ANALIZA DIFERENTES TEMAS GENERALMENTE POLÉMICOS DE NUESTRA FE CRISTIANA
PARA MOSTRAR SI TIENEN o NO SUSTENTO BÍBLICO.

"La pregunta principal que nos planteamos hoy es ¿cómo hablar de Dios en nuestro tiempo? ¿Cómo comunicar el Evangelio, para abrir caminos a su verdad salvífica en los corazones de nuestros contemporáneos, a menudo cerrados, y en sus mentes, a veces distraídas por tantos destellos de la sociedad?"... ..."La primera respuesta es que nosotros podemos hablar de Dios porque Dios ha hablado con nosotros. La primera condición del hablar de Dios es, por lo tanto, la escucha de lo que ha dicho el mismo Dios."
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Matrimonio y adopción de niños por parejas gay, un análisis de fondo con pruebas científicas, jurídicas y testimoniales.




Recientemente la Corte Constitucional de Colombia emitió un fallo que concedió la adopción de la hija biológica de una mujer lesbiana a su pareja homosexual, con la que convive hace varios años. Ello de nuevo ha traído al primer plano el tema, por lo que creo necesario tratarlo con más profundidad que en ocasiones anteriores, analizando cada uno de los abundantes aportes que de parte y parte se han hecho, y los aspectos que considero se deben tener en cuenta que no han salido a la luz pública en el debate.

Lo primero que debo aclarar por honestidad con mis lectores, como ya lo saben quienes me conocen,  es que soy creyente. Normalmente los partidarios de la homosexualidad, cuando creyentes y heterosexuales abordamos el tema, somos etiquetados per-se  de homofóbicos o fanáticos religiosos o perseguidores de la comunidad LGBT. No es así. Eso no es más que una estrategia descalificatoria de los adversarios con el ánimo de posicionar mejor la propia ideología o los propios argumentos. El que tengamos unos valores y posiciones diferentes a los homosexuales no nos hace homofóbicos porque solo lo es quien discrimina o niega sus derechos como persona a un homosexual, por su sola condición. 
Por ejemplo: si estoy necesitando a un especialista en banquetes para una fiesta que debo dar y no contrato al mejor oferente por ser homosexual le estoy violando su derecho individual al trabajo. Lo mismo si le niego un cupo al joven que es gay en el Colegio donde soy rector le estoy negando su derecho individual a la educación. Si le hago "bulling" con mis amigos a alguien por su condición de homosexual en la fiesta a la que asisto le estoy violando su derecho al buen nombre y a la dignidad y el respeto que como persona o ser humano se merece.  
Pero por opinar acerca de la homosexualidad y sus desventajas, y por estar en contra del matrimonio gay y de que adopten hijos, y que no se enseñe la homosexualidad como un modelo de vida a nuestros niños como se hace ya en muchos lugares y en instancias gubernamentales, no estoy discriminando a nadie ni significa que tenga algo contra las personas homosexuales como tal, a las que respetamos en sus decisiones y en su opción personal de vida, pero simplemente no estoy ni tengo que estar de acuerdo con ella, de la misma manera que no lo estoy por ejemplo con los que practican la cacería por placer por considerarla nociva o inconveniente para la humanidad. Estoy ejerciendo mi derecho a opinar y dar las razones que considero válidas para oponerme. Si la Constitución garantiza la libertad de opinión aún en contra de actividades ya aprobadas y reguladas por la ley, con más razón se puede opinar de la conveniencia o no de aprobar algo que no estaba o no está en la legislación. Erradamente se invoca muchas veces por parte de la comunidad gay su derecho a expresarse para negarlo en la práctica a los partidarios de la familia heterosexual como único modelo válido. 
Estoy seguro de que nadie de los que defiende a la familia como núcleo de la sociedad y los valores que la definen realiza actos discriminatorios contra los gays. Porque creemos y sabemos que ellos tienen individualmente los mismos derechos constitucionales de cualquier otra persona, a la educación, al trabajo, a la libre empresa, a la libre escogencia de su domicilio, a la libre movilización en todo el territorio, a establecer relaciones comerciales o convivir con otros adultos con que libremente lo acuerden, y es nuestro deber respetarlos.
Pero otra cosa muy diferente es que exijan un supuesto derecho a que el Estado les reconozca como familia y el poder adoptar niños porque esos ni están reconocidos en la ley o la Constitución actualmente pues se define la familia como la formada sólo por un hombre y una mujer, y por ello no les corresponde legalmente exigirlos porque solo son beneficios -mas que derechos- reconocidos expresamente para las parejas heterosexuales -ni el tener una familia ni la adopción o el tener hijos son derechos exigibles de los adultos pues sólo los niños tienen >derecho< a tener una familia, y con papá y mamá para garantizar su pleno desarrollo, como ya veremos-, las que son un grupo de población de características muy diferentes a las parejas homosexuales.

