Primera tentación:
“Y el tentador, acercándose, le dijo: «Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes».»".
ES LA TENTACIÓN DE LA SEGURIDAD:
El
demonio intenta a cada momento que busquemos tener la vida asegurada, que no nos
falte la comida, el vestido, la salud, una casa, un buen carro, una finca, el
estudio de los hijos, dinero para viajar en vacaciones, etc.
Por ello caemos en el egoísmo y solo buscamos atesorar,
y trabajamos en exceso para ganar más dinero. Nos hacemos esclavos del dinero
pues solo vivimos para ganarlo sin buscar la vida eterna.
Y si nos llega una
ocasión favorable robamos o delinquimos para tenerlo en abundancia.
Y para evitar
que algún suceso extraordinario nos quite esa seguridad adquirimos todo tipo de
pólizas: de salud, exequiales, prepagada de salud, del carro, de hogar, para la
universidad de los hijos desde pequeños, etc.
¿CÓMO SE COMBATE?:
DANDO LIMOSNA, siendo generosos, el ejercicio opuesto
al egoísmo. Pero no dar las monedas que nos sobren. Que algo costoso que desees tener o comprar te
prives de ello y el dinero lo des a alguien que no posee nada. Porque la
limosna eficaz es la que nos duele, la que sufrimos para dar. Ello nos sacará
de la esclavitud de la seguridad del dinero, de la avaricia.
Por ello Jesús le contestó: "no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios", lo que es lo contrario a vivir atesorando bienes materiales. La limosna nos lleva a poner la fe en la palabra que sale de la boca de Dios y no en el dinero, no en la seguridad de los bienes materiales.
Segunda tentación:
“Luego el demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo, diciéndole: «Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: "Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra.»”
ES LA TENTACIÓN DE LA HISTORIA.
Jesús era el hijo
de un pobre carpintero -una historia poco llamativa-. El demonio sabiendo la
misión que debe cumplir lo tienta para que buscara cambiar esa historia, para hacerse
famoso demostrando con un espectáculo público que era el Hijo de Dios.
Eso mismo busca hacer el demonio con nosotros, que reneguemos
de nuestra historia. ¿Cuántas veces no lo hemos hecho?: ¿por qué no nacimos en
el hogar de un multimillonario?, ¿por qué mis padres me abandonaron? ¿por qué
no estudié en un colegio famoso o en Harvard? ¿por qué la pareja que tengo?,
¿por qué mi enfermedad o mi figura?, ¿por qué no hacerme famoso y ganar mucho
dinero?, ¿por qué esos hijos(as) que tengo?.
Y como renegamos de ella hacemos cualquier cosa
para cambiarla. Buscar la fama para ser admirados y muy ricos, ganarnos la
lotería, ser ejecutivos(as) de alto nivel de una multinacional, ser un
científico famoso, etc.
¿CÓMO COMBATIMOS ESTA TENTACIÓN?:
CON LA
ORACIÓN, porque así aprendemos a reconocemos criaturas, y a Dios como el autor
de nuestra historia, y a que ésta es perfecta porque la usa para llevarnos a la
salvación, para llevarnos a Cristo. Pero la oración no consiste solo en orar el Rosario cada mañana o un
Padre Nuestro y un Ave María al acostarnos. Consiste en llevar una vida de
oración y alabanza en la Iglesia, en la comunidad, integrándonos a uno de los
grupos parroquiales (recomiendo el Camino Neocatecumenal por ser el que conozco, pero hay otros) para compartir con los hermanos, escuchar la palabra,
recibir los sacramentos.
Por ello Jesús le contesta al demonio: «También está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios"».
O sea que no debemos pedir ni tratar de que cambie nuestra historia con nuestros proyectos humanos porque la voluntad de Dios para nuestra vida, como en la de Cristo, es que lleguemos a la plenitud, que cumplamos una misión salvadora siendo iguales a El, y el tratar de desviarnos del camino es tentar a Dios, es pedirle que sea otra su voluntad, la nuestra, y no la suya, a la que El nos ha predestinado.
