ANALIZA DIFERENTES TEMAS GENERALMENTE POLÉMICOS DE NUESTRA FE CRISTIANA
PARA MOSTRAR SI TIENEN o NO SUSTENTO BÍBLICO.

"La pregunta principal que nos planteamos hoy es ¿cómo hablar de Dios en nuestro tiempo? ¿Cómo comunicar el Evangelio, para abrir caminos a su verdad salvífica en los corazones de nuestros contemporáneos, a menudo cerrados, y en sus mentes, a veces distraídas por tantos destellos de la sociedad?"... ..."La primera respuesta es que nosotros podemos hablar de Dios porque Dios ha hablado con nosotros. La primera condición del hablar de Dios es, por lo tanto, la escucha de lo que ha dicho el mismo Dios."
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AAA La muerte natural, la eutanasia, el suicidio asistido, el abandono y el ensañamiento terapéutico, el sufrimiento en la vejez y la enfermedad "Por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte"


La muerte es un vaciamiento interior de lo que somos, de lo que de nosotros construimos durante nuestra vida: nuestras virtudes y defectos, nuestro amor y nuestro orgullo, lo bueno y lo malo que durante nuestra vida fuimos. Lo que era de Dios y lo que era contrario a El. Por eso la muerte es la ausencia de todo esto, de lo que somos, en nuestro cuerpo. Por eso dejamos de ser, morimos.

Pero no todo acaba con la muerte pues ésta no es solo la ausencia de animación de nuestro cuerpo pues en nuestra alma, que es inmortal, siguen existiendo nuestras facultades y sentimientos, lo que somos. Nuestra alma viene de Dios y por ello es eterna y es en ello que radica nuestra mayor semejanza con El, que a través de ella también nos ha hecho para ser eternos. De allí la importancia de que nuestra alma durante nuestra vida y al momento de nuestra muerte (la que no sabemos si ocurrirá pronto o más tarde) se encuentre limpia de las impurezas que hemos adquirido en el mundo, las que son contrarias a Dios.

Cuando entramos en un proceso de degeneración física o enfermedad ese sufrimiento nos sirve para desprendernos de lo malo que tenemos dentro, para purificarnos y acercarnos a la presencia de Dios pues nadie puede llegar a El sin estarlo. La misma Biblia habla de acrisolar (limpiar) el oro en el fuego, que es el instrumento "purificador". Y nos compara a nosotros (los que El ama) con ese oro: "Hijo mío, cuando te acerques al temor de Dios, prepárate para las pruebas; mantén el corazón firme, sé valiente, no te asustes en el momento de la prueba; pégate a El, no lo abandones, y al final serás enaltecido. Acepta cuanto te suceda, aguanta enfermedad y pobreza: porque el oro se acrisola en el fuego, y el hombre que Dios ama, en el horno de la pobreza. Confía en Dios, que él te ayudará; espera en él, y te allanará el camino.".

Con el término "pobreza" no se refiere Dios a pobreza material sino a los agentes (horno) que en la vida nos proveen un estado del alma libre de impurezas, que nos ayudan a salir de ellas.

Esto no depende de si creemos en El o no, todos estamos sujetos a ello. Hace poco el Papa dijo que el purgatorio no es un lugar sino un estado interior, que es del proceso de que hablo.

Cuando aplicamos la eutanasia a alguien podemos sin saberlo interrumpir ese proceso de purificación que acerca a la persona a Dios, que es quien sabe que tiempo necesita una persona de estado agónico (por llamarlos de alguna manera) para estar limpio. Este proceso también podemos vivirlo antes con la Fe, siguiendo a Jesús en su Iglesia, con los Sacramentos y su Palabra, que también cumplen esa función purificadora en nosotros hasta que alcancemos la comunión plena con Dios en su hijo Jesucristo.