El Derecho en todos los casos nace para proteger o propiciar los comportamientos moralmente sanos y benéficos para la sociedad de un grupo o conjunto de población de las mismas características, y para combatir las conductas que no le convienen a la sociedad porque violan los derechos de otros ciudadanos -por ejemplo el robo, la extorsión, etc- o de la sociedad entera porque va contra sus principios naturales. 
Si las parejas gays no tienen las mismas características de las heterosexuales no pueden exigir los mismos derechos o beneficios que han sido reconocidos para estas porque son un grupo de población diferente. Es como si un sordomudo exigiera el derecho a trabajar como locutor de radio siendo que no presenta las mismas características de quienes ejercen esa actividad. Ninguna ley ni tribunal le puede conceder eso porque no es apto para ello.

Ha dicho pública y repetidas veces y desde hace varios años el valiente y muy equilibrado Procurador General de la Nación, Dr. Alejandro Ordoñez -el que es acusado injustamente de perseguir a los gays por defender el ordenamiento jurídico ante los jueces que han querido casarlos y reconocer la unión como matrimonio y la adopción de niños sin que la Constitución lo permita-  que lo que defienden los homosexuales, transgeneristas, transexuales y demás personas no heterosexuales es una ideología. 
Es totalmente cierto. Es la ideología de género, según la cual ya no somos hombre y mujer con unas características naturales, físicas, afectivas, emocionales y mentales diferenciadas y que están de acuerdo con el sexo biológico correspondiente, sino que cada quien puede escoger y formar su orientación sexual a su gusto y placer en forma independiente de su genitalidad y emocionalidad natural. 
Eso significa la creación artificial o no natural, ideológica, contraria a la naturaleza humana, de otros sexos y tipos de sexualidad, lo que es opuesto, como ha dicho también el Dr, Ordóñez, a una realidad natural palpable en nuestras sociedades desde su formación.

El derecho consuetudinario de todos los pueblos del mundo civilizado sin excepción ha reconocido desde tiempos antiguos esta realidad de la heterosexualidad de la naturaleza humana y la complementariedad biológica, emocional, mental, afectiva, de caracteres y roles de los dos sexos como base de la familia y de la sociedad, en la que los hijos pueden ser formados de la mejor forma posible sin importar su condición socio económica, garantizándoles su equilibrado crecimiento emocional, mental, afectivo, familiar, profesional y social porque lo toman de forma natural y muchas veces imperceptiblemente de un hogar formado por papá y mamá biológicos, o adoptantes cuando los biológicos faltan. 
Sólo en los últimos tiempos han surgido las "familias" homosexuales, con graves consecuencias para los niños criados por ellas: “el hijo de una pareja homosexual pierde todo referente de lo que es el carácter masculino -si tiene dos mamás- o el carácter femenino -si tiene dos papás-. Y esto es muy grave porque el niño tendrá serias dificultades de comprensión y de relación a partir de la adolescencia.” (ver estudio completo en link incluido mas abajo).