Tercera tentación:
“El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor, y le dijo: «Te daré todo esto, si te postras para adorarme».”
ES LA TENTACIÓN DE LOS ÍDOLOS:
Porque
muchas cosas han ocupado el lugar de Dios en nuestro corazón. El dinero es el
principal de ellos pero hay muchos más. Los afectos por ejemplo. Cuántas veces
no hemos puesto nuestra vida en las personas amadas, en el esposo(a) o los
hijos(as). O en los gobernantes de los que esperamos la solución a todos
nuestros problemas. O en figuras del espectáculo, del deporte o en científicos,
que son a los que escuchamos y seguimos su filosofía o estilos de vida, y
tratamos de imitar como modelos, dejando de lado a Dios y el modelo de su Hijo
Jesucristo que es el único en quien debemos poner nuestra fe e imitar. Y de
nosotros mismos hacemos un ídolo al seguir nuestros propios razonamientos,
impulsos y filosofías, y llevar una vida alejada de Cristo.
¿CÓMO LA COMBATIMOS?
CON EL AYUNO
porque nos hace sentir hambre de Dios y no seguimos alimentando nuestro ego.
Pero no se refiere solo al ayuno de carne un día a la semana o de líquidos
durante el Triduo Pascual.
Se refiere a ayunar también de nosotros mismos. A
ayunar de todo lo que nos aleja de Dios y nos esclaviza. Si te ha esclavizado
el internet o el Facebook y no puedes estar sin ellos, ayuna de ellos.
Si estás
esclavo de querer tener siempre la razón en todo y creer que eres sabio para
llevar tu vida mejor que nadie, ayuna de eso.
Si has caído en el sectarismo de cualquier tipo
despreciando a otros, ayuna de eso. Si te esclaviza el alcohol o una droga,
ayuna de ellos.
Si te esclaviza la murmuración contra los demás o el desprecio
de algún tipo de personas, ayuna de eso.
Si tienes juicios contra algunos
familiares o conocidos, ayuna de eso.
Si vives esclavo(a) del trabajo y de la
avaricia y por eso no dedicas tiempo a tu familia, ayuna de eso.
Esa práctica
te llevará a que Jesús sea el centro de tu vida, no los ídolos. A que no seas
tú mismo un ídolo.
Por ello "Jesús le respondió: «Retírate, Satanás, porque está escrito: "Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto"». Porque no debemos tener a nadie ni a nada por encima de Dios porque en ese caso yo no le estamos rindiendo culto solo a Dios sino a ídolos, incluyendo nosotros mismos.
Como podemos ver, nuestro cristianismo debe pasar
de ser sólo de tipo sacramental pues éstos son solo un medio, una ayuda que nos
dispensa la Gracia para que podamos avanzar en la fe, pero no son un fin en sí
mismos como para que pensemos que por solo tomarlos ya hemos cumplido con Dios.
No, debemos ir más allá para que vivamos el cristianismo en nuestra realidad,
para que Cristo se haga carne en nosotros, Gal 4, 19, para que seamos como El y
de esa forma nos lleve al Padre, 1Tim 2, 5.
Así como Dios le dio a los judíos a través de
Moisés las instrucciones para preparar la Pascua y pasar de la esclavitud de
Egipto a la libertad, así mismo Jesús con éstas instrucciones que nos dejó al
superar las tentaciones del demonio nos mostró como preparar nuestra propia
Pascua, para que pasemos desde la esclavitud a la verdadera libertad de los
hijos de Dios, Rom 8, 21, para pasar desde la orilla del Adán u hombre viejo
que vive en nosotros, hasta la otra orilla, la de ser como Cristo, que es la
Verdad que nos hace libres, Jn 8, 32, para que sea El el que ocupe el lugar de
Adán, de los ídolos, en nuestro corazón. Y así dejemos de vivir en la idolatría
de tantos dioses falsos, de ser ídolos nosotros. No endurezcais el corazón.
Ánimo hermanos y hermanas.