Y debemos distinguir entre Eutanasia y el abandono terapéutico, que se da cuando al paciente se le pueden aliviar sus malestares pero no se hace porque nadie tiene tiempo o no se quiere hacerlo porque "ya no hay caso". Todos debemos prepararnos para atender la vejez de nuestros seres queridos y rodearlos de amor y cuidados hasta su muerte natural.

Y se debe evitar también el ensañamiento terapéutico, que es la opción contraria al abandono terapéutico, que es el tratar de mantener por medios artificiales desproporcionados la vida de la persona, sin que se puedan esperar resultados semejantes a los medios empleados. En estos casos se debe después de un tiempo prudencial permitir que la vida se extinga naturalmente desconectándolo(a) de los equipos artificiales que la mantienen.

Hace poco a un español en Suiza le fue aplicada la eutanasia solo porque era viudo y no quería padecer la vejez y las enfermedades que le llegaran. Eso no es adecuado y equivale a un suicidio asistido, con serias consecuencias para la persona pues no solo se causa la muerte atribuyéndose una facultad que solo es de Dios, sino que se va al más allá sin estar preparado interiormente para ello.

La vejez es un diseño de Dios para pasarnos a la vida eterna. Por amor y obediencia a El debemos vivirla, con la confianza de saber que El siempre hace las cosas para nuestro bien: "Y vio Dios que todo era bueno" dice la Palabra acerca de Dios al contemplar la creación luego de que la terminara, con el hombre incluido (Gn 1, 31).

Incluso la misma Palabra habla de que Dios quiso reducir el número de años en que el hombre viviera (los patriarcas bíblicos vivían de 200 a 800 años) a no más de 120 años (Gn 6, 3), lo que demuestra claramente (a los creyentes naturalmente) que nuestra edad y las etapas por las que pasamos son diseño suyo y solo suyo.

Lo que sucede es que solo admitimos en nuestra vida el placer o la alegría sin darnos cuenta que el sufrimiento también hace parte de ella y lo mejor es asumirlo cuando nos llega. Y que también tiene un valor salvífico real, por lo que el sufrimiento no lo debemos evitar, sin buscarlo premeditadamente tampoco.

Jesús solo después de pasar por el sufrimiento de la Cruz llegó a la vida eterna, ¡resucitó!. Y lo hizo para que nosotros también podamos resucitar en El. Solo que si El para llegar a la vida eterna tuvo que pasar por el sufrimiento de la Cruz (la que el Padre no le evitó y El por obediencia y amor asumió, con el consuelo de los ángeles que le envió (Lc 22, 41-44), nosotros también debemos pasar por ello. Los discípulos no pueden ser inferiores al Maestro.

Esas cruces que nos encontramos en la vejez o la enfermedad nos pueden llevar a la purificación y a la salvación uniéndolas a la Cruz de Cristo en su Iglesia.
Si las evitamos para estar cómodos o para no ver o evitar el sufrimiento nuestro y de nuestros seres queridos o por que simplemente no podemos o no queremos asumirlas, podemos estar estropeando nuestra salvación y la de nuestros seres más queridos.

Interrumpir los sufrimientos que nos llegan con procedimientos como la eutanasia o el suicidio asistido o directo, es una forma de decirle a Dios que no estamos de acuerdo ni aceptamos la vida que tenemos (aunque muchos sufrimientos nos los causamos nosotros mismos sin saberlo), y es interrumpir definitivamente el proceso de purificación que podamos estar viviendo.

La vida y la Iglesia (a través de los Sacramentos y la predicación) son agentes purificadores que nos ayudan a acercarnos a Dios.

Detrás de todo sufrimiento que nos llega el Señor nos tiene de regalo los inmensos dones de la salvación, las que desde nuestra propia realidad y vida podemos disfrutar cuando lo amamos y le obedecemos.

Y solo Dios, quien nos ha dado nuestra alma y es por la que vivimos, puede en estricto derecho disponer de ella y decidir cuando llamarnos a su lado.

Es para meditarlo seriamente.