Todo niño tiene derecho al modelo de hogar heterosexual porque ningún otro puede transmitirles o imprimirles en su ser las características e identidad óptimas que propicien su desarrollo pleno en todos los aspectos de su personalidad.
Especialmente los niños que han sido abandonados y esperan ser adoptados tienen este derecho y se les debe garantizar porque ya han sufrido las graves consecuencias que les ha traído la desintegración de su hogar original y el abandono de sus padres biológicos, pues ningún otro tipo de ambiente le puede garantizar su pleno desarrollo e incluso ayudarle a solucionar las consecuencias de su abandono, las que ya pueda padecer o se le presenten en el futuro.
La adopción es un derecho del niño que necesita para su adecuado desarrollo un padre y una madre, aunque no sean los biológicos porque lo abandonaron. La adopción no es un derecho de los adultos para satisfacer sus deseos de aparentar ser una familia. Y menos si son gays porque no pueden ofrecer las condiciones necesarias para el pleno y adecuado desarrollo del niño(a) o niños(as) adoptados.

Prueba de que un ambiente homosexual no es el más conveniente para la formación de un niño es que existen evidencias científicas y estadísticas, recogidas en estudios muy serios como el de la revista científica Social Science Research, que en Junio de 2012 publicó un estudio realizado por nueve expertos sociales de las principales universidades de Estados Unidos, liderados por Mark Regnerus, de la Universidad de Texas, en el que se demuestra que los niños adoptados o criados por parejas homosexuales presentan, en relación a jóvenes o adultos criados en hogares heterosexuales, un desarrollo muy inferior o problemático en muchos aspectos cuando son adultos, como mayores niveles de desempleo, tabaquismo, más problemas de salud física y mental, menores ingresos económicos, mayor inestabilidad en sus relaciones de pareja, mayor necesidad de asistencia pública, mayor incidencia de enfermedades de transmisión sexual, mayor tendencia al suicidio,  y mayor participación en crímenes. Este estudio incluye un análisis de los estudios de los últimos 10 años sobre el tema, probando que son metodológicamente deficientes como para que la Asociación Psicológica Americana sustente su posición en el sentido de que no hay diferencias entre niños adoptados por parejas gays y niños criados por sus padres biológicos.

   
Este y otros estudios, y testimonios de adultos que han sido criados por parejas gays, han revelado que los comportamientos deficientes o problemáticos de jóvenes o adultos que han sido criados en ambientes homosexuales son debidos a problemas como complejos de inferioridad, baja autoestima, verguenza y un fuerte temor al rechazo al darse cuenta  que pertenece a una “familia” homoparental con dos papás o dos mamás, siendo que la mayoría de sus amigos, familiares, compañeros de colegio y en la sociedad tienen papá y mamá. Generalmente esconden su condición ante los demás y evitan socializarse adecuadamente, creciendo con grandes desventajas incluso en su educación formal pues presentan un rendimiento escolar mucho más bajo con respecto a los hijos de padres heterosexuales. La depresión, la angustia y el miedo, y los intentos de suicidio son una constante para estos niños.

Leamos por su importancia el testimonio del profesor de inglés de la Universidad Estatal de California, Robert Oscar López, quien fue criado por su mamá biológica y su pareja lesbiana, desde los dos hasta los 19 años, después de separarse la madre del padre biológico al nacer él: 

Periodista: “Según su experiencia, ¿Cuál es la situación real de los niños que se encuentran viviendo en una  familia de padres del mismo sexo?

