se lo impiden.

Y todos los familiares de las personas que murieron y ellos resucitaron les pidieron a Jesús o a los apóstoles que fueran resucitadas: Marta y María suplicaron a Jesús para que su hermano Lázaro resucitara y Jesús oró al Padre antes de hacerlo y le fue concedida (Jn 11, 41-42), lo mismo que los familiares de las otras personas (la hija de Jairo, el hijo de la viuda de Naím), cuyos familiares también oraron para que Jesús se las concediera, lo que hizo para mostrarnos que tenía poder desde el más acá, sobre la muerte, sobre el estado de quienes ya están en el mas allá.

Y el mismo Jesús oró antes de morir para que el Padre le concediera su propia resurrección, con la que el Padre y el mismo Jesús serían glorificados (Jn 17, 1-5).


Sacrificio en el Altar del Templo por muertos en el Antiguo Testamento
Y en el 2° Libro de los Macabeos, cap. 12, versículos 38 al 46, se narra el episodio mas que claro de oración y sacrificio en el Altar por los muertos, cuando Judas y los miembros de su ejército, después de una batalla contra Gorgías, al recoger los cadáveres de sus soldados se dan cuenta que se apropiaron de ídolos de sus enemigos, los que guardaban bajo sus túnicas, lo que era prohibido y pecado para los judíos. Y por ello suplicaron al Señor que perdonara el pecado cometido por los que cayeron. Pero fueron mucho mas allá pues recogieron dinero y lo enviaron a Jerusalén para ofrecer un sacrificio en el Altar del Templo "obrando muy hermosa y noblemente, pensando en la resurrección".

Y en seguida dice el texto, el que reproduzco en mayúsculas:

"SI NO HUBIERA ESPERADO QUE LOS SOLDADOS CAÍDOS RESUCITARÍAN, HABRÍA SIDO SUPERFLUO y NECIO ROGAR POR LOS MUERTOS; MAS, CONSIDERANDO QUE A LOS QUE MUEREN PIADOSAMENTE LES ESTÁ RESERVADA UNA MAGNÍFICA RECOMPENSA, SE TRATABA DE UN PENSAMIENTO SANTO y PIADOSO. POR ESO MANDÓ HACER ESTE SACRIFICIO EXPIATORIO EN FAVOR DE LOS MUERTOS, PARA QUE QUEDARAN LIBERADOS DEL PECADO"

Esto demuestra mas que claramente que es necesario orar por los muertos en el Altar para que si aún no han llegado al Cielo, a la presencia plena de Dios, por no estar plenamente purificados, lo puedan hacer.

Y en las Catacumbas romanas y de otras ciudades, que eran los cementerios de los cristianos porque eran perseguidos, hay muchas tumbas con oraciones por quienes están enterrados allí, escritos que datan desde el mismo siglo I, lo que demuestra que era una tradición enseñada por los apóstoles y sus sucesores inmediatos.





Dios pide grabar en piedra los nombres de doce muertos en el pectoral del sacerdote Aarón, para acordarse de ellos

Y el mismo Dios, cuando está dando las instrucciones para hacer los vestidos sacerdotales de Aarón, le pide a Moisés en Ex 28, 9-12, tomar dos piedras de Onix y grabar en ellas los nombres de los doce hijos de Jacob padres de las doce tribus de Israel, que habían muerto tres o cuatro siglos antes, para que "AARÓN LLEVARÁ SUS NOMBRES DELANTE DE YAHVEH (al Altar) SOBRE SUS DOS HOMBROS PARA RECORDÁRSELOS".

Ello quiere decir que debemos tener llevar los nombres de los muertos al Altar de Dios, y que Dios solo "recuerda" los nombres de quienes han muerto cuando el sacerdote los lleva o los nombra en el Altar.

Y la misa para pedir por el alma de los muertos no es más que el cumplimiento sacramental de la oración que hicieron los sacerdotes antiguos y Jesús como Sumo Sacerdote, y la que deben hacer los sacerdotes y los fieles por los muertos, para pedirle a Jesús que les ayude a purificarse y llevarlos a su presencia si murieron sin estarlo totalmente.

Quienes están viviendo el purgatorio en el mas allá ya están salvados pero no han accedido aún a la plenitud de la presencia del Padre y de Cristo, por lo que es necesaria su purificación total previa, a lo que son ayudados por las oraciones.


Jesús no subió de inmediato al Padre para mostrarnos esa realidad
Y un hecho también diciente de que el purgatorio o estado intermedio entre la muerte y la llegada al Cielo es cierto es que Jesús después de su resurrección le dice a María Magdalena que no lo toque pues "aún no he subido al Padre" (Jn 20, 17), lo que solo hizo 40 días después de su muerte y resurrección (Hch 1, 1-11).

Ello quiere decir que Jesús no se encontraba aún en la plenitud de la presencia del Padre después de morir y resucitar, que no había llegado aún al Cielo. Y nadie duda de que ya fuera salvo, pero no había llegado a la presencia plena de Dios.

No quiere decir obviamente que El necesitara una purificación posterior a su muerte pues estaba libre de pecado pero indudablemente quiso mostrarnos en El (que es "Camino") la realidad de que no accedemos al Cielo, a la presencia plena de Dios de manera inmediata después de nuestra muerte.

Y si no estaba en el Cielo ¿Dónde estaba cuando no se aparecía a sus discípulos? ¿Como llamamos a ese estado de nosotros que nos muestra Jesús después de morir en que no estamos aún en el Cielo pues nuestros pecados no nos lo permiten todavía? Purgatorio, expiación de pecados, purificación, etc.


Otras referencias bíblicas acerca de la realidad del purgatorio
Recordemos que en el Libro del Apocalipsis de los sacerdotes y fieles santos dice el Angel que ellos fueron los que lavaron sus vestiduras, los que fueron purificados por la sangre del Cordero (Ap 7, 13-17), los que sirven a Dios en su Templo. Si no están todos los seres humanos y ni siquiera todos los creyentes sino solo un puñado de ellos, ello quiere decir que hay quienes aunque creyeron en Cristo no lavaron sus vestiduras ni son purificados por la sangre del Cordero derramada en la Cruz, lo que quiere decir que esa purificación por la Sangre de Cristo no es automática sino que se accede a ella por la conversión, para la cual debemos purificarnos antes y así recibir algún día la manifestación visible del Espíritu que es por lo que sabemos que la hemos recibido.

Ello demuestra que es falso el argumento de que si Jesús nos lavó de nuestros pecados de una vez para siempre con su Sangre derramada en la Cruz no tendríamos necesidad por ello de una purificación posterior. Eso es solo cierto en parte pues si bien por su muerte de una vez para siempre es posible nuestra purificación, ella debe concretarse con nuestro seguimiento a Jesús en la Iglesia hasta vivir, por la predicación y los sacramentos que nos purifican poco a poco, esa muerte de Jesús en nuestro interior, la que sabemos que nos es dada solo cuando recibimos la manifestación visible (no imaginada ni sentida emocionalmente sin manifestación visible alguna) del Espíritu Santo a nuestra vida, que es quien nos trae la sangre de Cristo que nos lava y nos purifica.

Por todo lo anterior es que la Iglesia dice con verdad que las oraciones por quienes ya están en el Cielo no son necesarias por que ya no se puede mejorar su estado de pleno gozo de la vida eterna, y que las oraciones por quienes ya están condenados son inútiles pues nadie puede salir del infierno una vez allí. Pero las oraciones si son muy efectivas por quienes ya estando salvados murieron con algunos pecados que deben purificar para llegar al Cielo, a la presencia plena del Señor.