Robert Oscar López: “Estos niños tienen sobre sus hombros mucha más presión que nadie, porque son forzados a mantener en secreto las cosas negativas que suceden en su casa: a menudo tienen que seguir un guión. Se les priva del derecho a manifestar sentirse enojados o sufrir por la falta de un padre, porque muy a menudo cuando expresan este sentimiento se encuentran con que deben lidiar con la ira y la oposición de los miembros de la familia, incluso psicólogos pro gay, profesores pro gay y la comunidad LGBT. Estos niños, sin embargo, son únicos en su sufrimiento, porque en su caso la pérdida de la conexión más importante -con uno de los padres-, fue causada por las mismas personas que dicen amarle más que a cualquier otra persona y que, sin embargo, les roban una parte de sí mismos. Además, mi madre y su amante eran una pareja muy inusual, ya que su relación continuó durante años, pero por lo general las parejas lesbianas tienen un 80% más de probabilidades de divorciarse que las parejas heterosexuales, y esto es claramente visible en los países escandinavos, donde las uniones homosexuales han sido durante mucho tiempo una realidad. Para parejas de hombres homosexuales se habla que tienen un 20% más de divorcios que las parejas heterosexuales, pero se silencia que es normal en las parejas de hombre homosexuales el vivir ‘abiertos’ a tener relaciones sexuales con otros hombres. Sé que es políticamente incorrecto decirlo, pero estoy convencido de que este no es un entorno adecuado para criar a un niño.”

Y afirma el profesor López: "¿Realmente necesitamos a un científico para decirnos y saber que todo niño tiene derecho a una madre y un padre? ¿O que nos confirmen que todos los niños tienen, por naturaleza, derecho a una madre y un padre?. Yo soy hijo de madres lesbianas. Este fue mi drama. Conceder a una pareja gay el poder casarse para que juntos sean felices no es razón suficiente para impedir a un niño tener una madre y un padre y decirle que debe ser feliz sin ellos".

También muchos de ellos, como el mismo Robert Oscar López lo reconoce, copiaron naturalmente, por simple observación e imitación, y en gran medida por inducción de sus padres que no pueden ir en contra de su propio estilo de vida, el modelo de homosexualidad o bisexualidad de sus dos “padres” o dos “madres”, cuando no han sido muchas veces sodomizados por los mismos adoptantes. Es escandaloso el caso muy conocido en las redes sociales de un niño adoptado por madres lesbianas al que desde los 8 años de edad lo sometieron sus dos mamás a un tratamiento con hormonas para cambiarle de sexo porque según ellas quería ser niña como ellas y lo complacieron.



Algunos dicen que no es cierto que las parejas homosex que adoptan o crían hijos necesariamente salgan homosexuales porque muchos gays han surgido de matrimonios heterosexuales. Aunque es cierta esta última afirmación ello no tiene nada que ver ni justifica la crianza de hijos por parte de parejas gay, porque los factores que determinan el comportamiento homosexual no son inherentes al matrimonio heterosexual sino que se deben a anomalías en los comportamientos y actitudes individuales de alguno de los padres, o de ambos, como el abandono de alguno de ellos, fallas en la relación con el hijo(a) como el educarlo de acuerdo a un sexo diferente al biológico porque se quería el opuesto; rechazo o maltrato intrafamiliar; y a factores externos al hogar como el abuso sexual a temprana edad en el Colegio por parte de compañeros o profesores, por familiares cercanos o vecinos; o por el rechazo en esos mismos ambientes, mientras las parejas gay si transmiten ese comportamiento por simple imitación a sus hijos porque es lo que ven cada día.
Por el hecho de que se presenten deficiencias formativas, actitudes o conductas en alguno de los padres que generen la homosexualidad de un hijo no justifica decir que el ambiente homosexual es más sano o más adecuado. Si una pareja heterosexual tiene problemas de cualquier índole es posible tratarlos para solucionarlos sin que salgan afectados los hijos. Pero eso es imposible en una pareja homosexual porque aunque no presenten  problemas o dificultades en su relación siempre llevarán al niño a tener problemas en muchos aspectos  de su desarrollo y a imitar el comportamiento homosexual porque son metidos en ese ambiente desde muy tierna edad.

Los defensores de la adopción de niños por parejas gay esgrimen también varios argumentos para justificar el que la ley los apruebe. Veamos algunos de ellos: 
Algunos dicen que la inmensa mayoría de criminales, adictos y “todo tipo de indeseables” nacen en hogares heterosexuales, y que por ello no importaría si los criados por gays tengan ese tipo de problemas pues en las hetero se presentan. Si analizamos las estadísticas, una ínfima parte de la población mundial se dedica a actividades oscuras o criminales. Y las causas de esa criminalidad muchas veces obedecen a factores externos a la misma relación de pareja o del hogar, como la pobreza, las migraciones, el desplazamiento forzado, la desigualdad social, la falta de empleo y educación, etc., por lo que no se puede argumentar que se deba a factores propios del hogar, aunque en algunos pocos casos pueda ser así, para justificar entregar niños a la crianza de parejas gay. 

También se aduce que si muchos padres heterosexuales son alcohólicos o drogadictos y por ello maltratan a los hijos  causándoles graves problemas psicológicos y ello no es impedimento para criarlos, concluyen que si se presenten en los niños criados por parejas gay no sería impedimento para ellas criar a sus propios hijos que les entreguen en adopción. Este argumento no es válido tampoco porque los casos de daño psicológico en hijos de familias heterosexuales son la excepción y no la regla general pues sólo una ínfima parte de los hogares cae en este tipo de comportamientos, mientras las consecuencias psicológicas de los hijos criados por parejas gay son inevitables y presentes en todos los hijos criados en medio de relaciones de este tipo, sin excepción.

También argumentan los miembros del lobby gay que si desde siempre ha habido y hay familias diferentes a la tradicional heterosexual, conformadas por madres solteras, por abuelas que crían a sus nietos, por familias extendidas como tias y abuelas que crían niños ante la ausencia de alguno o de ambos padres, etc., eso justificaría la adopción de hijos en parejas gay por ser simplemente "otro" tipo de familia "disfuncional" como aquellas. Este argumento no puede justificar ni justifica en alguna forma la adopción de niños por parejas gays por la sencilla razón de que la disolución de esas familias y la crianza de niños sin el concurso de alguno o ninguno de sus padres se debe a factores externos no regulables por el Estado, el que no puede obligar a los padres biológicos que deseen separarse a mantener el hogar para que sus hijos no sufran la ausencia de sus padres, ni puede obligar a tías y abuelas a no atenderlos por ser los que la misma ley contempla como obligados a ello. 
Y de ninguna forma el ambiente de estas familias monoparentales es equiparable al que pueden proporcionar las parejas gay porque en las familias atípicas de personas heterosexuales no se dan ejemplos o modelos de homosexualidad que puedan ser copiados por el niño, ni se sufren las consecuencias de ello, como el temor, angustia o depresión y hasta tendencia al suicidio por el rechazo social que sienten los niños que crecen en ambientes gay; o por saberse diferentes al resto de la sociedad. El desarrollo educacional, emocional, mental y social de los niños criados en familias atípicas presenta índices muy semejantes a los de las familias heterosexuales, lo que no sucede con las parejas gay como ya vimos.

Y porque haya muchos niños abandonados no significa que a todo el que esté dispuesto a recibirlos hay que complacerlo si ello perjudica tan gravemente al adoptado y le viola su derecho fundamental a un hogar con papá y mamá que le proporcionen el desarrollo más adecuado y su felicidad presente y futura. El que “pueda" eventualmente enfrentar dificultades en un hogar heterosexual no significa que se justifique dejarlo en donde con toda seguridad si tendrá problemas graves y peores. 

Entonces, no se trata sólo de que cualquier pareja homosexual sólo por ser estable afectiva o financieramente, por tener un buen nivel profesional, social o económico, y por desear un hijo y estar dispuestos a darle amor y cariño -el que practican, naturalmente- está en condiciones de brindarle el ambiente adecuado para el pleno desarrollo del niño que adopten, porque eso es una distorsión de la verdad, ya que no hay en ese tipo de relaciones la complementariedad natural  necesaria para el pleno y equilibrado desarrollo y crecimiento del niño que es inherente solo a la familia heterosexual.

En el caso de niños abandonados que esperan ser adoptados si es un deber del Estado regular y decidir entregarlos a unos padres adoptivos que le provean al niño las mejores condiciones posibles para su pleno desarrollo en todos los aspectos, no solo para garantizarles su alimentación, educación, vestido y un trato cordial, pues si fuera sólo ese el objetivo se cumpliría si el Estado les provee esos elementos o condiciones hasta ser adultos en los mismos hogares públicos donde residen, sin entregarlos nunca en adopción. Si solo eso es necesario, y no el padre y la madre que le brinden un hogar donde sabemos que se pueda desarrollar plenamente para corregir la ausencia de sus padres biológicos y las consecuencias del abandono, sería mejor no ofrecerlos en adopción nunca y que el Estado supla sus necesidades básicas. Si se les ha entregado siempre en adopción a parejas heterosexuales es porque tradicionalmente se ha considerado de suma importancia para su bienestar y desarrollo que tengan una madre y un padre, aunque no sean los biológicos, para reversar o prevenir consecuencias peores. Pero no se puede agravar casi irreversiblemente su situación metiéndolos en un ambiente que en vez de mejorar sus condiciones ya de por si graves y difíciles de superar, las empeore con graves consecuencias para el adoptado, para la familia tradicional y para la sociedad.

El Derecho o la legislación de los diferentes estados protege a los heterosexuales que deseen formar una familia por ser una realidad natural, no creada ideológicamente, pre-existente y reconocida como óptima para la concepción y formación de los hijos y por ser la base de la civilización, la supervivencia de la raza humana y el correcto desarrollo en su seno de los individuos en ella concebidos desde la antigüedad, desde antes de surgir el Derecho moderno. 
Cualquier tipo de “familia” diferente va en contra de la dignidad de las mismas personas gay -se sabe, dicho por muchos de ellos mismos a los especialistas, que las relaciones de estas personas son de tipo neurótico y el aprobar su situación es darles el mensaje de que ese estado les conviene-, como de la sociedad y la civilización en su conjunto pues va en contravía de los objetivos a los que como especie naturalmente tendemos, pues las “familias” gay no pueden generarlos o favorecerlos.

En Colombia -y en muchos otros países- está consagrado en el artículo 42 de la Constitución que la familia es la conformada por un hombre y una mujer. Ello ya de por si es motivo suficiente para demostrar que cualquier intento de aprobar un tipo de “familia” diferente y de adopción de un niño por una pareja de una madre o padre biológico gay, o de conceder la adopción de hijos no biológicos, es un abierto "prevaricato por acción" pues está favoreciendo a quienes la ley no le reconoce esos beneficios o "derechos".

Algunos aducen también para justificar su aprobación, que si no se reconoce a las parejas gays el status de matrimonio o familia y no se les permite la adopción d ehijos entonces no se les permite “el libre desarrollo de la personalidad”, y que se les estaría discriminando “por su orientación sexual”, lo que prohíbe la Carta.
Estos principios no pueden ser invocados en defensa de una “familia” gay  porque son de tipo individual y no familiar. Si una persona decide individualmente ser gay y convivir con otro u otra igualmente gay nadie se lo impide. Ni el no reconocer su relación como una familia implica que esté siendo discriminado en sus derechos fundamentales que son individuales, como al trabajo, a la educación, etc. Ya vimos que el tener una familia no es un derecho. Por ello no hay discriminación alguna.
Los derechos individuales al libre desarrollo de la personalidad y a no ser discriminados por su orientación sexual llegan hasta donde los derechos de otros individuos y los de la sociedad entera se vulneran, y la “familia” gay es contraria a la definida en la Carta como la única permitida en la sociedad, y es contraria a la naturaleza y a la historia humana que le da fundamento, y la adopción de niñosvulnera los derechos de éstos a tener una familia con papá y mamá que les transmitan las características que como ya vimos son los que los hacen felices y plenos, por lo que esos no son argumentos válidos. 
Tampoco se vulnera el libre desarrollo de la personalidad de un ladrón de bancos porque no se le da aprobación jurídica a su labor, porque ésta va en contra de otros individuos y los valores y principios naturales que nos rigen. Y no se le discrimina por no permitir que la ejerza libremente. El que ser gay no sea un delito no significa que el concederles protección jurídica como familia y el que adopten hijos no le cause grandes prejuicios a esos niños, a las familias heterosexuales se verán disminuidas y puestas en igualdad de condiciones con otro tipo de relaciones muy diferentes, y a la sociedad entera que corre graves riesgos de no desarrollarse y no permanecer, a corto, mediano y largo plazo.


Por todo ello creemos que se ha equivocado de forma grave la Corte al conceder una tutela que desconoce el ordenamiento jurídico vigente y el derecho de una niña a crecer en un ambiente sano que le permita su pleno y equilibrado desarrollo. Ha sobrepasado los límites de su función de guardián de la Constitución concediendo protección jurídica a conductas que violan abiertamente el cumplimiento de la misma Carta. Por cuenta del lobby gay y de la simpatía ideológica que le prodigan unos pocos magistrados ya no es el Congreso de la República en representación del pueblo el que hace y decide qué Constitución y qué leyes nos rigen, sino que son unos 8 o 10 señores los que en un recinto que con el tiempo se ha vuelto más oscuro que luminoso pues se descubren y hacen públicos entre sus escritorios y pasillos sobornos, pensiones multimillonarias, componendas, tráfico de influencias, puertas giratorias y muchas cosas más, los que deciden que costumbres y qué tipo de sociedad ajena a nuestros valores más preciados debemos tener la inmensa mayoría de los colombianos. La dictadura de los jueces es más nociva que la de los presidentes, porque ya instalada por el abuso de algunas de sus atribuciones legales termina engendrándose una bestia o monstruo con miles de cabezas que a cambio de cualquier dictadorzuelo es casi imposible de tumbar, pues aunque se "corte" una de sus cabezas siempre quedarán las restantes que cumplan su fatal labor de "devorar" o destruir a la familia y a la sociedad. Pusieron al ratón a cuidar el apetitoso queso de nuestra ya muy maltratada y mordisqueada realidad por parte de sus mismos antecesores.

Que Dios nos guarde para que nuestros descendientes puedan ser engendrados de forma natural en hogares formados como producto de un verdadero amor y no de relaciones malsanas y antinaturales, y que no tengan que descubrir de adultos que fueron creados y guardados en laboratorios y bancos de óvulos y semen, a pedido de sus dos mamás o papás, porque la familia natural y heterosexual, ante la abrumadora realidad de que escaseaban -cada pareja gay son dos familias y muchos hijos biológicos menos que no tendrán, lo que se multiplica al doble o más según el número de hijos no biológicos que adopten, por lo que UNA SOLA PAREJA GAY puede significar, si dejan de tener dos hijos cada uno y adoptan como pareja otros dos que serán educados como gays, al menos OCHO FAMILIAS MENOS en la sociedad-, llevó a la Corte en algún momento del futuro a decidir en una confortable, mullida y muy "acaramelada" oficina, que la única "familia" válida y permitida era la homosexual.
Y si a ello le sumamos tantos otros factores que atentan contra la vida humana como el aborto -de los niños engendrados heterosexualmente-, la planificación familiar -que solo es usada por heterosexuales-, la pobreza o escasez -que impide tener varios hijos-, el panorama es mucho mas desalentador. Aunque nos parezca  muy lejano para allá apuntan sin duda las decisiones que hoy están tomando los magistrados, y que aceptan, defienden o propagan muchos.